Democracias al servicio de los ricos

Es notorio que, tanto en el mundo occidental como en el oriental, las diversas formas de gobiernos fueron inventadas por los poderosos para cuidar y acrecentar sus fortunas. Como los potentados eran menos, una minoría debía organizar ejércitos e inventar reglamentos para protegerse de los desheredados, la gran mayoría a los cuales explotaban de forma despiadada. Era y es imposible hacerse rico sin aprovecharse del trabajo del prójimo y de los recursos ajenos.

Las monarquías surgen en épocas remotas, cuando los avaros terratenientes se robaban las tierras ajenas, creando inmensos señoríos o feudos que derivó en un sistema llamado feudalismo, una forma de gobierno o de organización económica, social y política en tiempos del medioevo. Esta manera de gobernar dominó una parte de Europa Occidental y Oriental, así como algunos pueblos de Asia, la cual estaba basada en las obligaciones que vinculaban a los grandes señores y los vasallos. El feudalismo era una forma descentralizada de la autoridad que el rey le entregaba al señor feudal, aprovechando este de los privilegios del cual gozaba la nobleza y la iglesia, a cambio de relaciones de lealtad y protección. En esta época la única fuente de riqueza era la propiedad de la tierra y los beneficios que de esta se derivaban, es decir, la agricultura y la ganadería. El trabajo recaía en manos de los siervos quienes trabajan la tierra y pagaban inmensos tributos a los señores.

Como es sabido la monarquía era o es un sistema de gobierno a cargo de un rey, un empleo supremo y vitalicio designado en un orden hereditario. En esta forma de gobierno vivían en su mayor esplendor, es decir sin trabajar, diversos grupos humanos catalogados según su estirpe en títulos nobiliarios, tales como príncipes y princesas, infantes e infantas, duques y duquesas, marqueses y marqueses, barones y baronesas, condes y condesas y como secuela, señoríos o feudos repartidos entre dichos personajes como principados, ducados, marquesados, condados entre los modos injustos de distribuir la tierra. En estos latifundios un grupo de zánganos nobles o hidalgos vivían a lo grande, es decir, sin trabajar a costa de los siervos oprimidos.

No cabía duda, la monarquía fue inventada por los ricos para que los vasallos trabajaran para ellos. Esta forma de gobierno, con algunas variantes, predominó en diversas partes del planeta. Así por ejemplo, los sultanatos imperaron en ciertas regiones de Asia y África donde el sultán ejercía el poder omnímodo sobre sus vasallos de cuyo trabajo vivía, lo mismo ocurría en los califatos otomanos, las satrapías de los imperios medo-persas, las dinastías chinas y los emiratos árabes. En todas estas formas de gobernar estuvo presente el poder absoluto ejercido por un soberano rodeado por una clase noble, unos vagos linajudos quienes recibían los beneficios económicos del trabajo proveniente de una masa de trabajadores vilmente explotados.

En todas estas formas de gobierno era habitual la formación de sanguinarios ejércitos para proteger las riquezas de los nobles, sus heredades y sus familias bien nacidas. Para esto inventaron ordenanzas y constituciones destinadas solo a la mayoría de los pobres, quedando los nobles y los ricos excluidos del cumplimento y de la aplicación de la ley.

Ante los reiterados fracasos de la monarquía y con la aparición de la clase burguesa, emanada de los ricos artesanos, surge la llamada democracia representativa, un invento de los capitalistas para protegerse y apoyarse entre ellos. Al igual que en la época de la monarquía se hace necesario la formación de fieros ejércitos, no de carácter nacional sino internacional, dado que los intereses económicos de las avaras corporaciones industriales, financieras y militares están repartidas por todo el planeta. Nace así la OTAN para resguardar las fortunas de los poderosos cuyos capitales están invertidos en bancos, empresas y fábricas distribuidos por todo el orbe planetario.

Si se revisa los integrantes de los congresos de las democracias que gobiernan en Europa Occidental, en EEUU, en Asia y en algunos países suramericanos, se advierte que muchos de las curules están ocupados por empresarios o por representantes de consorcios financieros que buscan los beneficios personales y grupales. Los enfrentamientos electorales en las modernas democracias no son más que la lucha entre grandes corporaciones para dominar económicamente una buena parte del planeta. Para esto es indispensable un aparato militar que les asegure el dominio, sumisión y avasallamiento de los gobiernos y los pueblos.

