Un amigo me preguntaba, suponiendo erradamente que puedo darle mayores respuestas que las movidas por su propio razonamiento, a cerca de los resultados electorales. En su reflexión me comentaba que se sentía “desesperado” al ver este aparente retroceso de la revolución al haber perdido votos y que después de catorce años, haya aun gente que traiciona, que después de 14 años aun no nos hayamos industrializado y aun no tengamos la independencia tecnológica, alimentaria y económica que aspiramos.
Le di una respuesta superficial, pero, su necesidad y su legítima preocupación, me llevaron a razonar de forma un poco más ordenada, sobre si estamos en un retroceso, en un estancamiento o en una encrucijada de nuestro proceso revolucionario.
En principio, el resultado electoral más que un retroceso, es un momento estelar. Nadie estaría hablando de revisión, de combatir la corrupción o de radicalizar la industrialización si hubiéramos ganado por dos millones de votos. Además, más allá de cualquier legítimo cuestionamiento, debemos entender que hay más de siete millones y medio de personas que entendieron y entienden que el enemigo no es una persona (Capriles) sino el modelo económico o los intereses que ésta defiende. Millones que entendieron que votar por Maduro no era votar por él, sino a favor de un Plan que discutimos y aprobamos bajo el liderazgo de Chávez. Más allá de la presencia física de Chávez hay casi ocho millones que con sabotaje eléctrico, con medios de comunicación en contra, y sin el comandante de cuerpo presente, entienden claramente el proceso, votaron por un plan y saben por qué lo hicieron.
En segundo lugar, ¿Quiénes están guarimbeando por el supuesto fraude? Muchachos jóvenes que tienen tiempo libre debido a que las universidades privadas y las autónomas (que son casi lo mismo) no están trabajando. Jóvenes valiosos, que nacieron o se criaron en tiempos de revolución y gracias a eso, no tienen la más mínima idea de los que es una represión policial REAL, ni saben lo que fue la DISIP o la DIGEPOL. Ni sufren la gastritis que nos dejó el vaso de leche escolar de Carlos Andrés o la destrucción familiar de la cuota balón de Caldera con su corralito financiero. Jóvenes que no votaron nunca cuando era un tarjetón por partido y votabas a mano en un pupitre a la vista de todo el mundo, y que cuando votabas por AD tenías que consignar en donde trabajabas, el tarjetón sobrante de COPEI o PCV para demostrar que eras “leal” a los adecos. Jóvenes que no vivieron las zonas rurales donde no había cédula pero si había carnet de AD. Y no me digan que ahora se pide carnet del PSUV porque además de que no existe, basta verificar la cantidad de escuálidos que participan de “mi casa bien equipada” que tienen su centauro o su Dongfeng y la cantidad de camaradas en lista de espera para demostrar en la práctica que en revolución los niveles de discriminación política son drásticamente menores.
Los muchachos que protestan no vivieron la época de la recluta donde sólo los pobres iban al servicio militar terminando como jardineros en la casa de un militar de alto rango, ni vivieron cuando a Blanca Ibáñez por ser amante de un presidente, le regalaron un título de abogada en una universidad famosa del país sin haber cursado estudios, decidía sobre asensos militares y llegó a vestirse de general durante la famosa tragedia del limón.
Si algo debemos reprocharnos es haber atendido esos jóvenes desde el punto de vista recreativo, pero no desde el punto de vista documental, ideológico, político y de participación.
El proceso revolucionario, es un proceso en extremo joven. A penas tenemos 55 años con elecciones directas que se viene perfeccionando como sistema desde hace apenas diez. La revolución tiene cronológicamente catorce años, pero el primer plan socialista se generó en el 2007; antes, hubo un proceso constituyente, una redacción y aprobación de la constitución, unas leyes habilitantes y una serie de paros, guarimbas y golpes de estado, que tuvimos que vivir para lograr defender esos modestos avances. No fue sino en 2007 cuando había condiciones para redactar un plan coherente pues antes de eso, no había las condiciones constitucionales ni políticas para tal fin.
¿Podíamos industrializar el país en 2007? Teníamos un pueblo con altos márgenes de pobreza extrema real, que hacía cacerolazos no con ollas RennaWare como hoy en día, sino con latas de leche vacía para protestar por el hambre y la miseria de entonces. Teníamos altos índices de analfabetismo y una población flotante de bachilleres sin cupo en las universidades que ascendía a millones.
