Actualmente nuestro país vive una de las etapas más duras del proceso revolucionario. Desde 1999, año en que inició el proceso de cambio de mano del Comandante Hugo Chávez, hemos vivido diferentes maniobras golpistas que han intentado eliminar, desaparecer, todo vestigio del socialismo bolivariano: arrancó con la campaña mediática que intento igualar chavismo con tierrúo, ordinario, bruto, lumpen, delincuente y de esa manera pretendieron introyectar en la psique de todos nosotros la idea de que ser chavista, revolucionario o socialista era vergonzoso, degradante, repugnante. Luego, pasaron al golpe de estado, el paro petrolero, la plaza Altamira, la muerte de Chávez, luego la campaña mediática para hacer ver que Nicolás Maduro no es Chávez, ni tiene las competencias para gobernar y que al contrario no va seguir con el legado, y, en este momento, la derecha pareciera haber agarrado aire y fuerza. La estrategia de guerra económica está empezando a darle frutos. El ataque va directo a lo que propuso Chávez en relación a dar la máxima suma de felicidad al pueblo. Se inició un ataque bestial a las necesidades básicas de todo ser humano: alimentación, higiene personal, salud, vivienda, empleo, seguridad física. Todo esto genera displacer, molestias, rabia, agresión. Se desarrollaron una serie de estrategias para atacar violentamente cada uno de estos aspectos y lograr dominar la mente de la mayoría de los venezolanos.
Los efectos de esta guerra se palpan a simple vista: las elecciones de diputados en donde arrasó la oposición y en el que revivió Ramos Allup, las conversaciones que se dan entre muchas personas, que día a día se calan horas de colas, dan fe de hacia dónde van dirigidas las acusaciones de lo que se está viviendo.
Observando todo esto vale lo que decía George Orwell: la ignorancia es fuerza; es decir, el desconocimiento de las causas reales del desabastecimiento, la escasez y la especulación ha dado la fuerza que la oposición necesitaba para darle un zarpazo letal a la revolución. Lamentablemente el trabajo ideológico no se realizó con la intensidad y extensión necesaria para que todo el pueblo comprendiera las estrategias golpistas que está llevando a cabo la oposición. Este gravísimo error, junto con la lentitud de las acciones precisas e indispensables, para neutralizar la guerra económica y las estrategias golpistas, está llevando a la muerte de este proyecto revolucionario socialista y bolivariano.
De no enfrentar rápida y directamente la guerra económica y el no aplicar estrategias mediáticas que neutralicen la introyección de mensajes antirrevolucionarios, veremos el ocaso del proceso revolucionario y el surgimiento del adequismo. Para abortar este proceso es impostergable que:
.- Se establezca una estrategia mediática con los más modernos sistemas de publicidad, información y contrainformación.
.- Estrategia de guerra para neutralizar la guerra económica.
.- Persecución atroz y neutralización de factores gubernamentales y privados de corrupción.
.- Gobierno de calle y potenciación del poder popular.
De no establecerse estas medidas en lo inmediato, la sentencia del actual presidente de la Asamblea Nacional se concretizará más pronto de lo anunciado.