Civilización, progreso y cultura

Por lo general disfruto reflexionando sobre temas por mi desconocidos, esto me obliga a investigar para vencer mi ignorancia perpetua. Algo que me parece interesante es la manera de pretender que la gente se comporte en armonía con la definición de algún término. Por ejemplo, si definimos el cristianismo se aspira que todos los cristianos se comporten como Cristo; de manera similar, si aclaramos el concepto de democracia suponemos que todo el conglomerado que vive bajo este modelo político son demócratas; así mismo, muchas personas que descubren el término capitalismo aspiran vivir en una país gobernado bajo este régimen. Están convencidos que todos serán como los capitalistas, es decir como el 1 % de los estadounidenses que disfrutan del 99 % de las riquezas de USA. Craso error, este comportamiento no pasa de ser una inalcanzable quimera.

Hay tres palabras vinculadas con el desenvolvimiento de los seres humanos y por lo general se aceptan sin discusión. Similar a un dogma de fe, sin que merezca desacuerdo alguno, esto es así porque siempre ha sido así y siempre lo será. Dichos términos son civilización, progreso y cultura. No pienso realizar un ensayo sobre estos enmarañados aspectos de la sociología pero trataré de analizar ciertos matices derivados de sus definiciones.

Mi tía Gugle afirma que civilización es el conjunto de costumbres, ideas, creencias, cultura y conocimientos científicos y técnicos que caracterizan a un grupo humano en un momento de la evolución. O también, el estado de evolución de un grupo humano. La DRAE nos informa que la civilización es el estado de progreso material, social, cultural y político propio de las sociedades más avanzadas. No cabe duda, tanto mi tía Gugle como la DRAE están influenciadas por lo que los posmodernistas conciben como civilización occidental. Debemos entender que los avances en la ciencia que han conducido a la fabricación de todo tipo de armas letales, desde la más sencilla como el puñal hasta la peor, la de destrucción masiva,como la bomba atómica, parecen determinar la medida del proceso civilizatorio y de la evolución. Escoja una fecha cualquiera del siglo XX y de seguro que en esa oportunidad, en cualquier lugar de la Tierra se desataba, una guerra. El lavado de cerebro comenzó con la penetración de Europa en América y en el mundo y luego continuó con la imposición del pensamiento anglosajón. Fueron los occidentales quienes establecieron si un país es civilizado o no.

La DRAE, como vocera del mundo "civilizado" europeo de habla hispana, establece que la civilización se mide por el estado de progreso material. Como se ve, este manual propicia el consumismo dado que los seres humanos, ante sus semejantes, son civilizados siempre y cuando acumulen "cosas" (progreso material). Para esto el mundo occidental inventó el capitalismo, el modelo que capitaliza el trabajo de los más débiles apoyado en la debilidad del obrero. Esto le permitirá mantenerlos en las fábricas y en las oficinas trabajando como burros, simplemente para comprar objetos con el mísero salario. El capitalismo inventó la competitividad y por tal razón existirán seres humanos con más cosas que otros como símbolo externo de riqueza y de poder. Algo significativo en este modelo civilizado, es reprimir o en el mejor de los casos, eliminar a los competidores, una manera de asegurar su bienestar personal.

El modelo civilizatorio occidental favorece la destrucción del medio ambiente y para esto necesita millones de seres humanos (blancos, negros o mestizos) que se comporten como tío Tom (personaje de la novela de "La cabaña del tío Tom", de Harriet Beecher) quien no identifica y se postra ante su explotador. Tanto el colonizador, el usurero (banquero), los fabricantes y los vendedores de armas, los políticos egocéntricos y parásitos, los burgueses explotadores, los blanqueadores de capitales, los esclavistas, los latifundistas, los traficantes de armas y narcóticos, los mafiosos, los comerciantes inescrupulosos, los dueños de casinos, entre tantos vagabundos, son merecedores de halagos, simplemente porque poseen dinero obtenido por vías non sanctas.

El modelo civilizatorio occidental lo que está generado son individuos psíquicamente enfermos en su afán de poseer dinero para comprar cosas. Para cumplir tal cometido trabajan para endeudase, son incapaces de liberarse de la carga del trabajo para vivir fructuosamente, en paz y en armonía. El modelo civilizatorio del mundo occidental es un sistema anacrónico que apunta a la destrucción del hombre y el planeta.

La tía Gugle afirma que el progreso es un concepto que indica la existencia de un sentido que mejora la condición humana y según la DRAE, el progreso es la acción de ir hacia adelante; es decir, avance, adelanto, perfeccionamiento. Indudablemente, es innegable que la Tierra ha evolucionado desde el paleolítico hasta ahora, lo trascendental es aclarar quienes son los que se han beneficiado de este progreso.

