Sin la menor duda las elecciones del 3 de diciembre no son unas mas de las que se han hecho en la era democrática, ni siquiera en los 8 años del Chavismo. Las cartas están echadas, el Presidente desde hace un año ha lanzado a toda voz y ha puesto al debate su proyecto de llevar a Venezuela al socialismo. Nadie podrá decir después que lo engañaron, de ser reelegido Chávez habrá que respetar la decisión popular. Son muchos los que consideraron prematura el anuncio del proyecto socialista y que hubiese sido mejor esperar pasar las elecciones. Esto, sin la menor duda, sería una manifestación de manipulación y de engaño sin precedentes y quien sabe con que tipo de consecuencias. En este momento, a pesar de que aún muchos no tienen claro de que socialismo se está hablando, inclusive en el propio gobierno, y que sobre éste se han descargado históricamente centenares de interpretaciones y mentiras, como dije las cartas están echadas: O nos vamos por el proyecto humanista socialista que tenemos que construir entre todos o volvemos a los gobiernos social demócratas, populistas y ampliamente vinculados a los grandes centros hegemónicos. La decisión del 3 de diciembre no es simplemente quitar a un presidente y colocar otro, es una decisión histórica que nos corresponde a todos los venezolanos. La oposición maneja sus argumentos para sustituir a Chávez: no al socialismo, no al comunismo, no al papel preponderante del estado, no a la posición antiimperialista. Estos argumentos son sin la menor duda maniqueos y solo reproducen la vieja campaña de miedo sobre el socialismo.
Todo esto sin pretensión alguna de negar las demostradas desviaciones de muchas sociedades que se autodenominaron socialistas y cuyo fracaso y engaño ha servido para alimentar la campaña de terror. Tampoco pueden ocultarse los errores, contradicciones y desviaciones que en este proceso socialista-bolivariano se han producido. Pero como lo he dicho: las cartas están echadas. Los que estaremos decidiendo el 3 de diciembre no solo nos atañe a los venezolanos es un debate mundial: continuamos con el sistema capitalista predominante, que ha demostrado históricamente que solo produce riqueza para unos pocos y más pobreza, explotación, racismo, exclusión para la mayoría. Ya no son solo las voces de los humanistas, los socialistas, grupos ecológicos sino connotados científicos, muchos de ellos miembros de las más prestigiosas instituciones científicas del mundo desarrollado, quienes han advertido que al ritmo de producción capitalista actual la vida sobre la tierra tienes los años contados. Ya no es la amenaza del Apocalipsis por un mundo inmoral. No, es la palabra de quienes siendo pagados para continuar el desarrollo del modelo imperante han tenido que reconocer que de seguir la carrera de consumo de recursos naturales y producción de contaminantes, muchas de las especies, entre eso la humana, tendrán dificultad para subsistir en las próximas décadas. Por ello es necesario contextualizar la decisión del 3 de diciembre en el escenario de un mundo marcado ya no solo por la desigualdad, por la fuerza del imperio sobre la mayoría de países aunque pobres tecnológicamente ricos en recursos naturales, ya no se trata solo de denunciar la explotación capitalista, de lo que se trata es de enfrentar las destrucción del mundo.
En Venezuela se ha levantado una voz insistente y permanente sobre estas terribles realidades mundiales, pero sin la menor duda, también se ha logrado una gran movilización social, un despertar de un pueblo históricamente excluido y que ahora ha comenzado, aún apenas, un proceso de reconocimiento de sus derechos: de democracia directa y participativa, hacia una economía solidaria, la reivindicación de la justicia sociales, el derecho pleno de la educación y la cultura. Estos son procesos apenas nacientes y como señalamos al principio con profunda debilidades y contradicciones, pero no cabe la menor duda, de que no solo se ha distanciado de la vieja tradición populista, sino, más aún, se ha creado una ruptura en la propia estructura capitalista. El sentir humanista y socialista de este proyecto liderizado por Chávez tiene una dirección clara, de esto no hay duda: contra el capitalismo, contra el imperialismo. Los errores son partes del proceso y nos tienen que involucrar a todos: desde el barrio pasando por las pequeñas y medianas empresas, las universidades, hasta las más altas instituciones nacionales tienen que debatir públicamente si le damos continuidad al capitalismo o abrimos el camino a una sociedad distinta. En este momento nadie puede llamar a la abstención, ni a las indefiniciones ni a los falsos apoliticismos.
Las cartas están echadas, nadie podrá decir luego que lo engañaron. No se trata de caer en apasionamientos políticos sin fundamentos, el problema no es si Chávez es el demonio como algunos pregonan, o no me gusta el tono como habla o lo que dice, o si tiene verruga, o por el contrario si somos mas chavista que Chávez y creemos que es Dios en la tierra. El debate es cual es la sociedad que queremos. Es momento de decisiones y esto no significa incondicionalidades absolutas hacia el proyecto socialista, como pretenden algunos, lo que sería además de poco democrático una negación a la inteligencia humana. La crítica interna tiene que ser permanente, sino no hay revolución y no se trata de las críticas o de las luchas por cuotas de poder, sino el debate profundo de ideas. Sobre eso nos falta mucho todavía, esperamos que llegue el momento donde las pasiones intestinales cedan paso al saber, a la inteligencia humana.
Sin la menor duda Chávez es el máximo líder de este proceso revolucionario, pero lo que decidimos el 3 de diciembre no es si Chávez se va o se queda hasta el 2021, de lo que se trata es si daremos continuidad al capitalismo inhumano y en cierta forma seguir alimentando la destrucción de éste nuestro único planeta o comenzamos la construcción de una nueva sociedad, de un mundo sustentable con una vida mas digna y humana. LAS CARTAS ESTAN ECHADAS.
prodriguezrojas@hotmail.com
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