A un año del COVID-19 aún no se cuenta la verdad

La pandemia actual desencadenada por el SARS-CoV-2/COVID-19 ha puesto a prueba la capacidad de respuesta de los distintos sistemas de salud en el mundo, así como su capacidad económica de enfrentar la crisis. Ningún gobierno estaba preparado para asumir este reto; sin embargo, China (centro de origen del virus) supo salir adelante con estrictas medidas de bioseguridad y de atención inmediata a su pueblo. Digno reconocer el esfuerzo que nuestros hermanos cubanos hicieron en esta nación para superar este terrible mal, como también lo hicieron en otros países. La mayoría de los gobiernos se vieron en la obligación de recurrir a las medidas de confinamiento como una opción para contrarrestar la propagación del COVID; pero al mismo tiempo como una forma de paliar su crisis, como en el caso de Venezuela que los efectos del bloqueo y las sanciones han debilitado la economía del país y la pandemia ayudó al gobierno a centrarse más en el virus que en otros problemas. La economía mundial se ha visto afectada porque las personas han dejado de consumir bienes y servicios de otros sectores; pero coadyuvó a que se incentive la producción nacional, a la innovación, al emprendimiento, a reinventarse para poder hacer frente a los nuevos desafíos haciendo uso de las nuevas tecnologías y redes sociales. También pasaron cosas inexplicables en un año de pandemia a causa de la irresponsabilidad de sus gobernantes: el confinamiento en Wuhan duró 76 días, fue muy estricto y hoy día existe un gran control sobre la pandemia; mientras que algunos países europeos y latinoamericanos permanecieron casi todo el año en confinamiento, aun así, las tasas de contagio y de muerte se incrementaron. Países como EE.UU y Brasil fueron un verdadero desastre en el control epidemiológico; el gobierno de Chile nos sorprendió con una cantinflada al decir que los muertos por COVID los computaban como sanos porque ya no tenían el virus. Las escuelas y universidades en casi todo el mundo aún permanecen cerradas cuando en China abrieron en mayo del año pasado de manera presencial bajo estrictas medidas de bioseguridad. Ninguna medida fue tan estricta como la de China, pero solo este país pudo entender el problema y enfrentarlo.

A un año del COVID-19 aún no se cuenta la verdad, cuando la humanidad sepa cómo, para qué y por qué lo hicieron, tal vez entenderá que el capitalismo es un sistema perverso que mata, engaña y controla. El covid dejó en evidencia el lado oscuro de los grandes países del mundo que quieren imponer un control demográfico para exterminar a la población, porque sustentarlos es más costoso que aniquilar a la raza humana. El coronavirus al 28 de febrero ha infectado a más de 114 millones de personas en el mundo, a un costo mayor de 2.53 millones de pérdidas humanas. No es Venezuela el que lidera la tasa de contagios ni de muertes a pesar de su condición particular, sino el país que más daño le ha hecho a este y al mundo, los EE.UU. La recuperación de 2021 es muy incierta. Es probable que la mayoría de las naciones más ricas tarden en recuperarse. La desigualdad social es mucho más amplia; mientras que los 651 multimillonarios estadounidenses han aumentado su patrimonio neto en un 3% a US$4 billones, 250 millones de personas en los países en desarrollo podrían enfrentar la pobreza absoluta y hasta la mitad de la fuerza laboral mundial puede haber perdido sus medios para subsistir. Los países ricos que han comprado la mayoría de las vacunas pueden fallar en la inoculación de suficientes personas para crear inmunidad colectiva hasta finales de 2021. En los países en desarrollo se cree que el virus se propague más por la escasez de las vacunas. China crecerá en un 8%, las exportaciones hacia EE.UU. han alcanzado niveles record y podría superarlo como la economía más grande del mundo dos veces más rápido de lo estimado. El panorama es menos optimista en los países europeos y en EE.UU., así como para los países en desarrollo, al igual que países de rápido crecimiento como Brasil, India y Sudáfrica enfrentan tiempos difíciles por no contar con suficientes vacunas, por falta de oportunidades laborales, el incremento de la pobreza y el hambre. Los muy ricos en EE.UU. se han beneficiado de los enormes aumentos del mercado de valores como Amazon, Netflix y Zoom. Se cree que la única solución a la crisis sanitaria mundial es la vacuna. Ya se ha comenzado a inocular la primera dosis de las vacunas de Pfizer, Moderna y Aztra-Zeneca en diversas partes del mundo y los resultados han sido catastróficos: al 22 de enero se habían reportado al Sistema de Notificación de Eventos Adversos por Vacunas (VAERS) de EE.UU., unas 329 muertes. Al Sur de España (en el territorio usurpado a España por Inglaterra en Gibraltar), han muerto 56 personas relacionadas con la vacuna. En Cádiz, en enero desde que se aplicó la vacuna de este trío de laboratorio, han muerto 124 personas. Existen datos sobre decesos a causa de recibir la vacuna experimental de Pfizer-BioNTech en Israel, Noruega, Portugal, Suecia y Suiza. Estos grandes laboratorios harán lo posible para cercar otras vacunas que no causan ningún efecto secundario y son de muy bajo costo, como el Carvativir creado en Venezuela por el IVIC y a la disposición del mundo. Ya existe un bloqueo contra el Carvativir por las redes sociales. El imperio prohibirá al mundo la adquisición de éste porque el presidente es un dictador.

