Lo que llamaría la síntesis, algo así como para adornarme, de las declaraciones de Héctor Navarro, que contiene un llamado a votar, posición que comparto, como he compartido antes muchas cosas, aunque sea esta la primera vez que sobre él y ellas comento, me han dejado enredado. Llama a votar pero la razón que da, no voy a decir de fondo, porque es como una laguna muy llanita, pero sí de agua revuelta, "estamos llamando a participar electoralmente porque cuando se deja el espacio para la abstención, ese es el espacio donde aparecen las trácalas"*. No entendí, pero imaginé como que los votantes que no acudan podrían aparecer votando por alguien, como aquella práctica adeco-copeyana de los muertos. O la de los resultados estrechos, que pudieran darse, aunque la abstención sea baja. Pero este argumento, usado por el grupo del cual forman parte Navarro y Lander, relacionado con la elección del gobernador de Bolívar, en el cual compitió Andrés Velásquez, cuya palabra pareciera más empeñarse en ser estruendosa que convincente y quien aseguró que lo robaron, cuando no reclamó al perder con Caldera, mientras todo el mundo creyó si lo hicieron, más estando de por medio aquel Consejo Supremo Electoral (CSE) ducho y viciado en trampas, pareciera coincidir con el diagnóstico que prevaleció en la MUD.
Dicho de esa manera, a uno no le queda otra cosa que interpretar; pues trácala, sea uno andino, oriental de la costa o sureño de todo el espacio llanero, desde barinas hasta donde se forma el Delta, significa trampa y sobre todo como más le gusta a Ramos Allup, los suyos y sus socios de corto plazo, ¡¡Fraude!!
Y decir eso, pareciera fortalecer o participar de la idea que el CNE es tramposo, lo que no compartimos con el ilustre ex Ministro de Educación. Más si recordamos que esa ha sido la idea que por años, aun perdiendo de calle con Chávez, ha manejado la oposición violenta para justificar sus desmanes y salvarse del juicio condenatorio de sus electores. Menos compartimos esa posición si quien la expresa a nombre de su grupo, pasa por alto que el abstencionismo es la carta de esos, los violentos y sus mentores, quienes manejan las políticas dirigidas a nosotros desde el gobierno de Estados Unidos.
Por supuesto, es justo que uno destaque que también compartimos en buena medida la idea expuesta por el personaje de quien estamos hablando, según la cual "no estoy llamando a votar por ningún candidato en particular, sino a participar electoralmente". Y en esto lo acompañamos, aunque en particular votaré por alguien, pero eso sí, lo haré simbólicamente contra el imperialismo, por todo lo que eso significa para quienes como el suscrito y Navarro, salimos casi del mismo vientre y hemos abrevado en las mismas aguas. Pero dejando constancia que el abstencionismo es la carta del gran capital internacional que, cual pirata, ahora mismo y desde tiempo atrás, nos vigila desde las aguas del Caribe. No por lo que dice ahora Navarro que de paso, me extraña que eso diga. Y debo advertirle al viejo compatriota que hay como una enfermedad, no sé cómo se llama, que uno por oponerse, antes a Chávez, ahora a Maduro, perdido en el camino, con la brújula dañada, de repente se descubre en las espacios de quienes antes combatió como si ellos hubiesen cambiado de rumbo.
Pero si eso, dicho por Navarro, si me dejó confuso y por demás preocupado, lo que dijo luego me alarmó, a menos que haya pensado lo mismo que expuso el profesor Eligio Damas en su más reciente artículo "Bertucci llama a Falcón a unirse", en el cual sugiere un resultado estrecho que pudiera conducir a un entender la necesidad de cambiar en los estilos sectarios y excluyentes de gobernar.
Habló Navarro de la necesidad "de un gobierno de transición integrado por un conjunto de seres humanos con una gran vocación para hacer las consultas al pueblo como está en la Constitución, por ejemplo si quiere cambiar la Constitución".
Confieso que me gustaría un gobierno que no sólo pregunte eso, sino más cosas, como las políticas todas y halle la forma de acordarse con quien sea pertinente hacerlo, sin sectarismo, pequeñez estrechez y egolatría, sentimiento de predestinación para algo grande que nadie ve por parte alguna. Lo que me "suena" extraño, con perdón por apelar a la figura auditiva, habiéndola leído, cómo en el viejo y persistente discurso de la derecha, es la palabra transición. Ella ha venido siendo usada desde el 2002, cuando Carmona Estanga apareció al frente de aquel gobierno de facto, por la derecha en su empeño, justo empeño de destruir y derogar la constitución esa que pareciera Navarro, como el suscrito, defender. Esa palabra siempre apareció asociada a "La salida" y las guarimbas.
Sobre todo porque creo, posiblemente él también, que lo prioritario, emergente, ahora para los venezolanos no es el tema de la constitución sino el subsistir, como el comer y contar con servicio de salud. Pero me enreda, por decir lo menos, que a la palabra trácala, que pudiera aludir al CNE, vincula la de transición. Como la aparición de un gobierno que en lo inmediato dé paso a otro como él lo desea. ¿Pero si llama a votar cómo espera que de ese acto salga un gobierno de transición?
Como creo conocer el viejo pensamiento de Navarro y supongo en él se mantiene, en la medida, por supuesto, que eso es posible, dado el movimiento e incesante cambio universal, quiero pensar que desea, algo como inconcebible, que el ganador renuncie y de paso a un gobierno de "transición", pero lleno de buenas intenciones. Cosa que no creo y me parece infantil. Pero prefiero creer esto, pese piensen muy mal de mí, por lo menos carente de madurez y no que juzgo mal al compatriota Navarro.
Porque lo que pudiera desear es que los resultados llamen a una toma de conciencia, al convencimiento que aquí nadie tiene el rábano por las hojas y que todos a aquellos que privilegiamos los intereses venezolanos deberíamos abordar el mismo barco y ponerle proa en la senda correcta.
