Es increíble el mundo de deseos que vive toda la población. Unos tienen puesta toda su esperanza en una constituyente chimba y extraña, y otros, dentro del mismo supermercado, apuestan por el plebiscito del 16 de julio. Sin embargo, a los dos grupos sociales los une la necesidad de las cosas más básicas, el efecto de la inflación y la especulación; en este terreno de la necesidad gobierna el egoísmo y la lucha es de todos contra todos… Pero no pierden las esperanzas de que todo cambie.
Tenemos que rectificar el rumbo económico. Hay que volver al modelo socialista de Chávez, ¡al modelo socialista! y punto, porque, de perder la oportunidad de la rectificación económica el liberalismo va imponer su lógica capitalista definitivamente y hambrear a toda la población pobre y buena parte de la clase media. Muchas de las señoras clase media que hoy están esperanzadas por que las cosas cambien después de que salga Maduro del gobierno se van a estrellar contra el muro de la inflación y más tarde. La inflación va a continuar en un gobierno de derecha (ni hablar de la represión y de la especulación en general). El punto que retomará la socialdemocracia (o la dictadura que le toque) será donde se quedó Carlos Andrés Pérez y Caldera, una inflación galopante prometiendo como Petkof "ver la luz al final del túnel"; el mismo cuento de Maduro y el mismo cuento de la "Mano invisible del mercado", marear a la gente con promesas.
El caso es que en este país los únicos productores son los explotadores de la industria minera y de la industria petrolera. La Empresa Privada, en su mayoría no produce nada y tampoco estaría dispuesta a producir mientras pueda vivir de la renta petrolera; subsidiada por el Estado, como siempre (así ha sido siempre con los productores de leche, de ganado, del campo, etc., industrias subsidiadas o el Estado obligado a comprarles la producción a precios elevadísimos) La empresa privada venezolana y la extranjera que funciona aquí no invierte en tecnología y no lo hará, no es competitiva ni lo será por esa razón y porque es una empresa básicamente especulativa. Mañana no habrá ninguna diferencia con lo que ha sido hasta ahora. Y las subsidiarias de las multinacionales como Nestlé, Cargil, P&G, Colgate, etc., solo son y serán procesadoras de insumos importados, como Polar, que tampoco producen nada.
Y por el otro lado (que siempre son los mismos) está los banqueros y los comerciantes, los dueños de las tiendas de alimentos, de las redes de Farmacias, del transporte de mercancías, del sistema y las redes de comercialización. ¿Estos son los peores?, no creo, en su mayoría son los mismos.
La ausencia de tecnología de punta impide que este país tenga una economía de exportación. Venezuela no puede competir ni siquiera con Colombia, su única ventaja es el petróleo y el desarrollo de la industria petroquímica, química y farmacéutica, y aun así, no cuenta con la tecnología, y al gobierno no le interesa desarrollarla, no le importa gerenciar tal desarrollo; imaginen, si ahora le entrega la industria petrolera a los privados, cómo será después, cuando vuelvan a tomar el control de la industria en su totalidad los representantes de las trasnacionales.
Por eso hay que volver a la política de la seguridad alimentaria y producir para el consumo propio, en un régimen de propiedad social, no queda de otra. Recuperar la soberanía petrolera y desarrollarla. Es la única manera de poder tener el control de todos los procesos de económicos y de las cadenas de comercialización. Hay que olvidarse de la Venezuela Potencia Económica y volver a Chávez sobre la idea de una Venezuela Potencia Política y Social, educativa, científica, en salud y en deporte.
Las soluciones al problema de la inflación y de la anarquía económica, monetaria financiera, deben venir de una revolución económica socialista con miras a organizar una sociedad socialista, crear una conciencia socialista, la conciencia del deber social, ir en contra de la Lógica del Capital, como decía Chávez, como dijo Chávez en el Plan de la Patria original, no en el que fue falsificado por el gobierno y que luego lo convirtió en Ley, para poder garantizar que se hicieran todos los cambios a los proyectos socialistas, para que se cumplieran todos los gazapos (más o menos lo mismo que pretenden hacer ahora pero con la constituyente y la constitución)
En los supermercados está la clase media desesperada por salir de Maduro, ¡Quién no!, pero nosotros preferimos que rectifique hacia el socialismo, por las razones antes expuestas, pero si no rectifica (como parece que no lo va hacer), el desastre va ser peor cien veces, van acabar con la población de hambre y necesidad con la excusa de que Maduro dejó el país en ruina; van a calumniar al socialismo y a perseguir al socialismo a muerte (vamos a ser víctimas de esas señoras disociadas que vemos todos los días en el supermercado), porque seguirá el hambre y la necesidad, hasta que se sacien los especuladores de siempre, la industria petrolera quede en manos de las trasnacionales y se nombre el inglés como idioma oficial en las escuelas (ya casi lo es en el mundo de la publicidad y en el de la farándula).
Si no hay nadie que pueda revertir la dirección entreguista de este gobierno, esa libertad política de la que tanto hablaba Chávez en el Plan de la Patria, la vamos a (terminar de) perder muy pronto. De hecho ya entregamos nuestra soberanía sobre más de cien mil quilómetros cuadrados del país a las trasnacionales de la minería. Es necesario que los chavistas, los socialistas (No los farsantes Nicmer Evans, Jesús Silva, Germán Escarrá, Aranguibel y similares) no pronunciemos y actuemos sobre esto, pero sobre todo los chavistas que están todavía en el gobierno, militares y civiles.
¡Volvamos a Chávez!, ¡Volvamos al socialismo!