¡Gracias Chávez por la quinta república! ¡Gracias pueblo por la quinta república! La quinta república ha representado una importante fase de nuestra historia. Sin embargo, el proceso de revolución social que nos habíamos planteado se ha desvirtuado y es necesario que lleguemos a una revisión tan profunda como para definir un nuevo proyecto social. Tal como ocurrió en aquel proceso constituyente, se hace necesario pensar con cuidado en las características del modelo social que necesitamos como país y como referente mundial. Se decía que la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela representaba un instrumento robusto con el cual era viable la implantación de un proyecto país. No obstante, queda claro que la situación social tiende al caos, con lo cual queda evidenciado que el instrumento no era tan robusto como creíamos. ¿En qué fallamos? ¿Cómo podemos hacer las cosas mejor?
Antes de responder estas preguntas es justo reflexionar acerca de en qué acertamos y qué debemos defender como conquista popular irrenunciable. El primer gran acierto fue el de la propuesta constituyente. Muy distinta es una constitución que provenga de pactos entre cúpulas de partidos políticos a una que venga refrendada por la decisión popular. Dentro del cuerpo del documento destaca lo referente a los derechos humanos tanto a nivel individual como social. En cuanto a los derechos ciudadanos surgen nuevas figuras como la de los referendos consultivos y revocatorios y, más importante aún, se precisa el carácter de soberano que tiene el pueblo venezolano y se describen algunos medios con los cuales el pueblo puede ejercer de manera efectiva la democracia participativa y protagónica. En este sentido es pertinente destacar el artículo 62 en su parágrafo único: "La participación del pueblo en la formación, ejecución y control de la gestión pública es el medio necesario para lograr el protagonismo que garantice su completo desarrollo, tanto individual como colectivo. Es obligación del Estado y deber de la sociedad facilitar la generación de las condiciones más favorables para su práctica." Dentro de estas "condiciones" destacan las propuestas de los Consejos Comunales y de Obreros, las Comunas y la intención de desplazar el poder desde el Estado formal al Estado Comunal. También hay que mencionar en este marco un conjunto de leyes dirigidas a consolidar el poder popular y a proteger el bien público, dentro de las cuales menciono las leyes orgánicas para el poder popular, de contraloría social, de las comunas y de Infogobierno.
Decía Chávez que el logro más importante que había alcanzado el proceso bolivariano es que "ahora tenemos patria", es decir, que el pueblo venezolano se había hecho dueño de su albedrío para definir los destinos de nuestro país. Ahora tenemos la consciencia como pueblo de que la soberanía en este país debe residir en todos los seres que tenemos la condición de ciudadanos venezolanos. En otras palabras, nadie más que el pueblo debe tener el verdadero control de la sociedad y cualquier desviación de este criterio representa una usurpación.
De este modo tan grueso sintetizo los logros fundamentales de la quinta república. Estos se refieren al establecimiento de un marco jurídico y a un cambio de consciencia popular. A otro nivel de análisis hay que ubicar las acciones dirigidas a mejorar el bien público y a pagar la inmensa deuda social que el Estado tenía con los sectores más depauperados de la población. En este sentido hay que destacar las misiones educativas y de salud. Por otra parte, hay que valorar el posicionamiento que llegó a alcanzar nuestro país en el plano internacional como referente de un modelo multipolar que confronte las aspiraciones hegemónicas del imperio.
Presento disculpas si consideran escueto mi análisis sobre los logros fundamentales de la quinta república. No obstante espero que comprendan que la idea fundamental de este artículo es la de esbozar algunos criterios acerca de lo que eventualmente será la sexta. Procede discutir ahora los aspectos en los cuales fallamos en el presente proceso.
Como mencioné en el párrafo introductorio, la situación del país tiende al caos. Estamos en un franco proceso degenerativo de la sociedad en todos sus aspectos. El más palpable es el económico, en el cual cada vez se nos hace más difícil adquirir los bienes de primera necesidad debido a la escasez y a los elevados precios; al punto de que el poder adquisitivo, en especial de los asalariados, se ha pulverizado. En el terreno político sobran las evidencias de que ha habido una disminución del respaldo popular al gobierno nacional que había representado referente fundamental del proceso revolucionario. Este hecho ha implicado la consolidación de un proceso contrarrevolucionario que apunta al imperialismo y al retroceso en términos de conquistas populares recientes.
Ahora bien, en el aspecto donde se observa más deterioro es en el de la conducta ciudadana. Lamentablemente y tal como destaqué en mi artículo anterior, la corrupción ha trascendido el nivel de lo administrativo para ubicarse a un nivel social. Esto hace que se presenten situaciones en las cuales se ve al pueblo robándole al pueblo y que se establezca una terrible cultura del rebusque y de indolencia hacia el prójimo. Esto trae como consecuencia natural que las políticas de beneficio social no lleguen al pueblo de manera eficiente. De modo que, en contraposición al crecimiento social que por años pudo observarse dentro de la quinta república, se ha observado en los últimos años una realidad de deterioro social y, peor aún, de descomposición moral.
