Comenzando el presente año escuché muy atento cuando el Presidente Nicolás Maduro dijo durante una alocución en cadena nacional: “Dios Proveerá”, refiriéndose, creo, a la crisis financiera que mantiene al país sucumbido en una verdadera catástrofe. Mi interrogante sumada a la de millones de venezolanos, cuándo será el día que Dios proveerá, señor Presidente. Con el respeto de los hermanos cristianos, esta frase en nada se diferencia a la que he venido escuchando desde que era un niño. “Cristo viene”. Ya han transcurrido seis meses desde que usted le habló al pueblo, pidiéndole calma y resignación ante la difícil situación del país y las cosas siguen igual o peor.
Cómo pedirle más paciencia a un pueblo que no recibe ninguna respuesta del Ejecutivo ante la súbita hiperinflación que está acabando con el salario de los trabajadores, o el padre de familia que gana menos de un salario mínimo, con tres o cuatro muchachos que mantener, darles educación, alimentos, medicinas, vestirlos, pagar transporte y los servicios públicos del hogar. Cómo se digiere esta situación señor Presidente. No hemos mencionado el problema del desabastecimiento de los alimentos, de los delincuentes bachaqueros que venden los productos de primera necesidad al precio que les da la gana, la especulación, el desempleo, y tantas cosas que nos mantienen angustiados a todos por igual, porque nos sentimos vulnerados ante tanta anarquía.
Recuerdo que la “Revolución” pasó por momentos más difíciles durante los años 2002 y 2003, con un Golpe de Estado al Presidente Chávez, un paro petrolero y una huelga general o paro activo que aún no ha sido suspendido por sus convocantes de las centrales sindicales. El Presidente Chávez supo manejar la situación, y rápidamente las cosas fueron recuperando su normalidad, con la diferencia de que a esta fecha llevamos más de dos años de una supuesta guerra económica, y el Gobierno no ha dado en bola con ninguna de las medidas y los anuncios para disminuir el problema del desabastecimiento de los alimentos, aplicar la ley a los bachaqueros y devolverle la tranquilidad al pueblo que no resiste más esta terrible situación.
Considero que el pueblo ha tenido y seguirá teniendo mucha paciencia. No quiero ni pensar que en Venezuela llegue a ocurrir una situación similar al “Caracazo”, acontecida entre el 27 de febrero al 8 de marzo de 1989, bajo el segundo mandato de CAP, producto de unas medidas neoliberales recomendadas por el FMI. Vamos a seguir creyendo que “Dios Proveerá”, pero el Gobierno está en la obligación de tomar urgentes medidas para solventar la situación del país que cada día se torna más angustiosa.