El nido de la serpiente

Los que ya tenemos luengos años de vida, y hemos prestado atención al devenir político ideológico de la corriente imperial en nuestro país, nos toca como deber ineludible el tratar de iluminar a las nuevas generaciones en el de cómo se fue gestando el proceso de identificación de importantes sectores de la población, con el paradigma político ideológico norteamericano, y con la forma de vida de su clase media como modelo a seguir. Al respecto quiero recordar que ya desde antes de la llegada de los gringos, y a partir de la explotación petrolera, a pesar de los intentos igualitaristas representados por la corriente Zamorana durante la guerra federal, las atávicas diferencias de clase social provenientes del estamento colonial aun persistían en forma solapada, ya no solo desde el punto de vista “racial”, si no desde el punto de vista de posicionamiento social (hay un chiste de Leo, el famoso criador del periódico Fantoches durante la dictadura Gomecista, que ilumina la antedicha situación en referencia a las clases sociales en el país : “se muda a la para la época recién creada Urbanización del Paraíso en Caracas, una nueva familia, y la vecina envía a una de sus empleadas domesticas a averiguar quiénes son los recién mudados; a la vuelta de esta, la doña la interroga y pregunta ¿son blancos?, y la empleada le contesta afirmativamente, pero bancos….blancos, nueva afirmación de la empleada domestica, pero blancos….blancos…..blancos, y la respuesta de la empleada es, mire doña en este país nadie aguanta esos tres golpes”.

Pues bien, antes del inicio de la explotación petrolera y a raíz del intervencionismo yanqui en Latinoamérica, nace dentro de la intelectualidad Venezolana, así como en la de múltiples países latinoamericanos una fuerte corriente anti imperialista, identificada esta con la preservación de nuestro acervo hispánico, corriente esta, identificatoria de nuestras diferencias de usos, costumbres y modo de pensar, en contraste con la de los a los gringos a los que clasificaban como los “barbaros del norte”. Exponentes de ese antiimperialismo, son personajes tales como Rufino Blanco Fombona, Cesar Zumeta, y hasta el legendario Nogales Méndez, que sin ser anti independentista se suma al ejército español, al saber de la intervención yanqui en Cuba, portando estos últimos como excusa, el estandarte de “ayudar” a la independencia de esa nación hermana.

Este planteamiento ideológico, prendió de manera general en estamentos importantes de nuestra población, y en especial sobre nuestras clases de mayor nivel educativo (debiéndose aclarar, que estos sectores sin dejar de estar orgullosos de nuestra gesta independentista, para nada se sentían desligados de la cultura hispánica como dote étnico cultural para ellos inalienable).

Esta aversión hacia el dominio del norte sobre nuestros países, comienza a cambiar, a medida que el control extranjero sobre la explotación petrolera, inicia la creación de un nuevo paradigma ideológico cultural, que terminará por borrar en las nuevas generaciones estos conceptos anti imperialistas, esgrimidos por toda una generación de intelectuales desde mediados del siglo diecinueve hasta bien entrado el siglo veinte (recuerdo de niño, inmediatamente después de la segunda guerra mundial, como durante una conversación de personas mayores, él para entonces obispo de Valencia, se refería al idioma Ingles, como un idioma de animales).

Con la explotación petrolera, modas y costumbres gringas comienzan a permear transculturalmente a las clases acomodadas del país, así el brandy de amplia difusión Guzmancista, paulatinamente lo va sustituyendo el whisky en las fiestas y saraos de las altas clases sociales, hasta ir permeando globalmente a todos los estratos de la clase media y algo más allá, aunque por esos contrasentidos de la historia, no se trataba de ese “kerosene” que los norteamericanos llaman whisky, si no del más fino escoses (¿la preferencia por este licor habrá sido introducida por la Shell, consorcio petrolero anglo holandés?).

