Después de haber protagonizado el mayor y más hermoso intento de fundar una sociedad fraterna, amorosa, alternativa al capitalismo; después de haber rescatado la vía al Socialismo, cómo fue que caímos hondo hasta este pranato.
Después de haber asombrado al mundo, de ser ejemplo para los pobres de la tierra, ahora somos perplejidad. Pocos se explican qué nos pasó, cómo fue que retrocedimos a nivel de la pandilla.
La respuesta será motivo de estudio durante muchos años en los mejores centros mundiales, es un fenómeno que interesa a los científicos sociales. Adelantemos algunas preliminares reflexiones.
Debemos estudiar en primer lugar la evolución del Chavismo, lo que pase allí se refleja en el rumbo de la sociedad. Veamos.
Después del asesinato del Comandante se desata en el interior del Chavismo una lucha feroz entre facciones. Esta pugna interna es entre el populismo marginal enfrentado a la "sensatez" de la pequeña burguesía partidaria de un capitalismo racional. Lo importante a resaltar es la ausencia de una fuerza Socialista. Este es la característica que determina todo el desarrollo futuro. No hubo un contendiente Socialista, la batalla fue entre facciones del capitalismo.
Rápidamente la pequeña burguesía "sensata" fue desplazada, las razones superficiales del desplazamiento no importan; salen Giordani, Navarro, Ana Elisa, quizá Rodríguez Torres, quizá Cliver, y ahora sabemos que Ramírez estaba en la mira. La vía hacia el populismo quedó expedita.
El "dakazo" marcó el modus operandi: cambiar prebendas por apoyo, la mercenarización de la política llevada a niveles himaláyicos, todo sazonado con desvergüenza máxima, perfecta en la triquiñuelas, en la extorsión.
Hay que reconocer que no se pudo formar una fuerza Socialista, los líderes llamados a construirla, a ser referencia, se diluyeron en la pelea con la oposición clásica, se conformaron con ganar peleítas a la mud, en hacer chistes de los líderes de la derecha externa; no supieron identificar dónde estaba el enemigo principal, el enemigo interno, se dejaron chantajear con una falsa unidad, una retorcida lealtad. Algunos se marginaron, se guardaron en su concha personal.
La política se convirtió, como nunca, en un torneo de oportunistas, de pusilánimes, de faltos de virilidad. A estos flojos, expertos en el cálculo egoísta, se les impuso con facilidad el pranato, que con una oposición interna inexistente, fácilmente asustable, y una oposición externa facilista, cobarde, pudo instaurar su dominación, el reino de la improvisación, de la ineptitud.
Ahora la situación es muy grave, el pranato con sus métodos populistas intenta rebajar a la masa a la condición de mercenarios, de egoísmo máximo, capaz de cambiar el todo por una migaja, de aceptar cualquier crueldad; una base social sin dirigentes, sin más líder que el proveedor de turno, educada en la filosofía del saqueo, sin otra ley que "agarrar todo lo que se pueda, sin importar nada", por "un premio" entregar la Patria en una elección, por una caja perder el criterio. Una masa así es incontrolable, capaz de apoyar cualquier crueldad siempre que le den.
Vivimos una crisis, una turbulencia inocultable, las mentiras del gobierno ya no engañan, pocos creen en sus números, en sus inventos. Viene el recrudecimiento de la lucha por el poder, se reedita la batalla inicial: unos, los pequeñoburgueses ingenuos, intentan adecentar la dominación capitalista; otros pretenden seguir el camino agotado del populismo mercenario; los gringos intentan recuperar la dominación eficaz. En ese forcejeo hay altos posibilidades de que recrudezca el fascismo. En las grietas medra el capitalismo.
La tarea de los revolucionarios, hoy más que nunca, es traer de nuevo al combate al Socialismo, al Comandante Chávez. Es un deber impedir que estos conviertan al Chavismo en un desecho.