La temperatura política sube, ya no paulatinamente, si no, abruptamente. Se ha perdido el uso de la razón convirtiendo a la clase política en ¿Demonios? Políticos. La razón, para Spinoza, es lo que viste al hombre de humanidad, “El hombre más potente y libre en el estado de naturaleza es el que se deja guiar por la razón”. Y agrega Dussel “La aceptabilidad de la razón, del argumento del Otro, presupone la posibilidad que sería una cierta humildad, como actitud de la voluntad que da lugar al Otro”.
La polarización política no permite la humildad ya que ambos factores se creen triunfadores y no dan cabida a una solución de consenso, porque sencillamente, no lo desean. El gobierno se deslegitima a sí mismo arrastrando consigo a las instituciones del Estado, obviando el Principio democrático, el principal principio formal procedimental normativo de lo político como tal, del cual dependería, por ejemplo, el principio del derecho (Dussel). Es así como la Democracia es el único sistema de gobierno que es perfectible en su ejercicio, no fuera de él, razón por la cual flaco servicio le hacen aquellos que a diario atentan contra ella poniendo a los ciudadanos en un estado de indefensión absoluta. Es lo que hemos visto a lo largo de este año, donde la dirigencia política y gubernamental, para cubrir sus propias fallas, omisiones y errores, nos están llevando a estadios maliciosos, perversos e intolerables obligando al ciudadano común a que pierda la razón para luego convertirlos en víctimas.
Los discursos irracionales de parte y parte se acentúan. Ya nos les importa la quiebra económica de la Nación si no cómo gobernamos sobre las cenizas. Para el chavismo, tomar como ejemplo a Nicaragua sería bueno donde después de 17 años de gobiernos Neoliberales, los Sandinistas, con experiencia política acumulada, logran uno de los crecimientos económicos más altos de A.L. que ronda el 4.5% (contrario a Venezuela que disminuye en 7%, con tendencia a llegar al -10%). Logró la Revolución Sandinista la Soberanía Alimentaria y excedentes en leche y carne de la mano con su pueblo. Para la derecha Libia les puede refrescar la memoria. La revolución bolivariana enquistada en el extractivismo perverso, está a la espera de un milagrito para que suban los precios del petróleo y poder importar más alimentos y así llenar los anaqueles cuando su milagro ha consistido en llevar los precios de alimentos y medicinas a precios internacionales y con ello a justificar otro traslado millonario a las empresas privadas lejos de lograr que las empresas expropiadas produzcan, y como si esto fuera poco, hacen una alharaca con otro “aumento salarial” que ubica el salario mínimo en 27 mil bolívares pero lo “compensan” con un bendito “bono” de alimentación que supera los 62 mil bolívares pero que NO recibirá más de la mitad de la fuerza laboral ni los 3 millones de pensionados. Lo triste es que la dirigencia obrera revolucionaria aplaude a la vez que evita elecciones en sus respectivos sindicatos.
El salario real ronda los 67 dólares, el más bajo de A.L., por el contrario degustamos la inflación más alta del mundo (según el FMI 720% para final de año). Así cualquier gobierno pierde la razón. La oposición, receptora de todos los desaguisados del gobierno, ante el golpe certero que les cierra el camino democrático (imponiéndosele el principio del derecho sobre el principio democrático), está a punto de abandonar la legitimidad de las decisiones políticas y con ello colocarse a un lado del terreno político ya que por el uso de la violencia anula el campo político y se abrirían las compuertas del autoritarismo, es decir, de los que mandan mandando. Se impone el diálogo entre los factores polarizados para evitar una tragedia mayor (que no resolverá el problema de fondo) pero si se niegan entre sí, el Principio democrático abandona el campo político y terminarán debilitándose.
Se impone una manera de pensar y actuar distinta, que devuelva la razón al ejercicio pleno del Poder, de allí la necesidad de acudir al Poder Constituyente ya que quienes dicen ser los padres creadores de la Constitución la atropellan y quienes nunca la quisieron la desobedecen. La angustia se apodera de las mayorías silenciosas, la pobreza se dispara, la salud se resquebraja, el éxodo aumenta, las empresas cierran, golpean la dignidad de las personas, se utiliza la amenaza como método de persuasión, un escudo humano rondará Palacio, el Nuncio es desobedecido hasta por aquellos que le deben obediencia, la política de la mentira descarada se suelta a los cuatro vientos, se pierde la gobernabilidad, entonces, es lógico que ¡suba la temperatura y que el termómetro social esté a punto de estallar!
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