Al observar el contraste entre los primeros años de crecimiento social y cultural, con los años recientes de carácter opuesto podemos reflexionar acerca de qué pasó, qué produjo ese cambio de tendencia. Un elemento histórico importante lo constituye el fallido intento de reformar la constitución. Tal como lo expresar Chávez al momento de presentar la propuesta de reforma ante la Asamblea Nacional: "Esta Reforma, esta propuesta de Reforma, está pensada en función de dejar atrás, definitivamente, los vicios, las desviaciones, las corruptelas y todos esos mecanismos de corrupción que se regaron por todas partes, y que constituyen un verdadero cáncer para la República, para la sociedad, para el Estado, para el presente y para el futuro. Está pensado con base en la necesidad de seguirle transfiriendo poder al Pueblo; transferencia de poder al Pueblo." De modo que Chávez nos muestra que existe una relación inversa entre corrupción y poder popular: a mayores niveles de poder popular, menores niveles de corrupción administrativa y social. Lamentablemente y por razones que no voy a discutir aquí, ese intento de reforma fracasó y quizás se abortó allí la primera ocasión en que nos planteamos una sexta república.
Lo cierto del caso es que en la lucha entre poder popular y corrupción, esta última es la que está prevaleciendo. Las intenciones de establecer un Estado comunal que fuese desplazando el poder del Estado formal se han ido desvaneciendo entre los que han asumido la conducción del Estado. El carácter popular del proceso se encuentra mucho más en los discursos que en la práctica real. En este sentido hay dos posibilidades de echarnos las culpas al respecto. Una es la de pensar que fuimos traicionados por los actores políticos que asumieron cargos dentro del Estado formal. La otra interpretación es que como pueblo pecamos de ingenuidad al pensar que el Estado formal transferiría voluntariamente el poder al pueblo. Ya lo decía Maquiavelo: el poder no se transfiere, se arrebata.
Quiero ser enfático en dos señalamientos. El primero es el de caracterizar la crisis nacional como un problema de carácter cultural y particularmente moral, donde la manifestación más contundente es la corrupción social. El segundo es que problemas morales requieren soluciones morales y que en ese sentido el propio Chávez nos indica que la manera de enfrentar la corrupción es a través de la consolidación del poder popular. En tal sentido cito de nuevo a Chávez cuando afirma: "El pueblo es el que debe controlar los poderes y conservar herramientas para controlarlos, para frenarlos cuando haya que frenarlos, para cambiarlos cuando haya que cambiarlos, para reestructurarlos cuando haya que reestructurarlos."
Aquí vale la pena reflexionar acerca de "los poderes" a los que se hace referencia en la cita anterior y del "control" que debe ejercerse sobre los mismos. La sociedad tiene tres poderes fundamentales: el popular, el económico y el estatal. La esencia de la democracia es que el poder fundamental resida en el pueblo y que los otros dos poderes estén sometidos a la voluntad del soberano. En el capitalismo, el control de la sociedad se encuentra en la economía y particularmente a nivel de los dueños de los medios de producción. La esencia del socialismo es la del "control social de la sociedad" pero ésta se ha desvirtuado al transferir el control social al "control estatal de la sociedad." De modo que, un error que hemos cometido como pueblo es el de propiciar una transferencia de poderes entre el poder económico y el poder estatal, obviando que la esencia del planteamiento revolucionario es el de la consolidación del poder popular y del auténtico ejercicio popular de la soberanía.
En la discusión anterior destacan dos palabras: poder y control. El sector económico tiene el doble poder de regular la oferta de puestos de trabajo y de bienes de consumo o de servicio. El sector estatal tiene el poder que le confiere la autoridad para regular las relaciones sociales y establecer controles para corregir desviaciones a lo que socialmente se ha normado. Mientras tanto, en muchos contextos el poder popular se restringe al sufragio y que por criterios tan simples como "voto premio" y "voto castigo" el pueblo vaya influyendo en su devenir. Esto dista mucho, por supuesto, del carácter protagónico que estamos buscando.
La esencia del poder popular es la del control popular. Es decir, que el pueblo establezca mecanismos de control sobre lo que ocurre en la economía y sobre lo que ocurre en el Estado. De modo que allí está el elemento central de lo que debe contener una propuesta de proyecto social para la sexta república. Debemos proponernos establecer estrategias para que de manera paulatina el pueblo vaya adquiriendo mayores niveles de control social. No debemos volver a cometer el error de pensar que el centro de nuestro proyecto social es el de tener un Estado fuerte que en lugar de colocarse al servicio del pueblo, adquiera el control de la sociedad. No debemos perder de vista de que el Estado es corruptible y que una de las armas que tiene el sector económico es el de comprar de todo, incluyendo consciencias. Esto realidad es más prevalente aún en países como el nuestro, con una larga historia de viles alianzas entre un sector económico parasitario y un Estado parasitante.
En próximos artículos de la serie de "El Redespertar de la Historia" daremos más detalles acerca de las propuestas concretas para lo que debe ser la sexta república. Por lo pronto enumero las fases que considero claves en el proceso correspondiente:
-
Creación de una organización popular que se proponga tener el máximo control sobre la sociedad. Esta organización bien podría llamarse Control Popular Total o la Gran Comuna Nacional, como lo he planteado en otros artículos.
-
Presionar al Estado para que se sienta en la obligación de abrir datos sobre la gestión pública y para que genere normativas que obliguen al sector económico a proporcionar datos abiertos sobre sus transacciones de carácter público.
-
Consolidar la Contraloría Social Masiva sobre la base de la Plataforma Tecnológica para el Poder Popular.
-
Diseñar estrategias para tener niveles crecientes de control popular sobre el Estado y sobre el sector económico.
En este marco es fácil precisar cuáles son las herramientas que debe adoptar el pueblo para ejercer dicho control social. Dichas herramientas están bien vinculadas a la tecnología y no son otras que 1. Información, 2. Conocimiento, 3. Organización, 4. Capacidad de disuasión o presión social, y 5. Consciencia del poder que representa un pueblo informado, sabio, organizado y decidido a ejercer su poder de control social.