Si nos ponemos a enumerar los padecimientos de más de dos mil millones de terrícolas que viven en la más miserable inopia, creo que es inmoral hablar de progreso. Si no detenemos por un instante a reflexionar con relación a lo que está pasando en el medio oriente, es como vergonzoso discutir sobre el progreso. Al observar por tv con estupor los muertos por inmersión en las costas cercanas a Grecia y Turquía es como hipócrita pensar en el progreso de la humanidad. Ciertamente, si hay sociedades que han progresado a costa de las miserias de otras, a las que se le han escamoteado sus riquezas, a las que cuyos habitantes los han esclavizado, a las mismas que la han penetrado comercialmente para que los mercachifles especuladores les roben los salarios mediante precios exorbitantes de productos importados. No se puede fanfarronear de progreso en un mundo donde coexisten millones de humanos sin derechos sociales, por ejemplo sin salud, sin educación, sin vivienda digna, con una niñez abandonada, con ancianos sin una pensión digna o en otros casos, inexistente. Ese mundo competitivo y próspero que determina el progreso tiene dimensiones minúsculas cuyo interés es reducir cada día el empleo, la creación de conflictos y enfermedades, la inclinación al desarrollo de un mundo insostenible, la degradación ambiental, el crecimiento de la presión demográfica, la implantación la libre circulación de capitales, instituir el libre comercio, la eliminación los logros sociales de los obreros, la privatización de las empresas nacionales para saquear la materia prima de los pueblos, la automatización de los procesos de industrialización para reducir la mano de obra, la obtención de ganancias utilizando negocios financieros especulativos sin inversiones en la industria, ni en la construcción de viviendas ni universidades. Este grupo entiende el progreso solo como la búsqueda del crecimiento económico muy lejos de la equidad social. Este es el progreso según el mundo occidental y es el que le quieren vender a la humanidad, mejor dicho, el progreso de sus empresas.

Recurrí a mi tía Gugle para aclarar el tercer término. Encontré que cultura es el conjunto de saberes, creencias y pautas de conducta de un grupo social, incluyendo, los medios materiales que usan sus miembros para comunicarse entre si y resolver sus necesidades de todo tipo. Me regocijé con esta definición porque descubrí que yo cumplo con tales parámetros, luego soy un hombre culto, más aún, todos mis congéneres indios, obreros, artesanos… son también cultos. Lamentablemente la cultura se ha utilizado y se utiliza para avasallar a los pueblos.

El conquistador español no se interesó por enseñarnos el idioma de Cervantes para hacernos más cultos. De hecho, según la explicación de mi tía Gugle, los pueblos originarios eran sumamente cultos. El colonialista lo hizo para que los naturales entendieran y obedecieran sus mandatos, para enseñarnos e imponernos la religión del blanco europeo, rico y cristiano. Nos metieron en la mollera el idioma del colonizador para que reverenciáramos a su Dios blanco y desecháramos los dioses que se identificaban con la naturaleza. Era la cultura basada en la terapia del látigo, del obús y de la cruz aceptada estoicamente por algunos grupos. Todavía hoy la religión católica y sus derivadas son admitidas de manera sumisa. Todos son como tío Tom, veneran al explotador.

Penosamente la cultura colonizadora no ha parado. La cultura anglosajona está penetrando cada más en el mundo a través de la comida, el vestido, la música, el arte, el comercio, la literatura, la tecnología y a través de todo medio que pueda influir en el comportamiento de los seres humanos. La cultura anglosajona quiere arropar con su sombra a todo el mundo. Es la cultura globalizada del nuevo colonizador, tal como antes lo fue la de los ibéricos en América. Para imponerla cuenta con poderosos sistemas financieros e industriales, con medios de comunicación cipayos y con políticos a quienes no les afecta engañar descaradamente, los mismos quienes para aclarar una verdad no les importa mentir noventa y nueve veces.

Los gobernantes, industriales y los avaros usureros (banqueros) deben entender que el modelo civilizatorio, del progreso y de la cultura anglosajona se agotó. La Tierra no soporta más devastaciones, el medio ambiente y los seres vivos (animales y vegetales) se deben preservar, en caso contrario debemos alquilar a otro planeta. Es más fácil reeducarnos y tener la certeza que si esto ocurre tendremos, por muchos siglos, un planeta acogedor para nuestros descendientes.

 

enocsa_@hotmail.com



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Enoc Sánchez


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