Quería escribir algo desde el pasado 5 de marzo, fecha en que fallece Hugo Chávez Frías, sin embargo me invadió una gran tristeza mezclada con nostalgia, un sentimiento de no se que hacer, no se que escribir, no se a donde ir…
Nicolás Maduro me pareció la opción más correcta para suceder a Chávez en el bando político de la revolución, Chávez no se equivoco al elegirlo y parecía fácil repetir los 10 puntos de ventaja en las elecciones sobrevenidas, sobre todo tomando en cuenta el efecto que dejo en el subconsciente del venezolano la muerte de Chávez.
Comparar a Chávez y Maduro, en su discurso, en su forma de hacer política, en el desarrollo de su personalidad pública fue en muchos casos lo común en la mayoría de quienes veíamos el desarrollo de la campaña electoral, la conclusión siempre era: “es que Maduro quiere imitar a Chávez”. Por otro lado la oposición siempre intentaba eliminar a Chávez del discurso a tal punto que hizo parecerlo tal cual Lord Voldemort de la serie Harry Potter: El Innombrable.
En mi espacio de trabajo era inevitable hablar con mis estudiantes sobre el venidero proceso electoral, soy docente en un liceo publico donde el 100% de los estudiantes provienen de familias humildes, de clase baja y 90% de ellas beneficiadas por las políticas de Chávez. Ni hablar de los beneficios que estos estudiantes, cuyas edades oscilan entre los 14 y 16 años, reciben: educación gratuita, subsidio en pasaje de estudiantil cercano al 80%, libros gratuitos, comedor de lunes a viernes completamente gratuito, becas, computadoras.
Una gran mayoría de esos estudiantes mantienen una posición política incipiente de oposición, reacios a un candidato cuyo oficio fue muy parecido al de sus padres pero a favor de un carajo cuya familia es dueña de negocios, explotadores por naturaleza y añoradores de abolengo. Estos muchachos, que votarán en 6 años para elecciones presidenciales, llevan inoculado en su cerebro el veneno de la discordia burguesa. Viendo este escenario me pregunte: “Coño, ¿donde se equivoco el comandante Chávez a nivel educativo?, ¿no deberían ser estos muchachos quienes garanticen el futuro inmediato del proceso revolucionario en el cual se han criado, beneficiado y educado?”
Creímos que la “victoria perfecta” iba a ser el tributo perfecto para la memoria del comandante, pero nos cayo un tremendo balde de agua al recibir los resultados de las elecciones, apenas 300 mil votos de diferencia. Asombro mayor el aumento en casi un millón de votos al capital político de Capriles. ¿Por qué ocurrió tamaño desfase y desplazamiento de votos?.
Saboteo eléctrico, desabastecimiento, devaluación, delincuencia, inseguridad… todas estas cosas pueden haber llevado a que mucha gente con una débil formación política, con un vago sentido de clases huyera despavorida a darle el voto a Capriles, pero creo que hay una causa mucho más de fondo: la educación.
Allí mismo donde laboro puedo encontrar la causa de un triunfo con sabor a derrota, es la escuela, los liceos y la universidad donde el gobierno ha debido, sin miedo, sin ningún tipo de chantaje, plantear la escogencia del sistema político que deben escoger esos muchachos como proyecto de vida. Ya nosotros, los adultos no tenemos mucho que elegir, por lo general ya hemos tomado las decisiones de vida; pero los jóvenes que votaran en el futuro para decidir el rumbo de nuestro país se les deja un “libre albedrío” político, este “libre albedrío no es tan libre, familias enteras reciben a diario toneladas de antivalores nacionales, antivalores de clases, que hace en definitiva que, una persona termine apoyando a su futuro verdugo.
El estado que debería proporcionar el conocimiento a los jóvenes sobre dos proyectos políticos: Capitalismo y Socialismo, no enseña las virtudes y defectos de cada uno y deja al “libre albedrío” la elección de tan trascendental aspecto de vida. Ese muchacho, independientemente de la escogencia que haga de su perfil político, debe ir a la casa y llevar el conocimiento recibido, ejecutarlo y corregir en caso de ser necesario. Cuando Chávez intento reformar definitivamente la educación, salieron chillando los sindicaleros, se difundieron rumores asquerosos y lamentablemente el gobierno cayo en el chantaje.
Ganamos, si, Maduro logro la victoria en tributo al comandante, pero fuimos testigos de una inmensa traición y deslealtad en casi 1 millón de personas. El escenario se hace más pesado y borrascoso para dentro de 3 años, o peor aún, en 6 años, cuando esa gran cantidad de adolescentes que hoy despotrican de Chavez y Maduro les toque ejercer su derecho al voto. Hay que agregar a este ambiente las poco o nulas acciones rectificadoras del gobierno nacional para intentar remendar entuertos a nivel educativo.
Amanecerá y veremos.
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