Occidente vs oriente

Es sorprendente que el hecho que el sol salga por el oriente y se oculte por el occidente haya determinado que el mundo esté dividido en dos porciones vinculadas al levante y al ocaso del astro.

Desde hace siglos se conoce las posiciones tanto política como religiosa sobre el oriente y occidente. El conocido imperio romano de occidente se afianzó en lo que hoy es Europa y su sede estaba en Roma y el imperio romano de oriente se consolidó en extremo levantino de Europa cuya capital fue Bizancio, llamada luego Constantinopla. Inclusive, la iglesia cristiana asumió tal separación, la religión católica se afianzó en la zona occidental y la iglesia ortodoxa, con el primer cisma (1054), se fortaleció en el levante. Fue tal impulso de aquella división cosmográfica que hoy modernamente los libros de historia, también los políticos, refieren en sus páginas y en los discursos, respectivamente, la existencia de la civilización occidental y la oriental.

No cabe duda que la civilización occidental recibió la influencia de la doctrina judeo-cristiana desde el punto de vista religioso y del pensador griego Aristóteles, que según algunos intelectuales fue su filosofía la que ayudó a estructurar el pensamiento occidental. Sin embargo, puedo asegurar que la mayoría de las personas y los políticos que viven en occidente desconocen los principios de la religión judía, de la religión cristiana y mucho menos han leído un libro del hombre de Estagira.

No cabe duda que durante siglos y todavía hoy, es notoria la lucha entre oriente y occidente, en un principio por motivos religiosos, después por razones políticas y como siempre, por causas comerciales. Estas diferencias han estado presentes desde que la Tierra está habitada por seres humanos. Debo recordar que las raíces de todo ser bípedo pensante y hablante hay que buscarla entres los neandertales y el homo sapiens quienes salieron de África para poblar el mundo.

Es indudable que aquella influencia del imperio romano occidental fue aumentando en la misma Europa y logra hacerse extensiva en América, una vez que esta fue invadida por los pobladores del viejo continente. Es decir, aquella cultura de la llamada civilización occidental fue exportada hacia las tierras avasalladas imponiendo sus religiones cristianas (católica y protestante). Así mismo, el modelo político de la época, como fue la monarquía y el imperio, además, de su cultura comenzando por el idioma (español, portugués e inglés), la literatura, la pintura, la música, es decir el arte en todas sus manifestaciones. Fue tal el dominio de la civilización occidental (europea) sobre las tierras recién invadidas que los pueblos originarios desconocieron por mucho tiempo la existencia de otras formas de vida y otra cultura vinculadas con el oriente.

No se pude negar que el trabajo de transculturización del invasor occidental fue muy bueno y bastante cruel. Aquellos ocupantes no permitieron la influencia de otras culturas. Los conocedores de historia están al tanto que los usurpadores venían con más de ochocientos años de cristianismo a cuesta, además de recibir el apoyo militar y económico del Sacro Imperio Germánico Romano portando el estandarte de la civilización, del desarrollo y la cultura. Una civilización basada en las guerras religiosas entre protestantes, católicos, judíos y musulmanes, odios que fueron traslados hacia los pueblos recién conquistados. Una civilización donde la crueldad, el abuso, la violación de los derechos de los seres humanos fue permanente, la iglesia con su poder omnímodo hacía lo que le venía en gana bajo la excusa de los llamados crímenes contra la fe. En este "proceso civilizatorio" de occidente (Europa) desempeñaron un gran papel los aristócratas, los curas y los soldados. Este sistema fue traslado hacia América y seguidamente convirtieron a sus pobladores en cristianos católicos y cristianos protestantes en todas sus modalidades. Todo esto fue posible bajo el rigor de la espada, la amenaza de los perros, el mortal arcabuz, la cruz y La Biblia que nadie entendía.