Para la dominación norteamericana en dicha época, resultaba un importante escollo a su dominación, el acendrado patriotismo inculcado a nuestros ciudadanos desde el hogar hasta más allá de la educación escolar, y eso había que permearlo. Comienza así una insidiosa labor de propaganda, dirigida fundamentalmente a los niños a través de las tiras cómicas exaltando los valores de sus héroes de papel, Superman, Batman, y similares congéneres, trasmisores todos del éxito sobre “el mal” por el esfuerzo individual, sobre un trasfondo de la pasividad o incapacidad del colectivo social, que a la postre gracias a la acción de estos héroes, a los cuales como agregado, sumaban la exaltación del heroísmo, que paralelo a los mismos representaban en el mundo real los famosos “marines”, ejecutores también del triunfo sobre el mal. Siendo a su vez “el mal” caracterizado acorde a los intereses político económicos que para cada momento histórico a los gobiernos estadounidenses le ha convenido, (llámese “bandidos rebeldes”, en el caso de la gesta de Sandino en Nicaragua, o bien “perros amarillos” en su lucha contra los Japoneses en la segunda guerra mundial, “comunistas”, “terroristas en el caso actual”, y más recientemente “gobiernos totalitarios que atentan contra la democracia”, como en el caso de Venezuela incluido.

Así como el lema de “llevar la civilización” fue la excusa colonizadora de los pueblos de África o Asia por el viejo colonialismo europeo, en el caso de los gringos fue y sigue siendo la defensa de la “libertad y la democracia” como su lema de conquista (libertad de comercio en realidad, y democracia como sinónimo en plegarse a sus designios político económicos). Así para ellos el régimen de Arabia Saudí es democrático, como siguen siendo las dictaduras de varios países asiáticos que tienen como aliados, tales como en el caso de Pakistán por ejemplo, y como lo fueron las dictaduras latinoamericanas, hasta cuando a sus intereses les convino.

Pero volviendo a Venezuela que es a lo que este articulo se refiere. A las tiras cómicas como poder de dominación se fueron sumando las películas para niños, las inolvidables series de los sábados, con el Capitán Maravilla (aun la alienación no había llegado a que lo llamáramos Capitán Marvel) entre otros héroes norteamericanos, luego las acciones de guerra contra los Japoneses en el Pacifico (me rio retrospectivamente de cómo los heroicos pilotos gringos con sus pesados cazas P40, derribaban con facilidad a los agiles aviones Zero japoneses al inicio del conflicto, cuando en la realidad era todo lo contrario). Es sorprendente como fue calando este lavado de cerebro en la mente infantil, muchachos mestizos con sus ojitos rasgados se identificaban con los rubios norteamericanos sin darse cuenta de que su fenotipo era más cercano al de los odiados japoneses (no es el caso de los pueblos asiáticos, Vietnam en particular, que lucharon contra la dominación nipona, así como posteriormente lo hicieron contra los Franceses y al final contra los Estadounidenses, para luego tener escaramuzas de importancia con el ejército Chino, sin perder en ninguno de estos casos su propia identidad). Sin hablar de los edulcorados cuentos de hadas de prototipo Walt Disney, manipulados a favor de los intereses del capital, y por ende de los intereses norteamericanos, cuyo abierto representante animado, es el tío rico Mac Pato, multimillonario tacaño pero en el fondo de “buen corazón”.

Todo este acervo transcultural foráneo proveniente de un país súper industrializado, nos hacía avergonzar cuando niño de no encontrar en nuestro pobre país subdesarrollado, nada que pudiera ser representativo de nuestra grandeza como nación, solo nos quedaba la epopeya heroica de haber dado la libertad a medio continente; pero para los gringos esto también era un problema que debía ser subsanado en aras de su control absoluto. Comienza así en forma progresiva la crítica interna hacia los programas educativos, disidencia para mi estudiada y programada desde los laboratorios de dominación norteamericanos (mi aseveración anterior coincide con el ataque y destrucción llevado a cabo por los Estados Unidos, solos o por interpuestos contra toda manifestación histórico cultural de grandeza en los pueblos por ellos invadidos, como sucedió en Irak y sucede hoy en Siria por ejemplo).

Ya en época de Pérez Jiménez se comienza en aras de la tecnología, a disminuir la enseñanza de las materias humanísticas, incluyendo la enseñanza de la historia, tanto en lo referente a la historia universal, como a nuestra propia historia patria, al final dichas materias son casi eliminadas de los pensum de estudios tanto primarios como secundarios, y también al final lo tecnológico termina siendo una “mamarrachada”, y los estudios dejan de enseñar a pensar para convertirse en un enseñar a memorizar, la capacidad abstractiva queda reducida al aprendizaje del buen manejo de los medios electrónicos que son los que darán todas las respuestas, y me estoy refiriendo a la educación pública, ya que la privada si fue aumentando en calidad, siendo su direccionalidad dirigida hacia las clases altas y medias del país, en su gran mayoría identificada consciente o no, con el paradigma ideológico cultural norteamericano, educación ésta, suministradora de modelos acabados de futuros dirigentes “nativos”, defensores del capitalismo y el libre mercado.

