“Toda creación es fruto de la libre iniciativa y llega a su término sostenida por el sentimiento de libertad e independencia”.
Los grandes hombres constituyen un ejemplo porque, siendo idealistas, innovaron en su época y se anticiparon a las siguientes generaciones. Ignoraríamos sus nombres si, creyendo imperfectible el pasado, no hubieran intentado superarlo. El rango es la gloria no es cronológico y los genios son admirados independientemente de su antigüedad.
La experiencia de mil siglos ha recorrido múltiples caminos en la exploración de lo desconocido y cada nueva generación podrá llegar más lejos por ellos o aventurarse por otros aún insospechados: las metas se alejan incesantemente y toda verificación plantea problemas que no podían preverse antes de ella. En cada etapa del saber humano, el amor a la verdad aconseja no considerar inmutables las hipótesis legítimas de las ciencias, pero obliga a reputar ilegítimas las que no concuerdan con sus leyes demostrables.
Cuando el pueblo ha aprendido a querer, y sabe lo que quiere no se detiene en buscar fuera de si los medios para ejecutarlo. Ningún fascista burgués, ninguna Iglesia, ninguna secta, ninguna camarilla, podrá sentir como él, intensamente, el ideal político, de verdad, de justicia, que él mismo ha concebido y que sólo él puedes realizar. Pueblo ten confianza en ti mismo, no sigas políticas ajenas, no subordines tú voluntad a otras voluntades, no te ampares de sombras que empañan, ni persigas protecciones que atan. De los que saben más, aprende, sin imitarlos; de los que ofrecen más, apártate, no pidas. Si eres capaz de realizar tu ideal, no los necesitas; si impotente, nadie te capacitará para realizarlo. Quiere, quiere con firmeza, con toda tu mente y con todo tu corazón, poniendo en querer lo mejor de ti, la fe de todas tus fuerzas.
El mérito del pensador, del sabio, del poeta, del artista, es el mismo en la cumbre o en el llano, en la gloria o en la adversidad, en la opulencia o en la miseria. Puede variar el rango que los demás le conceden; pero si es mérito verdadero, sobrevive a quienes lo otorgan o niegan, y crece, y crece, prolongándose hacia la posteridad, que es la menos injusta de las justicias colectivas. No podemos olvidar que, todos los que renuevan y crean, son subversivos: contra los privilegios políticos, contra la injusticia económica, contra la superstición dogmática. Sin ellos sería inconcebible la evolución de las ideas y de las libertades, no existiría posibilidad de progreso.
Los espíritus rebeldes, siempre acusados de herejía, pueden consolarse pensando que también Cristo fue hereje contra la rutina, contra la ley y contra el dogma de su pueblo, como lo fuera antes Sócrates, como después lo fue el Precursor Francisco de Miranda, el Libertador Simón Bolívar, Carlos Marx, Federico Engels y como ahora lo es el Gigante Hugo Chávez. La rebeldía es la más alta disciplina del carácter, templa la fe y enseña a sufrir, poniendo en un mundo ideal la recompensa que es común destino de los grandes perseguidos: los pueblos veneran sus nombres y no recuerdan el de sus perseguidores.
—Sólo merecen el nombre de idealistas, los hombres que anhelan algún futuro mejor, contra un actual imperfecto. Sus doctrinas y sus obras provocan respeto o deleite, y es probable que durante muchos siglos despierten análogas emociones.
¡Bolívar y Chávez Vivirán Por Siempre!
¡Hasta la Victoria Siempre!
¡Viviremos y Venceremos!