Si se necesitara una prueba de que la ideología burguesa penetra hasta el tuétano a quienes se dicen de izquierdas y/o anticapitalistas, aunque sean reformistas –descarto, evidentemente, al partido de derechas autodenominado PSOE–, esta sería que no hubiera Unidad para derrotar al partido franquista. Que los cálculos electoralistas o las ansias de ser califa en lugar del califa impidieran un bloque unitario frente al fascismo y la reacción. Que la estrechez de miras y la ambición prepotente nos llevara, una vez más, a la derrota.
Quienes priorizan barrer a la “competencia” a toda costa, quienes derrochan prepotencia por el simple hecho de ser tratados más amablemente por las televisiones de la oligarquía, deberían hacérselo mirar. Todo lo que sube, baja. Lo que hoy son trompetas triunfales, mañana pueden ser lágrimas y crujir de dientes. Lo que hoy cae simpático, mañana puede causar repugnancia. "O quam cito transit gloria mundi", que decía Thomas de Kempis en Imitación de Cristo.
Es lo que tiene la soberbia: "Cuando los dioses quieren perder a los hombres, los vuelven ciegos. Y así siguen obstinados hacia su infortunio". Si no se lograra la Unidad –y ésta es imprescindible, urgente, prioritaria– habrá que plantearse apoyar a quienes más hayan apostado por ella o, como mínimo, a quienes menos palos en la rueda le pongan.
Ustedes mism@s, compañer@s.