Chávez tiene una estrella

Con una mirada sincera y anhelante, quizás cabalgando a través de los tiempos y las nostalgias, Estrella Uribe rezó con fuerza desde los confines del alma y a través de cada latido y de cada palabra fue pronunciando el “Chávez nuestro” como oración y expresión espontánea del profundo amor que siente por ese extraordinario ser humano, ese espíritu gigante que fue, que es y será siempre Hugo Chávez Frías, quien marcó el final de la Cuarta República y proclamó la llegada de la revolución liberadora y emancipadora. Ahora, al igual que somos cristianos por ser seguidores de Cristo, el Hijo de Dios, también somos chavistas por ser seguidores del pensamiento y del proyecto ideado por nuestro Comandante Supremo. Y como la oración es el aliento del alma y del espíritu, el pueblo venezolano nunca dejará de orar por los seres buenos, por los humildes, por los hombres y mujeres que de verdad lo dieron todo por construir una familia, un futuro y dejarnos una patria para defenderla y consolidarla. Hoy tenemos patria.

La oración de Estrella Uribe se trata una cuestión de lealtad absoluta de una compatriota, quien con esplendor de mujer segura y auténtica asumió las banderas de la fe revolucionaria para decirle al Comandante cuanto lo ama, cuanto lo ama su pueblo. Después de su ascenso espiritual a la gloria de Dios, muchos incautos e incrédulos opositores se creyeron el cuento que había llegado el final de la “era Chávez”, tal vez sin pensar ni imaginarse siquiera que él fue un ser de luz redentora que sembró la esperanza en el corazón de cada hombre y cada mujer venezolana. Hoy su recuerdo es un legado de aprendizaje y de enseñanza que se convierten en lecciones de vida para todo un pueblo que despierta cada mañana invocando su nombre para no desmayar en la lucha diaria.

Esa lucha diaria más que un compromiso es el gran reto que tenemos por delante, de mantener la fe por nuestra revolución; de allí que debemos defenderla, impulsarla y consolidarla a cada segundo, a cada minuto. Defender a Chávez y su proyecto político es la expresión más grande de amor que le podemos expresar, tal como se lo ha expresado la compatriota Estrella Uribe, a quien conozco y hasta casi vecinos somos. Ella es una mujer que brilla con luz propia y ha desarrollado a lo largo de los años una conciencia política madura, tal como la desarrolló Camilo Torres, quien a propósito es “el cura revolucionario más célebre de la historia latinoamericana del siglo XX”. La convicción de su propia existencia y la creencia profunda en una causa, llevaron al sacerdote a tomar las armas para luchar contra las injusticias de una sociedad corrompida desde sus inicios por las clases oligárquicas y poderosas, quienes después de limpiar el fúsil asistían a misa para lavar sus pecados. Luego, al salir seguían matando y no han parado desde la guerra de los Mil Días.

Al igual que las que vivió el padre Camilo Torres, las circunstancias políticas que vivió Chávez le fueron muy adversas, pero aun así fue una persona tan inteligente que le importó un carajo ser inteligente. Se proclamó el ser más humilde, entregado en cuerpo y alma a su pueblo. Entregó sus fuerzas y sus energías por cada niño, por cada niña, por cada hombre, por cada mujer de esta patria y les devolvió de libertad de pensar y soñar. Esa es la fuerza, esa es la alegría, es la fe que tiene y que vive cada revolucionario y revolucionaria. Con las oraciones del pueblo, con las oraciones de la camarada y compatriota Estrella Uribe, podemos decir que Chávez tiene una estrella que iluminará su rostro hasta los días infinitos de la eternidad.


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Eduardo Marapacuto


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