Una vez instalada la nueva Asamblea Nacional, y visto lo acontecido, sobre todo a la luz del discurso de quienes ahora detentan la directiva del Parlamento venezolano, me permito hacer un pequeño análisis y consideración sobre los escenarios políticos que se ciernen en el futuro inmediato.
Más allá que sea un hecho normal en una democracia que exista el debate y alternancia en los cargos de elección popular según sea el designio de la voluntad popular, este martes 05/01 dejó un escenario político que poco se acerca a las aspiraciones del pueblo, que el pasado 6-D decidió en las urnas electorales manifestar su descontento ante la gestión de gobierno en los asuntos económicos, su malestar por temas con la seguridad ciudadana, la inflación y la situación de crisis en el abastecimientos de productos de primera necesidad que no ha sido resueltos. La ciudadanía votó finalmente porque se encuentre un equilibrio entre las fuerzas políticas, se establezcan acuerdos mínimos para poder concertar medidas y políticas económicas que permitan sortear la crisis que vive el país.
El día de la instalación del parlamento, escuchando y luego analizando el discurso del presidente del parlamento, diputado Henry Ramos Allup (Acción Democrática), se evidenció algunos aspectos centrales tales como: A) Intencionalidad de confrontación con los demás poderes del Estado. En ningún pasaje de su discurso habló de entendimiento, cooperación o coordinación. B) Intencionalidad de establecerse como Supra Poder Público. Además de señalar que su labor es de control (Establecido en la Constitución), prácticamente estableció una voluntad supervisora y sancionadora absoluta. C) Amenaza constante contra toda la institucionalidad establecida, y D) Cambio de Gobierno, en un plazo no mayor a 6 meses.
En este sentido, este discurso e intencionalidad política de la oposición introduce elementos de mayor tensión política, confrontación y por ende falta de entendimiento. En definitiva, no es precisamente lo que los venezolanos aspiran y desean.
Pero además, en medio de una situación económica apremiante con un escenario económico internacional de caída de los precios de las materias primas y del precio del barril de petróleo, que augura unos tiempos futuros muy difíciles para el país, dicho discurso en nada ayudan a encontrar vías de solución. Ya lo mencionaba Alí Rodríguez Araque en la reunión de los economistas socialistas en semanas previas a la finalización del año 2015, que era fundamental explicarle al país el escenario económico nacional e internacional, explicar que los próximos dos años serán muy difíciles y que se requieren adoptar medidas y hacer ajustes duros pero convenientes que permitan avanzar de forma progresiva en una salida a la crisis económica.
En conclusión, el mensaje que deja la oposición, frustra toda esperanza que el pueblo mantiene en sus dirigentes, introduce mayores niveles de conflictividad política, y un reto al gobierno, quien deberá sortear con políticas más eficientes y eficaces la actual situación económica del país, pero que deberá prepararse en el plano político y de calle para contener la arremetida opositora, quien una vez más demuestra su verdadera intencionalidad de acabar con un gobierno, sin importar el bienestar supremo del país.
El nuevo gabinete ejecutivo y el gobierno bolivariano, deberá gobernar con mayor precisión y rapidez, frenando cuanto antes el burocratismo, acelerando un buen gobierno con dirigentes más capaces y audaces, retomando su vinculación con la ciudadanía y abrirse espacios a todos los sectores de forma amplia para buscar soluciones. En síntesis, picar adelante a la oposición, quien no le quedará otra de: o corre o se encarama.