En Venezuela se viene desarrollando un proceso de transformación revolucionaria, anti-imperialista, transversalizado por una profunda inclusión social y étnica, orientado hacia una firme integración latinoamericana y caribeña, defensora a ultranza de la independencia y la soberanía nacional. Este proceso cuenta con amplio y sólido apoyo de la mayoría de quienes habitamos este país. Reafirmado y legitimado institucionalmente por medio de 17 procesos electorales en el transcurso de 14 años, así como por la postura militante que esta mayoría de venezolanas y venezolanos hemos ejercitado en los momentos difíciles para derrotar los criminales actos de desestabilización, terrorismo, asesinatos, golpes de Estado, paralización de la industria petrolera y otros instrumentos de sabotaje que han sido ejecutados por sectores de la oposición venezolana con amplio apoyo desde organismos de gobierno de los Estados Unidos y algunos de sus socios menores de la OTAN.
Este avance y consolidación del proceso revolucionario venezolano ha sido posible porque ha contado con un liderazgo esforzado, inteligente, abierto al aprendizaje, audaz en sus propuestas y acciones, que asume responsablemente sus actos y consecuencias, humilde en su origen social y en su relación con las mayorías populares, y además con una clara conciencia histórica de sus responsabilidades en el actual escenario nacional e internacional. Una de las claves más relevantes del éxito en la gestación, conformación y consolidación de este hermoso proceso revolucionario se ubica en la capacidad demostrada para lograr reunir y unir en un solo Proyecto Político una diversidad de visiones, posturas, perspectivas, sensibilidades y aspiraciones en un Gran Movimiento que actualmente se sintetiza en la propuesta del Segundo Plan Socialista de la Nación Simón Bolívar para el período 2013-2019. Esta propuesta de gobierno orientada a fortalecer el Socialismo del Siglo XXI, fue explicada y promocionada por todo el país para solicitar el apoyo de venezolanos y venezolanas quienes decidimos darle un respaldo mayoritario y categórico al Presidente en ejercicio y candidato para un nuevo período de gobierno: Hugo Rafael Chávez Frías.
El Comandante y Presidente de la República Bolivariana de Venezuela Hugo Chávez, tiene el merito de lograr reunir en torno a su liderazgo una diversidad de organizaciones políticas, individualidades, corrientes y movimientos que tienen variados sustentos teóricos, doctrinarios y programáticos. Algunas de estas expresiones de lo político, mantuvieron en el pasado fuertes contradicciones, contraposiciones y hasta choques en escenarios de lucha social y político-electoral. Es innegable que el reconocimiento que el Presidente Chávez fue adquiriendo con su participación en la dinámica política venezolana, se acrecentó particularmente desde que apareció en una cadena de televisión aquel 4 de febrero de 1992, asumiendo la responsabilidad y el liderazgo de la derrotada insurrección militar. En la Venezuela de esas décadas de finales del siglo XX, era muy común que ningún dirigente político o funcionario público asumiera la responsabilidad ante cualquier hecho irregular o fallas en el funcionamiento del Gobierno y el Estado. Casi todos los programas de humor que transmitían los canales privados de televisión incluían contenidos donde se recreaba esta prevalencia de la irresponsabilidad. Nadie se hacía responsable de la decadente y aberrante gestión gubernamental. De allí lo contundente de la imagen que logró transmitir el entonces Teniente-Coronel del Ejército venezolano en la conciencia de las y los venezolanos a partir de aquel acto de absoluta responsabilidad y valentía.
En los años posteriores, el Comandante Hugo Chávez junto a sus compañeros de armas involucrados en las insurrecciones militares del 4 de febrero y 27 de noviembre de 1992, asumieron las consecuencias jurídicas, políticas, penales, económicas y familiares de haber organizado y ejecutado ese intento por deponer el desprestigiado y anti-popular gobierno de Carlos Andrés Pérez. Durante más de dos años permanecieron estos militares presos y sometidos a juicios, manteniendo la disposición a darle continuidad al movimiento político que desde los componentes militares habían conformado en torno a las ideas y referencias éticas del Libertador Simón Bolívar. En esos años las elites gubernamentales de los Estados Unidos y sus socios menores de la OTAN, imponían por medio de sus principales instrumentos de dominación económica y extracción de plusvalía (FMI y Banco Mundial), y contando con el apoyo entusiasta de las elites políticas que dominaban la mayoría de los gobiernos de América Latina y el Caribe, los ajustes jurídicos y económicos para regular-reducir el poder de nuestros Estados, privatizar todas las empresas públicas, así como la salud, educación, seguridad social, transporte, vialidad, viviendas y todo cuanto significara transferir gigantescas cantidades de capital hacia los centros financieros y empresariales de los Estados Unidos, Europa y Japón. A cambio se incrementaba la pobreza y una profunda exclusión social entre las grandes mayorías de habitantes en nuestros espacios territoriales, afectando también a los sectores denominados como clases medias, que veían como las altas tasas de interés, la incontrolada especulación y la creciente inflación desvanecían sus aspiraciones de ascenso social y consolidación del anhelado bienestar familiar.
