Condiciones imprescindibles para adherirse al Partido Socialista Unido de Venezuela. ¡Menos, nada!

Cuando el clarin de la patria llama...

Este asunto de la unidad necesaria para emprender la tarea de construcción de una sociedad socialista original, autónoma y propia, tiene, como todos los objetivos etapas. Algunas de ellas, como por ejemplo el apoyo incondicional al proyecto es primaria y de imprescindible necesidad, aquí no cabe el debate. Aquí, como cuando se ponen unos cimientos y se decide donde y con qué materiales hacerlos, no hay lugar para la duda ni pueden aceptarse rodeos o medias tintas. Se apoya hasta con la vida el proyecto de patria o se anda sobrando en estos menesteres. Se coloca toda la fuerza moral, la pasión y el alma en el respaldo al proyecto o lo mejor sería que no se le permitiera a nadie posturas condicionadas. Eso de echarse al agua y comenzar por guardar la ropa por si acaso la cosa no funciona, no va en asuntos de la patria. O se llega desnudo de ambiciones, sin galones ni revolucionarismo marca registrada, o mejor que se queden con sus ambiciones e historiales. La patria no los necesita así. Tarde o temprano pasarán factura –casi siempre en el peor momento- por sus “anunciados bienes políticos”.

La historia está allá como libro abierto para enseñarnos e impedir que cometamos los mismos errores. En todos los casos en los cuales el seguimiento se hace por un bien superior el desprendimiento, la honestidad total y absoluta, la donación incondicional y la entrega son condiciones fundamentales. Nadie jamás se integró a un proyecto superior poniendo como condición la conservación de lo viejo. Allí están los ejemplos del seguimiento de los Apóstoles a la causa del Evangelio encarnada en Jesús. Pedro y su hermano Andrés estaban en la playa dedicados a lo suyo, la pesca, “dejaron todo, barca, redes, familias… y lo siguieron”. Más adelante se menciona como otros dejaron sus negocios, sus familias, sus padres… y le siguieron. ¡Dejaron todo y lo siguieron! ¡Es que no hay otra forma! Y cuando alguno se puso a sacar cuentas, Jesús lo miró con tristeza y lo mandó con los suyos, no lo aceptó. Aún así tuvo lo suyo de traiciones.

En una de esas anécdotas que quizás el pueblo genera en su infinita sabiduría porque si no fueron debieron serlo, se cuenta como el Libertador acampaba cercano a nuestra frontera a la espera de venir sobre Venezuela y liberarla, allá por 1813, pero la autorización no llegaba del gobierno de la Nueva Granada. Al amanecer de una noche muy larga de espera, alguien tocó la puerta del aposento del Libertador, al abrir encontró un jovencito, imberbe, demudado de emoción. Un jovencito que cuadrado ante el Libertador le decía con voz firme: “Señor, si para libertar a la patria son necesarios dos hombres… ¡aquí está el otro!”. Era el jovencito Rafael Urdaneta. A la patria no se le condiciona ni se le regatea el amor. A la patria todo el amor que se le de siempre será poco. Eso de comenzar por condicionar la participación en la construcción de la patria buena como si de una compañía anónima en formación se tratara es repugnante. Haber visto algunos personajes sacar cuentas estos días me ha producido un asco infinito.

Yo reclamo, desde todavía este lecho de enfermo, que no se permita la participación condicionada de nadie. Que se vayan bien lejos con sus condiciones, sus “debates para fijar posiciones”, sus “evaluaciones de escenarios”… ¡Coño…que se vayan bien lejos y se lleven con ellos toda su porquería! Aquí no se aceptan más posiciones que las asumidas –hasta ahora- por William Lara, Lina Ron, Guillermo García Ponce y Jesús Ángel Paz Galárraga, supongo que a nombre propio y de sus organizaciones. Gente con todos sus pertrechos puestos sin condiciones a la orden del proyecto. Vidas sin condiciones, eso es lo que se necesita. Podemos estar seguros que el precio a pagar si los detenemos será menor ahora que luego. Que se definan –por cierto, personal e individualmente- o que se vayan con sus “fuerzas”. Que acampen donde siempre debieron. Reitero, esto debe ser realizado personal, muy personalmente. Que cada quien tome su decisión. La Patria o los partidos.

No hacerlo resultará grave tarde o temprano. Nadie que se integre al proyecto del Partido Socialista Unido de Venezuela puede llegar con equipajes viejos. El proyecto necesita la libertad que da la pobreza de fuerzas y elementos. El proyecto necesita la frescura de ideas que proporciona el terreno limpio que ponemos a su disposición. Aún así, Jesús tuvo su Judas y Bolívar sus Páez o Mariño, ¿que quedaría para este proyecto si comenzamos sembrando mala semilla? Incluso, creo que si algunos partidos deciden no integrarse al proyecto pero seguir apoyando –ya veremos cuanto dura el amor- al proceso revolucionario están en su pleno derecho. Lo que debe quedar claro es que este apoyo no implica cuotas de gobierno. Eso, además de todo, será un buen signo. Por otro lado, dificulto mucho que esa militancia siga el mal ejemplo de sus líderes. Si deciden poner condiciones se quedarán solos, como siempre lo estuvieron. Todo cuanto tienen de importancia electoral tiene un nombre: HUGO CHÁVEZ. Que se miren en el espejo del MAS.


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Martín Guédez


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