Un Partido de Vanguardia Revolucionaria

El partido de vanguardia revolucionaria que parte del carácter de clase debe ser, ante todo, un partido de nuevo tipo, diferente a los partidos de la pequeña y gran burguesía. Diferente a los partidos de los campesinos o de la intelectualidad avanzada. El partido de vanguardia revolucionaria debe estructurarse en base a los principios políticos y filosóficos del proletariado. En su seno debe establecerse un nuevo tipo de relaciones, en donde, para lograrlo, no tengan cabida los explotadores y en donde la ciencia política tenga una aplicación constante y permanente. Lo anterior lo podemos resumir en una sola frase: debe ser un partido cohesionado ideológicamente, porque sin la unidad ideológica el partido de vanguardia revolucionaria no podrá alcanzar sus objetivos históricos. Por eso la labor teórica en su seno es fundamental para su desarrollo y consolidación. La frase de Lenin "sólo un partido dirigido por una teoría de vanguardia puede cumplir la misión de vanguardia" o bien, la frase del de Lombardo "sin saber no es posible luchar y sin luchar no es posible saber" ambos sintetizan extraordinariamente esa labor teórica que debe conducir al partido de vanguardia revolucionaria en su férrea unidad ideológica y por el alcance de la victoruia popular del pueblo.

En el partido no deben coexistir las diferencias ideológicas. Por el contrario, el partido debe ser monolítico, cohesionado, organizado y disciplinado; es decir, un partido unido ideológicamente donde se libre el combate permanente en contra de la infiltración de la ideología burguesa, porque el enemigo ideológico siempre trabaja en desarticularnos y convertirnos en presa fácil de apetencias egosistas propias de la concepción burguesa de la sociedad. Es más, de manera natural y en este contexto, todo el medio social presiona para que los miembros del partido revolucionario caigan en la trampa ideológica de la sociedad de mercado.

Lenin nos alerta en su obra ¿Qué Hacer? Cuando afirma "marchamos en pequeños grupos unidos, por un camino escarpado y difícil, fuertemente cogidos de las manos. Estamos rodeados por todas partes de enemigos. Nos hemos unido en virtud de una decisión libremente adoptada, precisamente para luchar contra los enemigos y no caer dando un traspié al pantano vecino, cuyos moradores nos reprochan desde un principio el que nos hayamos separado en un grupo aparte y el que hayamos escogido el camino de la lucha y no el de la conciliación".

A la unidad ideológica se le debe agregar la unidad orgánica porque no basta que todos los miembros asuman una sola teoría si cada cual realiza las tareas que más le convenga. Si en la lucha práctica que debe de ser revolucionaria más bien cada cual toma el camino que mejor le interesa a sus grupo no se produce unidad orgánica. Por eso Lenin estableció principios y normas de vida del partido para lograr que el ejército político revolucionario del proletariado actúe con disciplina, sincronizado y ágilmente.

La unidad orgánica se logra a través de una estructura científica. No puede ser una estructura que niegue los principios filosóficos del proletariado. No puede ser una estructura impregnada del liberalismo pequeño burgués. No puede ser una estructura basada en el individualismo.

La unidad orgánica se expresa, ante todo, a través de la suma de organizaciones (CELULAS) y no de la suma de miembros, porque es en el seno de cada organización del partido en donde se cumplen los deberes de los miembro y en donde se aplica la convivencia socialista y se aprende la teoría y la práctica de la lucha del pueblo. Nadie que no milite en una organización del partido puede legítimarse como cuadro revolucionario.

La unidad orgánica se expresa en el esfuerzo permanente de todo el partido para superar sus deficiencias, corregir sus errores y mejorar su funcionamiento.

Para alcanzar la unidad ideológica y la unidad orgánica es imprescindible aplicar dos principios esenciales en la vida del partido, estos principios son: La composición del partido, entendida como la calidad revolucionaria de sus miembros y la predisposición de cumplir con sus deberes.