El mayor impacto para la humanidad son los efectos sobre su salud mental y emocional. El miedo fue la mejor arma que se inoculó. Los psiquiatras aseguran que la cuarta ola va a ser la salud mental, será invisible y pocos gobiernos destinarán recursos económicos y humanos, como consecuencia se exacerbarán y aumentarán las necesidades de los sistemas de salud. El COVID-19 ha sido el experimento social más grande que se haya hecho, más de 2.600 millones de personas han estado en cuarentena con miedo a morir, a perder a sus seres queridos sin adiós ni despedidas; miedo a que en un centro de salud no le atiendan; pánico a las informaciones diarias del COVID; miedo a no tener libertad, recursos económicos ni comida para subsistir; dolor por tantos médicos y enfermeras que partieron salvando vidas; depresión por no poder mostrar los afectos desde un abrazo. Este será otro negocio redondo para la industria farmacéutica. Los gobiernos responsables deben incorporar la psicoterapia a la salud pública, apoyarse con la Escuela de Medicina China para dar una atención más humanista a sus ciudadanos. El capitalismo tiene a la humanidad de rodillas, rogando por solidaridad, unión y cooperación en todas las latitudes. El capitalismo triunfó, mostró sus garras para imponer su control a la humanidad. El virus mandó bien lejos a los mercados, a la globalización, a la interconexión, pero dejó el miedo entre los humanos. Creció la desigualdad tecnológica entre países, afectó el empleo, la educación y el desarrollo tecnológico en los países más pobres. El mundo no será igual después de esta pandemia. ¿Cuál mundo humano saldrá de esta guerra biológica? La gente está angustiada, las empresas en riesgo, los gobiernos como ausentes y la humanidad no sabe qué futuro le depara. Los líderes políticos mundiales han sido los grandes derrotados en esta crisis, por su falta de liderazgo, por su miopía, por no atender a sus países de manera oportuna. Los verdaderamente comprometidos en esta pandemia fueron la sociedad médica, el personal de enfermería, los camareros y el resto del personal asistencial. El ejército de batas blancas son la punta de lanza y la esperanza de la humanidad para combatir este flagelo, son los verdaderos héroes. Gracias a esta arma bacteriológica que nos impusieron le va a permitir al ser humano mirarse en el espejo de sus propias virtudes, de sus limitaciones y de su capacidad para sobrevivir. El aislamiento que vive el mundo ha ofrecido un paréntesis filosófico y existencial a la humanidad, para darnos las respuestas a aquellas preguntas que no encontrábamos. El silencio a través de un tapa boca hizo que el ser humano tuviera un espacio para el encuentro con él mismo. El confinamiento un espacio para reencontrarse con la familia. Solo el amor es capaz de derrotar este virus si enfrentamos el miedo, de rescatar a la familia. La respuesta de lo que te deja el COVID lo sabrás en la medida en que tengamos consciencia de para qué llegó a nuestras vidas, lo descubrirás en tu más íntimo silencio.

(*) esmeraldagr2309@gmail.com



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Esmeralda García Ramírez

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