Actualmente el mundo mira con estupor lo que está sucediendo en el Medio Oriente, donde las democracias occidentales (EEUU y Europa) está utilizando todo el ingenio militar aportado por la OTAN para desestabilizar la región con el fin de apoderase de las fuentes de energía. Es la democracia al servicio de los magnates del dinero, es la democracia en provecho de las avaras corporaciones industriales y financieras.

Pero las democracias occidentes, es decir las representativas (agentes del gran capital) no solo están desestabilizando el medio oriente, también están perturbando los gobiernos no sumisos al Departamento de Estado de EEUU, con el fin de derrocar los gobiernos de Venezuela, Brasil, Ecuador, Bolivia, Nicaragua, Siria y a todo presidente que se oponga a los designios del emperador Obama. En este caso utilizan jueces comprados, ediles comprometidos con el gran capital, militares sumisos al imperio, políticos inescrupulosos, medios de comunicación subsidiarios de grandes monopolios mediáticos, quienes disponen de dólares o euros y de la tergiversación de los recursos legales que entrega la democracia para justificar el derrocamiento ilegal de presidentes elegidos por el pueblo en elecciones libérrimas. Es la democracia al servicio del capital.

Mientras esto ocurre en el mundo vientos de guerra soplan en el planeta. La elección de del presidente de los EEUU se está elucidando entre un magnate racista y una dama guerrerista, financiada por Wall Street. Esta candidata es la responsable, en parte, de los nefastos acontecimientos por los que en actualidad está pasando el Medio Oriente. No se trata de una guerra fía, es una guerra caliente, es la tercera guerra mundial desencadenada en diversos países del planeta con cientos de inocentes que dejan de existir diariamente, con poblaciones completamente arrasadas, con refugiados desparramados por diversos países de Europa en busca de la paz arrebatada por los grandes consorcios financieros e industriales tal como antiguamente los señores feudales saquearon las tierras ajenas.

Como las legislaciones las inventaron los poderosos para protegerse entre sí, las leyes internacionales no son más que papel escrito que solo sirven para los jefes de estados "democráticos" se sequen el sudor (para evitar una escatología). Las democracias occidentales organizadas militarmente en la OTAN, constantemente violan los tratados internacionales y la ONU (inventada por las democracias) permanece indiferente ante las transgresiones reiteradas de las leyes y las violaciones de los derechos humanos de miles de inocentes. Recién se cumplieron 71 años del mayor acto criminal cometido contra la humanidad, como fue el lanzamiento de dos bombas atómicas sobre dos pueblos japoneses y todavía hoy, pareciera que la pensadora de los dirigentes políticos europeos y estadunidenses se les atrofió el archivo de la memoria. A pesar de las secuelas derivadas de las explosiones nucleares, en la actualidad el gobierno de USA está trabajando en una nueva y letal bomba atómica cuyo efecto (poder destructor y mortuorio) es más eficaz que el de las lanzadas contra Hiroshima y Nagasaki. Tengo la certeza que después de una segunda barbarie nuclear no habrá ni ganadores ni perdedores, solamente un planeta contaminado por la radiactividad, destruido, sin agua, sin comida, sin bosques y una hordas de andrajosos errando por el planeta ansiosos de alguien les quite lo poco que le queda de vida.

Es inminente crear un nuevo modelo de gobierno, una democracia socialista, participativa y protagónica orientada hacia la necesidad de resolver los problemas de los millones de excluidos que no tienen alimentos para saciar el hambre. De aquellos miserables que no disponen de atención médica ni de educación y carecen de una vivienda digna en donde protegerse de los embates de la intemperie, problemas que la democracia representativa burguesa no han resuelto en los cientos de años que tienen gobernado en Europa y en USA.

Cualquier forma de gobierno debe ser de carácter humanista, al servicio del hombre y no del gran capital.



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Enoc Sánchez


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