Aquella civilización occidental, racista y esclavista, producto de la violencia llegó a América y occidentalizaron a los pueblos originarios por medio de la violencia. Secuela de esto obligaron a sus pobladores a consumir los productos de su cultura. Era culto el que se instruía en español; quien acudía al teatro; quien escuchaba la música occidental, esta era la música académica, es decir la clásica; se debía consumir vino o brandy; fumar puros; solo los aristócratas o lo criollos de estirpe acudían a ballet; además, era importante conocer las reglas del protocolo para vestirse y asistir a un banquete. Fue así como los europeos nos occidentalizaron. Lo único que no pudieron imponer los cultos europeos a los pueblos originarios fue su animadversión a las duchas y la costumbre de propagar los nauseabundos olores corporales.

Por fortuna, para los antiguos pobladores de América bañarse diariamente en el río era parte de su tradición.

No cabe duda que la hegemonía de la iglesia durante más de ochocientos años determinó el futuro de Europa y posteriormente el de América, su influencia política, económica y comercial fue determinante. La Iglesia Católica Apostólica Romana ejerció un monopolio de todas las actividades de aquella época: la cultura (los libros estaban escritos en latín), la educación (era la dueña de colegios y universidades), el comercio (era propietaria de las tierras fértiles), las finanzas (cobraba impuestos y diezmos) de allí la gran fortuna que actualmente posee de reino del Vaticano. Tal institución se oponía a toda modificación de estatus quo hasta que llegó la Revolución Francesa, cuyos herederos se encargaron de llevar la democracia burguesa al mundo occidental, incluyendo América. De esta manera continuaron occidentalizando los pueblos recién conquistados con un nuevo modelo político.

La occidentalización de los pueblos originarios impidió el conocimiento de otras culturas, otras formas de arte, otros modelos políticos, otras religiones. Por fortuna hoy el Internet permite a los usuarios de tal tecnología tener acceso a la cultura China, rusa, India, persa, bielorrusa, Japón, Mongolia y de otras regiones desconocidas y alejadas de su entorno físico. Hoy por hoy se puede obtener información, con solo pulsar un botón, nociones del budismo, del islam, del sintoísmo, jainismo, hinduismo, zoroastrismo, sijismo, rastafari entre tantas. Se puede consultar sobre los pensamientos de intelectuales árabes, chinos, indios, rusos, iraníes, sirios que conforman el mundo oriental. Dichos eruditos podrían entregar buenos aportes para desarrollar los países suramericanos. Fue imposible conocer las hermosas bayaderas tamiles y sus danzas, los seductores bailes árabes, América estuvo alejada de la música iraní y también de la música africana. Muy poco se sabe de las relajantes melodías chinas y de la India, de los mantras tibetanos… en fin, el mundo de oriente fue completamente desconocido para los suramericanos, así como también de una gran parte de la cultura de los pueblos originarios, la cual fue opacada por los conquistadores.

A pesar ya casi estamos llegando a un cuarto del siglo 21 en el mundo se mantiene la separación de las civilizaciones entre oriente y occidente. Los líderes de este último argumentan que hay que preservar los valores y la moral cristiana. Pura hipocresía, son pocos los cristianos que están enterados que Jesús era judío de familia judía, formado bajo las orientaciones de la Torá y nunca renunció a su fe. Hoy por hoy la lucha entre oriente y occidente no es por asuntos religiosos, mucho menos políticos, sencillamente el enfrentamiento es por el control de los mercados. Los dirigentes de EEUU y UE no terminan de aceptar que el mundo unipolar ya no existe y tampoco volverá. El monopolio que ellos ejercían en el ámbito internacional quedó a un lado para que nuevos escenarios se vislumbren en el mercado globalizado. Se debe dar paso a nuevos compradores y productores como el ruso, chino, el árabe, el de la India, el de Irán y a otros países que tienen mercancías para negociar en el ámbito planetario. La civilización occidental no tiene nada que ofrecer, solo armas y conflictos, tal como lo viene haciendo de desde hace siglos. Razón tuvo el científico estadounidense George Wald (1906-1997): "Yo no creo que los regímenes del mundo occidental gobiernen realmente, sino que sirven como peones al enorme poder financiero mundial". Lee que algo queda.



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Enoc Sánchez


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