Un viejo refrán dice…”más sabe el Diablo por viejo…que por Diablo”. Y esto no deja de ser verdad si lo aplicamos, en cierto modo, a la política venezolana en relación con las próximas elecciones parlamentarias anunciadas por el CNE para fines de año.
Hay mucha euforia ganadora en el chavismo oficial (curiosamente hay un chavismo no oficial que anda por allí, considerado casi como “leproso” por quienes tienen el mandador en la mano). Sinceramente, soy de quienes piensan que la cuestión electoral no está “a pedir de boca” como lo ven algunos camaradas y amigos del chavismo…contándome entre los “diablos” con más de Setenta años andando por los algunos pateaderos de la política venezolana. Andaba por los 14 años de edad, cuando un grupo de adecos y militares ( Delgado Chalbaud, Marcos Pérez Jiménez, Mario Vargas, Llovera Páez, etc., etc.) dieron al traste con el gobierno democrático del Gral. Isaías Medina Angarita.
Los adecos pasaron a ser de un grupo de “grupúsculos” a un partido aluvional…casi todo el mundo era adeco en el país; pero, por el asomo y aprobación de algunas medidas de corte democrático…los mismos milicos que los pusieron les sacaron del poder, iniciándose una dictadura (Pérez Jiménez), donde imperó la persecución, tortura, exilio y muerte de los opositores, por centenares (…siendo muy joven lo viví…no me lo contaron). Los adecos, luego de la dictadura, volvieron a ganar (con el nefasto Rómulo Betancourt) y empezaron a creerse los dueños del país, que gobernarían por siempre y la realidad les dijo lo contrario.
Pero el caso de los partidos aluvionales no solamente ha ocurrido en Venezuela, también en Colombia (conservadores y liberales), Perú (APRA), Argentina (Peronismo) y en el resto del mundo, lo que pasó en la URSS, etc. De allí que de esa historia abreviada, la muchachada venezolana de ahora debe tomar algunas lecciones y, muy particularmente, el PSUV que anda en un plan triunfalista, lo cual no significa que pretendamos verlos lloriqueando ante situaciones adversas de su gestión, sino que deben poner los pies sobre la tierra, enfrentando y resolviendo los graves problemas del área económica que como la riqueza y la gordura no pueden esconderse.
Debe practicarse de verdad la crítica y la autocrítica y gobernar con los mejores…por encima de las preferencias personales, porque el castigo para los engreídos y triunfalistas (en política) suelen ser muy dolorosos…A escaso cuatro meses del proceso y con los problemas que vive el país, el exceso de confianza y los actos “enlatados”, pueden resultar si no hecatombe…decepcionantes.