Creo que el gobierno y hasta el CNE hicieron muy malos cálculos. No son las elecciones de concejales el aperitivo pertinente para despertar el interés y entusiasmo de los venezolanos, menos cuando se acerca el inicio del nuevo período de gobierno de Maduro. Ese mal cálculo pareciera no ser extraño en estos tiempos en Venezuela. Los políticos, todo y todos aquellos que con ellos tienen relación, parecieran soler hacer y decir todo lo contrario de lo que el mundo real indica y hasta demanda. Porque es verdad que no hay peor ciego o sordo que quién no quiere ver u oír con propiedad. Y cuando se trata de los reclamos populares, pareciera que los gobiernos, cuáles sean, como las clases dominantes, optan por apelar a la sordera y la soberbia.
En los primeros días de enero, como todos bien saben, se inicia el segundo período de gobierno del presidente Maduro. Sectores de la oposición y hasta sus mentores, en una lectura muy mala del cuadro político, parecieran estarse preparando para volver a las prácticas de antes, aquellas de las guarimbas y la violencia irracional. Y es una muy mala lectura porque es evidente que por razones fáciles de comprender, pese el apoyo más o menos sólido del gobierno en el frente militar y el que se ha sabido granjear entre una muy significativa parte de la población venezolana, al margen de las razones que acerca de eso puedan darse, los factores económicos, la grave crisis que tiene diferentes causas, carcomen sus bases de apoyo. Si algo ha favorecido al presidente Maduro, bajo cuya administración, para mala fortuna suya, la vida venezolana se ha deteriorado ostensiblemente, para decirlo así sin entrar a analizar las causas, ha sido la conducta opositora.
El más elemental análisis concluye que la oposición hoy está más dividida que nunca desde que Chávez accedió por primera vez al gobierno. La división, en términos conceptuales y políticos es de tal magnitud que difiere no por asuntos insustanciales, por cuestiones de candidaturas, o apetencias personales, que abundan, sino por asuntos de fondo, como el país que cada grupo quiere y como consecuencia de esto por un tema primordial, la forma de lucha a privilegiar. Y esto, en cualquier coyuntura, es de una enorme trascendencia, sobre todo si se trata de enfrentar una situación de corto plazo. Es un proceder habitual del capital y capitalismo, pues el tiempo es como un acérrimo enemigo de las ganancias y estas son vital amigo de aquéllos. Y debe ser así porque en una sociedad como la nuestra, esas confluencias clasistas no suelen darse para el largo plazo y menos se diluyen rápidamente diferencias de esas magnitudes y características.
Por lo que uno lee pareciera que sectores de la oposición han optado por "una salida" más allá de lo constitucional y donde la violencia pareciera ser la forma para producir el cambio que aspiran. Y dentro de esta, la esperada invasión toma en ellos más cuerpo, en virtud que la correlación de fuerzas de cualquier índole a lo interno, no les favorece. El discurso y hasta actitud del presidente de Colombia, el triunfo electoral de Bolsonaro en Brasil, parecieran alentar más a esos sectores de la oposición venezolana. La reciente propuesta peruana al llamado Grupo de Lima, relativa a lo de romper relaciones con Venezuela pudiera anotarse en esta dirección. Pero mientras tanto, y hasta quizás por eso mismo, la oposición más se fragmenta; tanto que varios grupos, más allá de aquellos que apoyaron a Henry Falcón han optado por participar en las elecciones municipales. En entidades como Baruta y hasta el Hatillo, centros poblados alrededor de Caracas y hasta formando parte de lo que llaman "la Gran Caracas", donde habita en muy buena medida gente de altos ingresos y la oposición ha tenido siempre predominante respaldo, han aparecido grupos opositores hasta con distintas candidaturas y desafiando a los partidos políticos que allí habían dominado. Tanto es esto así, que Primero Justicia, partido al cual hasta hace poco perteneció Capriles, pues este anda en otros menesteres, lo que es un elemento más revelador de lo que venimos diciendo, se ha vista obligada a amenazar a su gente con la expulsión si participan en esa justa electoral.
Quizás si se tratase de una contienda electoral de otro nivel y en otro momento, pudiera ser esta la oportunidad propicia para que esa forma de lucha tomara relevancia y sirviera para aislar más a las fuerzas internas que siguen empecinados en la violencia y la guerra como fórmula para resolver la crisis venezolana. Violencia que se expresa también en el desenvolvimiento de la vida económica de los venezolanos donde la guerra de precios y bombardeo contra el salario es tan cruel como la otra, la de armas de fuego. Pero se trata de una contienda electoral que nunca ha entusiasmado a los votantes. Si se analizan las cifras se podrá constatar que este tipo de elecciones no atraen, más sabiendo quienes serán electos, generalmente una lista de desconocidos y sin méritos ni formación alguna para esperar de ellos algo significativo, terminarán sólo llenando las nóminas de pago del Estado.
Pareciera, dado lo anterior, que el interés de los venezolanos pobres que somos hoy la determinante mayoría, pues se ha agregado a ese universo una inmensa cantidad antes afuera, incluyendo profesionales, como los docentes de diferentes niveles, pese el Estado, en ese contabilizar con frialdad aun no les cuenta como para considerarlos al momento de repartir los Clap, pues les sigue creyendo privilegiados, está concentrado en recibir los aguinaldos como debe ser y los perniles anunciados por el gobierno con el mismo énfasis del año pasado. Tanto que hasta en los medios, como en las calles y en las casas, sólo se habla de esos asuntos y casi nadie hace mención al tema electoral. En las redes sociales el tema electoral casi no se menciona, pero sí bastante lo relativo a las tablas salariales y los ajustes o retroactivos de los aguinaldos y por supuesto las hallacas y el pernil.
Por supuesto, este tema de discusión, o distracción, pareciera no favorecer al gobierno, pues si bien es verdad que éste pudiera tener interés en entusiasmar a los venezolanos por el evento electoral, tanto que sus medios informativos se han volcado a eso y sobre todo a quienes desechan la violencia, universo que para por fortuna es la inmensa mayoría de los venezolanos, no obstante el asunto a resolver en lo inmediato, cubrir esos cargos, no entusiasma tanto como que se paguen los aguinaldos como debería ser y cada quien pueda recibir el pernil para elaborar sus hallacas y que los navidades no resulten tan tristes como se ven venir.
Es cierto, como ya detallamos al inicio, a lo interno la oposición nunca antes estuvo más fragmentada, los violentos cada día son menos, quienes han comprendido que toda la violencia desatada tiempo atrás resultó dolorosa e inútil; en el cuadro político de ahora prevalece el interés de no abrirle cauces a una intención guerrerista impuesta desde fuera, como lo fue la violencia del pasado reciente; y también es verdad que en aquel universo que se ha llamado el chavismo pareciera también estar cundiendo la dispersión y el desaliento. Y se avizoran nuevos alineamientos. Lo que es lo mismo que decir que el cuadro está variando y por los signos todos pudiera marchar en lo inmediato a mayor velocidad. De donde seguir encarando la coyuntura como se venía haciendo no parece inteligente. Y si esto no cambia, me refiero a los procederes de lado y lado, el interés por los perniles, por aquello que "lo primero es el comer", se sobrepondrá a cualquier otra oferta. Y esto último trasciende los límites de la navidad.