Hoy por hoy, y con todos los defectos que puedan atribuírsele, el Estado Venezolano a partir de Chávez, se encuentra en la vía de recuperar por todos los medios los espacios del enseñar a pensar perdidos y el rescate de nuestros valores y necesidades autóctonas.

A su vez y a medida que fue pasando el tiempo la alienación mediática se fue profundizando, vemos así como las películas gringas van ocupando profusamente las carteleras, solo las películas mexicanas le hacen la competencia, dándose el caso de que siendo las películas gringas habladas en ingles con subtítulos en español, su público fundamental es la clase media que identificada con él “progreso”, consideraba de mal gusto ver las películas mexicanas, a su vez el pueblo llano se sentía más identificado con los temas de estas últimas, además de que dada su poca o nula escolaridad para la época, no necesitaba fatigarse leyendo los subtítulos de las películas gringas. Un cierto repunte del cine neorrealista italiano, se observó dada la afluencia de dicha emigración al país en los años 50 del pasado siglo. Poco a poco las distribuidoras de película inclinan la balanza hacia el cine norteamericano hasta llegar al monopolio total de dicho cine en referencia a lo que quieren permitirnos ver. Con el Chavismo y la ayuda del Estado el cine nacional este ha centuplicado su producción, y a las distribuidoras el Estado les ha obligado a poner en pantalla a las producciones cinematográficas nacionales.

La aparición de la televisión que gracias a las regulaciones del Estado, en su inicio no solo sirve de medio informativo, si no que sirve de promotora cultural de cierta calidad, a la caída de la dictadura Pérez Jimenista, progresivamente va abriendo espacios a la desinformación y la chabacanería, matizado con las consabidas películas gringas vendedoras de el modo de vida norteamericano, incluyendo a sus “heroicos personajes” de la CIA y del FBI (ya el Macartismo dentro de los Estados Unidos había inferido una herida de mucha gravedad al séptimo arte, doblegando, apartando, encarcelando, o haciendo ir de ese país, a los directores y actores no acordes con el libreto oficial temático del Departamento de Estado), al final entre novelas de mal gusto y la inundación de la televisión por cable o directamente satelital, una avalancha de películas gringas de pésima calidad, donde la violencia, el esoterismo plagado de monstruos de ultratumba, y las “hazañas” de los cuerpos policiales y de las Fuerzas armadas gringas, con la añadidura de canales informativos, nacionales, e internacionales sesgados hacia los intereses del imperio, terminan por convertir a este medio en un nuevo modelo educativo no formal transcultorizador (es un acierto del gobierno venezolano, no solo ocupar múltiples espacios televisivos para exponer su verdad, si no también la creación de canales internacionales de calidad como Tele Sur y el programa Dossier).

Todo lo anterior y más, ha terminado por permear al conglomerado social, y en mucho mayor grado a los profesionales y clase media en general, sobre todo a los descendientes de los europeos emigrados a este país después de la segunda guerra mundial, formados familiarmente en forma lejana a nuestras costumbres, sobre los cuales una educación casi totalmente neutra (hasta hace poco), en cuanto a nuestra historia y valores patrios, ha impedido su consustanciación y amor hacia nuestros propios intereses como nación, cerrando fila hoy con los más negros intereses anti patria. Válgame en este punto una vivencia personal: “siendo hijo de extranjeros llegados al país a inicios del siglo XX, de padres que por amor a la patria que los había visto nacer jamás se nacionalizaron, a pesar de lo cual en mi hogar nunca se dejo de inculcarme el amor a Venezuela, cuya historia mi padre en particular veneraba; recuerdo antes de perderlo prematuramente, siendo yo muy niño, las visitas al campo de Carabobo, papá mandaba a detener el carro y señalaba aquí cayó Plaza, y más adelante aquí cayó Cedeño y a continuación aquí cayó el Negro primero”.

Para terminar creo con este escrito haber contribuido a desentrañar la génesis transcultural, que hoy por hoy aliena a un sector importante de la población, nido que sumado a los defectos y errores existentes en este proceso político reconocido a nivel mundial como el Chavismo, han contribuido a crear una situación de confrontación social, que aunque quizás pudiéramos enmarcar dentro de la lucha de clases, tiene poco que ver con la oposición de los contrarios Capital y Trabajo.


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Arnaldo Cogorno C.


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