La composición del partido no debe confundirse con el origen del militante, es decir, no importa si labora en la industria básica, si es trabajador manual o intelectual; ni tampoco importa si es trabajador de la ciudad o del campo. Lo que importa es su convencimiento de que su tarea histórica es la de sustituir el sistema basado en la propiedad privada por el socialismo. Lo importante es que esté convencido y conciente de que esa tarea histórica sólo la puede cumplir a través de su partido. Que esté dispuesto a cumplir con sus deberes que le imponen los estatutos y sea sencillo, honesto, leal, fraternal y comprometido con la lucha del pueblo.

En el Segundo Congreso del Partido Socialdemócrata Ruso, Lenin argumentaba al respecto afirmando: "no hay que olvidar que todo miembro del partido responde por éste y que todo el partido responde por cada uno de sus miembros. Dadas las condiciones políticas en que tenemos que trabajar, dado el estado rudimentario de la actual organización política, sería sencillamente peligroso y dañino conceder los derechos de miembro del partido a quienes no son miembros de una organización y depositar la responsabilidad por el partido en gente que no entra a formar parte de la organización" y continuaba: "tenemos el deber de poner un control efectivo en manos del Comité Central. Tenemos el deber de salvaguardar la firmeza, la perseverancia, la pureza de nuestro partido. Debemos esforzarnos por elevar más y más el nombre y la importancia de miembro del partido” y revertir esta calidad en el conjunto del pueblo.

El otro principio es el del centralismo democrático que promueve la unidad ideológica, la unidad orgánica y la combatividad del partido.

El centralismo democrático se basa fundamentalmente en la existencia dentro del partido de una sola disciplina que se realiza a través de la supeditación de la minoría a la mayoría, la cual se ejerce depositándola en las organizaciones de dirección. Es por eso que en el Congreso Nacional recae la máxima representación de la mayoría y enseguida, esa representación le corresponde al Comité Central, por ello, y en ese orden, ambos son la máxima autoridad del partido.

El centralismo crea la unidad de acción en el seno del partido y otorga mayor autoridad a las organizaciones superiores de dirección. La no aplicación del centralismo conduce al relajamiento de la disciplina, al caos y a la anarquía. Si el centralismo crea la unidad de acción, la democracia, crea a su vez, la voluntad común de los miembros que se cristaliza en los acuerdos. La voluntad común expresa plenamente las necesidades de la lucha del proletariado y protege al partido del subjetivismo y lo aleja del sectarismo y dogmatismo. La democracia interna conduce a discutir colectivamente, en cada organización del partido, los problemas fundamentales y a aprobar los acuerdos obligatorios para todos.

El desarrollo de la democracia interna conduce, al mismo tiempo, a elevar el prestigio de las organizaciones de dirección, porque su actividad se apoya en la participación colectiva de los miembros en la discusión y aprobación de sus resoluciones.

En otra ocasión, defendiendo la democracia interna, Lenin declaró: "la organización del partido descansa sobre bases democráticas. Esto significa que todos los afiliados eligen a los que habrán de ocupar los cargos de responsabilidad, a los miembros de los comités que todos los comunistas discuten y resuelven los problemas referentes a la campaña política del proletariado y que todos los comunistas determinan la táctica de las organizaciones del partido".

En síntesis, el centralismo democrático se basa: en la disciplina que supedita a la minoría con respecto de la mayoría; en que las organizaciones de dirección superior tienen mayor autoridad que las inferiores y sus decisiones son acatadas incondicionalmente; en que todos los comités se eligen de abajo a arriba en todas las organizaciones del partido, independientemente del nivel de dirección de que se trate, todos los asuntos se resuelven democráticamente, a través de la dirección colectiva y en la aplicación de la crítica y autocrítica.


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Oscar Flores

Dirigente de los Círculos Bolivarianos, comunicador alternativo, Director del periódico La Voz del Valle

 lavozdelvalle2@yahoo.es

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