La Tecla Fértil

Revelaciones de Chomsky plantean una reorganización latinoamericana

Las estrategias Este- Oeste, viene determinando un balance de fuerzas económicas y militares, donde la evolución tecnológica de los sistemas de armas y la legitimación del discurso impulsivo viene arropando a latinoamericanos y a Venezuela, específicamente.

La burguesía venezolana, por su parte, tiene su proyecto económico avalado por una facción del naturismo, que viene negociando para controlar parte de esos dólares, desde la banca pública y que tienen dos exponentes claves para hipotecar el país, tienen entre sus nombres al magnate comercial, Lorenzo Mendoza y al ex ministro de Carlos Andrés Pérez, Ricardo Haussman, estos dos personajes ya hablaron con el Fondo Monetario Internacional,(FMI), y dejar al pueblo haciendo trizas sus estómagos y, de allí provocar un golpe social. Pactar con el FMI, significa someter a la comunidad venezolana a medidas de ajuste social que llevarían de nuevo a la nación a los peores momentos o tiempos de la IV República que precedió a la Revolución Bolivariana.

La receta Mendoza-Hausman-FMI ya la conocemos: eliminar las misiones sociales; liberar las tasas de interés; privatizar la educación, la salud, el agua y la electricidad; abolir la actual Ley del Trabajo y la joya de la corona: vender Petróleos de Venezuela y los 300.000 millones de barriles de la Faja Petrolífera del Orinoco que pueden obtenerse con la tecnología actual.

Esto demuestra el lado más cruel del proyecto económico de la burguesía venezolana, a la que no le importa negociar con uno de los mayores causantes de la pobreza en el mundo.

Ricardo Haussman fue uno de los principales ideólogos del plan de choque o paquetazo neoliberal aplicado en Venezuela durante el segundo mandato del expresidente Carlos Andrés Pérez, el cual trajo como consecuencia un fenómeno social conocido como El Caracazo. Entre el 27 de febrero y el 1 de marzo de 1989, la Fuerza Armada y los cuerpos de seguridad del país fueron enviados a las calles para detener el estallido social que, para muchos, significó el primer grito en el mundo contra el neoliberalismo. Cerca de 3.000 muertos y un altísimo número de heridos se registraron en esos días. Muchos de los asesinados tuvieron que ser enterrados en fosas comunes del Cementerio General del Sur, en un lugar conocido como La Peste.

Por su parte, Lorenzo Mendoza, dueño y presidente de Empresas Polar, principales productoras de alimentos del país, detuvo sus máquinas por más de 60 días entre diciembre y enero de 2002, con el objetivo de derrocar al gobierno de Hugo Chávez. Muchos en la oposición lo vislumbran como el candidato opositor frente al chavismo. Ya el plan para vender a Venezuela por pedazos está montado. No es casual que se haya sumado a la conjura contra Venezuela el Bank of América, que ha dicho sin ningún rubor ver tiempos favorables "para una transición en Venezuela". Tampoco es poca cosa el complot del capital transnacional contra la Patria de Bolívar.

América Latina atraviesa un proceso de cambio determinante en su historia contemporánea, la confrontación ideológica y política está en su punto más álgido y de manera irónica, pareciera que como en Europa y Medio Oriente, en el continente, también se está gestando un choque. Lo más lamentable es que hay venezolanos involucrados, apoyados desde adentro del mismo ejecutivo, porque a pesar de los delitos cometidos, no hay un accionar de la justicia.

¿Por qué Estados Unidos no sanciona a países que realmente violan los derechos humanos como Israel, que sólo en la última agresión a Gaza asesinó a más de 2 mil palestinos, en su mayoría niños, mujeres y ancianos inocentes? ¿Por qué no sanciona al ex presidente Álvaro Uribe Vélez por sus falsos positivos que le quitaron la vida a más de 3 mil colombianos humildes e inocentes? ¿Por qué no sanciona al Gobierno mexicano, que desde 2006 tiene un registro de más de 20 mil desapariciones forzosas y decenas de fosas comunes con cuerpos aún sin identificar?

Una vez más, el Gobierno estadounidense deja en evidencia que utiliza el tema de los derechos humanos como un instrumento político contra aquellos que no pasan por el aro, que no se doblegan, que no sirven a sus intereses. El razonamiento expuesto por Estados Unidos es sencillo: si no me das el control de tus recursos naturales, si hablas del mundo multipolar y pones en riesgo mi hegemonía mundial, si defiendes la autodeterminación de los pueblos, si no cedes….te sanciono por los delitos de lesa humanidad que cometo yo.

Mientras que de manera paradigmática surge de la mano del Papa Francisco la iniciativa de integrar y hermanar a los pueblos latinoamericanos, los países claves para dicha integración enfrentan conflictos que pudieran llevar a su desintegración regional y desestabilización interna.

Brasil afronta una recesión económica derivada (entre otras cosas) de la variación de los precios del petróleo que, aunado a un escándalo de corrupción manipulado irresponsablemente por los líderes de la oposición y los medios de comunicación, representa una de las crisis más importantes en su historia.

Argentina ha sido víctima de embates económicos (claramente dirigidos) con toda la intención de desestabilizar a la nación; Chile hace algunos meses enfrentó un escándalo de corrupción de tal envergadura que la presidenta Michelle Bachelet tuvo que renovar todo su gabinete y procesar a algunos miembros del mismo; México, aunado al problema de inseguridad también ha sido golpeado fuertemente, el presidente Enrique Peña Nieto vio desde el año pasado desquebrajado su 'Mexican moment' tras la crisis política que derivó de la desaparición de los jóvenes normalistas y el escándalo de corrupción vinculado a su esposa; Venezuela afronta una fuerte crisis económica y política que se suma a la crisis diplomática con Colombia; y finalmente, hace algunos días, fuimos testigos de la renuncia y detención de Otto Pérez Molina quien fuera el presidente de Guatemala.

Pareciera que el tópico que se ha elegido para fragmentar nuestra región ha sido el tema de la corrupción, si bien ha sido un problema que históricamente ha golpeado fuertemente a Latinoamérica (casi siempre en complicidad con las grandes corporaciones del dinero que operan desde las economías centrales), ciertamente es una cuestión que aqueja a la mayoría de las naciones, incluso a esas que enarbolan la democracia con la intención de transgredir la soberanía de las demás.

El punto débil en común está siendo utilizado para desquebrajar a todo un continente. En contrasentido, el proceso de la integración está a la vista y ya se han logrado importantes avances; el MERCOSUR, la UNASUR y la CELAC son los destellos de lo que la madurez de la región viene logrando.

Las fuerzas políticas en Venezuela se enfrentan a una desintegración de esfuerzos por la patria y la humanización de los pueblos latinos. Cada planteamiento económico no es escuchado de parte y parte y hay intereses que determinan que estos planteamientos hagan desaparecer dichas organizaciones aglutinantes.

*Filósofo, especialista en semiótica del lenguaje por la Oficina Latinoamericana de Estudios Jurídicos de la Universidad de Carabobo. Analista.

 



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Emiro Vera Suárez

Profesor en Ciencias Políticas. Orientador Escolar y Filósofo. Especialista en Semántica del Lenguaje jurídico. Escritor. Miembro activo de la Asociación de Escritores del Estado Carabobo. AESCA. Trabajó en los diarios Espectador, Tribuna Popular de Puerto Cabello, y La Calle como coordinador de cultura. ex columnista del Aragüeño

 emvesua@gmail.com

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