Después de obtener la libertad y recuperar el ejercicio de sus derechos políticos, la mayoría de los rebeldes militares decidieron avanzar en sus actividades por lograr un país que diera continuidad a las luchas por la independencia, la soberanía y un verdadero bienestar para la mayoría de las venezolanas y venezolanos. En esta actividad fue indispensable superar serias dificultades económicas, políticas y además enfrentar el hostigamiento permanente que los organismos de policía política (DISIP) e inteligencia militar (DIM) y otros organismos policiales mantenían contra ellos en sus desplazamientos por el país, cuando intentaban conformar un movimiento político sustentado en dos pilares fundamentales que hicieran posible levantarlo y luego sostenerlo: el civil y el militar.
Este es otro de los logros y éxitos políticos de Hugo Chávez Frías en el proceso de conversión de un humilde militar venezolano, con profunda vocación política, sólida sensibilidad social y una clara definición anti-imperialista en un líder capaz de reunir a su alrededor variadas corrientes políticas revolucionarias de civiles y militares que entendieron y asumieron que solo con una firme e indestructible alianza y unidad, es posible construir un país independiente, soberano, social y étnicamente incluyente, integrador de latinoamérica y el caribe, orientado hacia una modelo de sociedad que se define como Socialismo del Siglo XXI. En este proyecto se incorporan las diversas formas de propiedad social, se garantiza el derecho al bienestar de todos y todas las habitantes del país, además cultiva y ejercita la integración complementaria y solidaria con los pueblos de América Latina y el Caribe, se promueve la paz y rechaza de manera firme y categórica la violación de las soberanías de los pueblos y sus legítimos derechos a vivir de acuerdo a la decisión democrática de sus mayorías.
En este proceso de conversión del Teniente-Coronel Hugo Rafael Chávez Frías en un líder revolucionario exitoso destaca también el lograr dirigir la conformación del más grande movimiento político organizado que ha existido en la Venezuela del siglo XX y lo que va del XXI, combinando esta extraordinaria acción política nacional con una participación protagónica en la exigente dinámica internacional que ha dado excelentes resultado por sus audaces y sostenidos esfuerzos para promover la unidad y la integración regional. Nos referimos a organizaciones e iniciativas como el ALBA, UNASUR, Petrocaribe, el SUCRE, MERCOSUR y la CELAC. Es indudable que ante la redefinición de las relaciones políticas, militares y económicas de Venezuela en el escenario internacional, abriendo crecientes y beneficiosas vínculos con países como China, Rusia, Cuba, Brasil, Bielorus, Irán, Argentina, Uruguay, Bolivia, Ecuador, Nicaragua, países del Africa, Portugal, Italia, Colombia, India, el Caribe en general, Japón y los propios Estados Unidos, desde una postura absolutamente independiente y soberana, las elites imperialistas que dominan los gobiernos de los Estados Unidos y sus socios menores de la OTAN, desarrollan diversas actividades encubiertas para promover la desestabilización, la incertidumbre, el miedo y el rechazo violento a las políticas de bienestar para las mayorías que se ejecutan en este país.
Frente a estos procesos de transformación revolucionaria de Venezuela y su impacto en otros países de la región, al demostrar que es posible organizar nuestras economías y nuestras sociedades, rompiendo con las imposiciones y directrices que los organismos económicos al servicio del imperialismo que dirigen las elites gubernamentales de los Estados Unidos y sus socios menores de la OTAN (FMI y Banco Mundial) intentan imponer en el mundo para aumentar su voraz acumulación de capitales, es indudable que estos centros de poder económico, militar, científico-técnico y político intentarán desestabilizar y hacer fracasar estos proyectos alternativos independentistas, soberanos e incluyentes en lo étnico y social. No es solamente por tener Venezuela la más grande reserva probada de petróleo del mundo, una de las mayores reservas de gas, grandes yacimientos de hierro, oro, coltán y otros minerales, inmensas riquezas derivadas de sus costas, grandes reservas de agua potable y biodiversidad, además de su ubicación estratégica de entrada hacia Suramérica. También es muy importante que la Venezuela de hoy, con un liderazgo claramente comprometido con las mayorías populares y con la integración regional, con evidentes y tangibles resultados en sus indicadores de bienestar para toda la población, no alineada con los planes de dominación de Estados Unidos y sus aliados, se convierte en una referencia mundial que los imperialistas y sus socios de la derecha local buscarán permanentemente golpear y hacer naufragar.
