Ineficacia y corrupción Vs propaganda gubernamental y las medidas contra la delincuencia organizada

Si usted oye el discurso permanente del presidente Maduro cuyo oficio pareciera ser el de comunicador social a tiempo completo (ya que desde el alba hasta más allá de la media noche, no hay momento en que no esté declarando y pontificando sobre algo), se dará cuenta, acorde a lo que el primer magistrado expresa, que estamos en el país de las maravillas, y que las “pequeñas” molestias que padecemos es obra de factores externos englobados con el termino generalizante de la “guerra económica”, y juro que hasta mi persona que en materia política trata de ser analítica por encima de lo emocional, en ocasiones se emociona. El triste despertar del día siguiente tratando de conseguir ese pan nuestro de cada día que es el arroz por ejemplo, brilla por su ausencia desde ya hace algún tiempo en los anaqueles de los supermercados, y pongo como ejemplo el arroz porque es un producto de producción autóctona cuya abundancia desde la época de Pérez Jiménez, plasmó la expresión para recalcar lo abundante, con el termino popular de “hay como arroz”.

La verdad verdadera es que en mis ochenta años de vida jamás ni en sueños llegué a pensar que viviría este desastre económico que estamos viviendo, pasando de la abundancia de los productos importados más superfluos hasta la abundancia cuasi ilimitada de los productos de consumo básico de procedencia autóctona, a esta escasez a la cual se suma ahora desde hace algún tiempo, un sobreprecio superlativo generalizado de dichos productos de consumo, que si bien para la época de la IV republica su acceso era prohibitivo (al menos parcialmente) para un porcentaje aproximado de un 20% de la población, durante el periodo de Hugo Chávez en el poder hasta ahora en que se dispararon los precios, ese 20% poblacional tuvo acceso a los mismos.

No es un secreto para nadie la existencia de la llamada “boliburguesía” enquistada en el poder y enriquecida con los dineros públicos, producto esta, del cambio de los principios éticos revolucionarios por la lealtad absoluta al o a los lideres principales de esta “revolución”. El actual PSUV antes denominado MVR tiene como su meta principal el ganar elecciones, y su estructura para estos fines electoreros nace con Luis Miquilena, que de revolucionario sindicalista de los años cuarenta del siglo pasado, pasó a sindicalero, para terminar como empresario disfrazado de revolucionario; pero su ida del gobierno ante la posición digna del presidente Chávez, no significó un cambio estructural del partido MVR, sino que los lideres enquistados en él, profundizaron las enseñanzas de este nefasto personaje hasta el colmo representado por el PSUV en el día de hoy donde la corrupción y la ineficacia son el lugar común que lo representa.

Así si obviamos por un momento lo que ha significado el robo en cifras fabulosas de los dineros públicos, incluyendo en este olvido la llamada guerra económica, e incluyendo a esto la baja a la mitad de los ingresos petroleros, no hay excusa alguna para que el gobierno no centre en un 90% sus ingresos actuales en la adquisición de los productos básicos necesarios para la población, incluyendo en estos principalmente a los medicamentos, además de aupar de manera eficaz la capacidad productiva del país fundamentalmente en el área alimentaria, cualquiera otra actividad en el pro de generar votos, incluyendo la misión vivienda, debe quedar supeditada al logro del bienestar diario del venezolano en materia de alimentación, salud, y aseo (ya tengo más de un mes bañándome con detergente para lavar ropa), y esa medida a tomar hay que explicársela al pueblo que estoy seguro lo entenderá.

Quiero pasar ahora como otro tema, a las medidas represivas tomadas por el gobierno de Maduro tales como la OLP y las medidas de excepción en la frontera con Colombia en el Estado Táchira. A diferencia de la percepción que de ellas tienen algunos analistas políticos con los cuales me identifico ideológicamente, quienes las califican como una arremetida del capitalismo en contra de las clases populares, quiero acotar que como Estado a Venezuela no le queda más remedio que recurrir a ellas, y recalco “como Estado” porque ya no es posible negar la inestabilidad para el país en todos sus estratos sociales incluyendo en primer lugar los estratos populares, que crean tanto el hampa organizada, como los contrabandistas bachaqueros en la frontera con Colombia, así como tampoco se puede negar la infiltración paramilitar proveniente de dicho país, aclarando que dicha inestabilidad no lo es para provocar un cambio revolucionario, si no a favor de los intereses más sórdidos y egoístas propio de las bandas delictuales organizadas.

Que esto es producto de una política errónea de corte populista creada por el mismo Chávez, sin lugar a dudas de mi parte es una realidad, ya que no se puede dar sin formar educativa e ideológicamente a quien se le da, la tergiversación de lo anterior en pro de los intereses del estamento que lidera al partido del estatus en el poder en nombre de la unidad, es decir cambiar prebendas por lealtad a los lideres, es harina de otro costal, este gobierno jamás atentará contra esa mafia enquistada en la dirección del Estado porque ella es la espina dorsal que lo mantiene en el poder, cuyo cambio solo se logrará con el impulso de una organización popular revolucionaria; lo cual en estos momentos estamos lejos de obtener, tan lejos y al mejor estilo del fraccionamiento grupúscular de la izquierda en época de la llamada IV República, como el que ni siquiera se intenta lograr que los grupos que desean un cambio revolucionario, se reúnan de manera formal, para acordar objetivos comunes que los impulsen a ser una fuerza con peso especifico para poder ser tomada en cuenta por las bases populares.



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Arnaldo Cogorno


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