Autocrítica y eficiencia ¿palabras mágicas?

La reciente campaña electoral le permitió a Chávez, entre otras cosas, sacudirse la prisión burocrática del poder y reconectarse con ese pueblo que lo ama y necesita ser visto y oído por su líder y presidente. Ante la ineficiencia y las insalvables distancias burocráticas, el pueblo se ve obligado a elevar personalmente sus necesidades e intereses, fenómeno que queda plasmado en la hermosa y triste articulación mediante papelitos entregados directamente al presidente.

La campaña permitió confrontar al país mesiánico y presidencialista con una ciudadanía políticamente madura, deseosa de hacer realidad el poder popular y protagónico, con hambre de una gestión eficiente y, por lo demás, decidida tanto a denunciarla como a incidir en ella. ¡Participación! fue el grito que se oyó a lo largo de la campaña electoral. Una sociedad camino a una cultura participante, en que la mayor parte de los ciudadanos participa efectiva y eficazmente en la vida política. La participación, principio constitucional, persigue "lograr que exista, entre elección y elección de los representantes, un mayor control de parte de la sociedad sobre los asuntos que la afectan directamente" y para ello se dotará al "Estado de mecanismos de ajustes y retroalimentación constantes".

Durante la campaña, Chávez respondió con humildad y promesas de cambio a las demandas del emergente poder popular y, una vez elegido, toma algunas decisiones en respuesta a las crudas vivencias y confrontaciones. Realiza ciertos cambios en el tren ministerial y en su primer gabinete " llama la atención a los Ministros y pide eficiencia..." en la gestión gubernamental, destacando la necesidad de un equipo de coordinación, integración y comunicación. Y enfatiza desde su condición de presidente " con estas reflexiones estoy dando una orden para que hagan ajustes".

En esta cultura mesiánica y providencialista, donde imperan expectativas -tacitas o explícitas- de soluciones a problemas políticos a través de personajes excepcionales, automáticamente se le otorga al discurso de Chávez un valor mágico. Inmediatamente, cual antenas repetidoras, analistas, comunicadores y burócratas impacientes por cumplir las reflexiones-órdenes, se apropian de los conceptos de eficiencia y autocrítica, cual soluciones mágicas a los problemas que obstaculizan tanto la gestión como la transición al socialismo. Nos vienen a la memoria las Tres R´s.

maryclens@yahoo.com


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Maryclen Stelling


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