Es en estas circunstancias, cuando el liderazgo civico-militar que conforman los pilares fundamentales del proyecto que lideriza el Comandante-Presidente Hugo Rafael Chávez Frías, requiere asumir la responsabilidad histórica de meterle el cerebro, los hombros, los brazos y manos, el cuerpo, las piernas, el alma y la conciencia histórica y política para ayudarlo a sostener, defender y profundizar este hermoso proceso de construcción revolucionario democrático, popular y sustentado desde los aportes culturales más diversos. Este esfuerzo requiere la participación protagónica de las mayorías populares en su defensa y profundización, porque el presente y futuro de estos sectores sociales está amarrado a la orientación y ritmo que mantenga este proceso liderizado por el Presidente Chávez.
El imperialismo cuenta con variados mecanismos para desestabilizar, asesinar, ablandar, chantajear, presionar, posicionar ideas y valores, confundir y dividir las fuerzas que se resisten a su dominación. En sus diversos laboratorios militares, de inteligencia y contra-inteligencia, científico-técnicos, académicos, artísticos-estéticos y comunicacionales se preparan variadas iniciativas para afectar a estos procesos revolucionarios y avanzar hacia la conquista de sus aspiraciones de dominación universal o globalizada. Una de las grandes aspiraciones de las élites imperiales que dominan la política exterior de los Estados Unidos y la de sus socios menores de la OTAN, es apoderarse del control de los suministros de petróleo y gas ubicados en Oriente Medio, Asia Central y América Latina, así como controlar las rutas internacionales por donde fluyen estos y otros importantes recursos. El objetivo estratégico es intentar frenar el desarrollo económico de países como China, Rusia, India y Brasil, para ello han desatado toda esta política de incentivar conflictos internos en diversas regiones, proveerles armas a los grupos enfrentados, adelantar campañas contra gobiernos soberanos y luego utilizar organismos controlados por ellos como el Consejo de Seguridad y la propia ONU para ejecutar acciones de guerra contra estos, acabando con la mayor parte de su infraestructura (devolverlos a la edad de piedra ha dicho uno de estos imperialistas), invadiéndolos, imponiendo gobiernos títeres y sometiéndolos al pago de deudas eternas por los “gastos ocasionados” a la OTAN para destruir estos países y sus habitantes. Los ejemplos de Yugoslavia (con el señor Javier Solana alto dirigente del Partido Socialista Obrero Español-PSOE, dando los partes diarios de la destrucción de un pobre y escasamente armado país desde la vocería de una perversa y patotérica OTAN) bombardeado, invadido y dividido luego en 6 países endeudados y empobrecidos. Los casos de las invasiones y agresiones contra Afganistán, Irak, Palestina Libia, Siria y el plan anunciado reiteradamente para destruir la mayor parte de la infraestructura de Irán así lo confirman.
Es por ello que la unidad de los revolucionarios y revolucionarias venezolanas en torno al liderazgo del Presidente en ejercicio y re-electo Hugo Chávez, es la principal responsabilidad histórica actual. Los laboratorios de la desestabilización imperialista y sus aliados dentro del país siempre trabajan para abrir o descubrir posibles rendijas por donde lograr filtrar sus acciones contra el avance de este proceso socialista de cambios alternativos y contrastantes con el modelo capitalista que ellos tratan de imponer en el mundo de hoy. Por ello, ante el proceso de recuperación post-operatoria que sigue el Presidente Chávez, estos laboratorios de la conspiración aumentan sus actividades e iniciativas. Debemos enfrentar y neutralizar la creciente ola de rumores, chismes, informaciones de prensa falsas, la colocación de expresiones en voz de dirigentes y funcionarios que no las han emitido, así como la utilización descontextualizada de opiniones. Debemos mantener la firmeza y el compromiso revolucionario derivado de la ética bolivariana, frente a los susurros y sutiles estímulos del ego humano provenientes de las más variadas fuentes. Por ello considero que esta es una oportunidad estelar para que el liderazgo civil y militar, junto a los sectores populares mayoritarios, que constituyen los pilares fundamentales de este proyecto exitoso, quienes además se han formado en su mayoría al lado del Presidente Chávez, asuman la corresponsabilidad constitucional de ayudar al compañero convaleciente y en proceso de recuperación, para mantener el funcionamiento cohesionado del Gobierno y el Estado, así como garantizar la unidad de las fuerzas políticas y sociales que apoyan la revolución. Las diferencias derivadas de aspiraciones por liderazgo, para acceder a cargos burocráticos, deseosos de mayor protagonismo público y por ubicaciones en los procesos electorales pasados y futuros, deben procesarse a lo interno, aplicando los mecanismos más adecuadas, pertinentes e inteligentes para controlarlas y resolverlas. No podemos abrir rendijas por donde entre el veneno de la conspiración que intenta socavar la UNIDAD.
¡Unidad, Unidad y Unidad! ¡Independencia y Patria Socialista! ¡Viviremos y Venceremos!
*Historiador-Profesor de la UCV
Correo: germilio.yeco@gmail.com