Se propuso entonces (2007) diseñar un plan con siete líneas estratégicas de las que quiero referirme a dos: “Superación de la miseria material y espiritual” y “Democracia participativa y protagónica”. La primera implicaba construir viviendas, elevar los niveles de acceso a la nutrición (Mercal, PDVAL) a la salud (Barrio adentro I, II, III) alfabetizar (Misión Robinson) ubicar a la población flotante en universidades (UNEFA UBB) y generar planes para oficios productivos (INCES Vuelvan CARAS). La segunda, implicaba pasar de una participación ciudadana se limitara a simplemente elegir gobernantes, a tratar de autogobrenarse con consejos comunales, cooperativas, comunas etc., además de alcanzar una nueva dimensión de la participación con la figura de los referéndums revocatorios para autoridades de elección popular y para la aprobación de la constitución misma o cualquier ley bajo la figura de “pueblo legislador”.
Ese proceso nos tomó (y seguimos en eso) siete años, 2007-2014; en mi opinión, un tiempo extremadamente muy corto, dado que se trata de un cambio de paradigma radical que se traduce en analfabetismo cero, cero población flotante, cientos de miles de viviendas de primera para el pueblo, alimentación garantizada, mayores niveles de acceso a bienes y servicios y en general una distribución más justa de la renta petrolera.
Ahora bien, el segundo plan (el que heredamos del comandante Chávez y que bajo el liderazgo de Maduro debemos llevar adelante) se conecta como una etapa inmediatamente posterior: Ponernos a producir superando el modelo rentista en socialismo y en paz.
Superar el modelo rentista implica construir un entramado industrial y agrícola que no pudimos hacer antes con la tasa de analfabetismo, de hambre, de miseria y de población estudiantil flotante que teníamos. Nos toca ahora construir una independencia financiera que no dependa del petróleo. Para ello, debemos generar propuestas empresariales concretas con nuevas formas de priorización del trabajo y nuevas formas de propiedad. Todo venezolano consciente debe estudiar discutir y poner en práctica el segundo plan de la patria, Si bien Maduro no es Chávez, el plan de la patria si lo es. Maduro no fue escogido para imitar a Chávez ni para sustituirlo, sino para darle continuidad al plan que junto a nosotros Chávez diseñó.
Otro fenómeno a observar es el de la participación. Muchos de los ahora profesionales de la UNEFA, de la UBB o que hicieron postgrado con las políticas revolucionarias, les aburren estar en el consejo comunal, o discutir el plan. Algunos (no todos) consideran que ya se homologaron y terminan seducidos por el discurso de la derecha. Muchos de estos profesionales se terminan homologando con el discurso de la mal llamada clase media ¿a qué se debe eso? ¿Cómo hacemos para que ese nuevo profesional entienda cómo y de qué manera pudimos garantizarle su derecho a la educación superior? ¿Cómo hacemos para que el estudiante de la UNEFA sepa y recuerde cómo era el sistema de acceso al antiguo IUPFAN? ¿Cómo hacemos para que nuestras universidades formen un profesional cuyos trabajos de grado no versen sobre asuntos abstractos sino sobre resolución de problemas reales de la comunidad de la que es oriundo? Necesitamos contadores que ayuden a los consejos comunales a auditar presupuestos, economistas que estén en el consejo comunal ayudando a armar el proyecto, arquitectos que diseñen para resolver un problema y no para impresionar; es decir, poner el conocimiento al servicio del proceso.
Por otro lado la corrupción y la burocracia no se van a resolver con más burocracia. No podemos generar una “oficina anti burocracia” para que la controle. La corrupción se disminuye drásticamente poniendo más y más gente a participar en el diseño y ejecución de los planes-proyectos que viabilizan las soluciones a los problemas de su comunidad. Transfiriendo mas y mas competencias a la gente organizada, tal y como lo indica el segundo plan que estamos obligados a estudiar y poner en relieve frente a cada acción que emprendamos.
Si usted tiene duda de lo que debe hacer como pueblo, como funcionario o como ciudadano, de cara a los días por venir, revise y discuta el segundo plan de la nación, discútalo a la sazón de estos comentarios. Participe y pasemos de colaboradores a activadores y de observadores a actores de la vida política. No solo en el trabajo, sino en el consejo comunal, en la patrulla del partido, en el círculo de amigos. De tal manera que estos resultados electorales en los que GANAMOS sean un momento estelar que estimule la verdadera organización…
@marcosmelendezm
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