Máscaras bolivarianas

Lo más trascendente de la diatriba política actual es que tenemos un pueblo claro, permeabilizado por el proceso revolucionario, el cual no le permite sucumbir ante las trampas y maniobras de esos dirigentes que cuando vieron al presidente Hugo Chávez asumir el poder, se colocaron sus máscaras bolivarianas para esconder su verdadero rostro cuarto republicano.

Y es que el pueblo es sabio. Desde que el presidente Chávez anunció la organización del Partido Socialista Unido de Venezuela (Psuv) y los dirigentes de algunas de las organizaciones que supuestamente apoyaban al gobierno comenzaron a titubear, interpretó la situación. Supo de inmediato que no pasaban el examen y en efecto, más temprano de lo que se esperaba se reventaron y públicamente señalaron su desacuerdo con una de las propuestas fundamentales para consolidar el socialismo del siglo XXI.

El resto de la historia es suficientemente conocida. Dijeron que lo iban a pensar y someter a diálogos, hablaron de discusiones como en democracia, en fin, soltaron una sarta de argumentos sin sentidos al estilo de la IV República y olvidaron que en los sistemas democráticos lo fundamental es el pueblo y el pueblo clama por un partido unido en función de la mayoría.

La gente se cansó de esas organizaciones como AD, Copei y ahora de PPT y un sector de Podemos, que aunque no dejan de pregonar su apoyo al proceso revolucionario, se niegan a unirse por una sola causa: Venezuela.

Pretenden formar parte del proceso revolucionario, pero con su parcelita intocable, como en los tiempos del puntofijismo, donde cada cogollo partidista mantenía sus prebendas, a expensas de la gente sometida y engañada.

Oponerse al Psuv es oponerse a la unión, es no entender que para la consolidación del socialismo del siglo XXI se requiere de una Venezuela compacta, con una sola voz, capaz de enfrentar ese neoliberalismo salvaje que tanto daño a hecho en este país y en el mundo.

Es pertinente recordar que cuando me refiero a una sola voz, no hablo de un solo pensamiento, porque esa es otra maniobra perversa que los dirigentes enmascarados de bolivarianos y los opositores de siempre, han querido hacer ver para confundir y sacar algún provecho.

Sí, dejaron correr este ardid siniestro, pero afortunadamente puede desmontarse fácilmente. Observen ustedes que luego de la actitud de Ismael García, que ha sido el oponente más férreo a Chávez en eso del Partido Unido, el primero en renunciar fue un grupo del mismo Podemos, encabezados por el dirigente Libes González. Luego, siguieron otros entre los que destacan el gobernador de Yaracuy, Carlos Eduardo Giménez, y el alcalde de Maracaibo, Gian Carlo Di Martino, quien lo hizo mediante una carta pública, que bien interpreta el proceso revolucionario liderado por Chávez.

Ahora, ustedes creen que todos estos ex dirigentes de Podemos tienen un solo pensamiento, como si la cuestión se tratase de sacarse y meterse otro casete en la cabeza. Por supuesto que no. Opino, por el contrario, que son políticos claros en la nueva Venezuela que se quiere construir. Los que mantienen un pensamiento único son ese tipo de aventureros que a pesar del hambre y la miseria, siguen defendiendo ese neoliberalismo y capitalismo salvaje que les garantiza sus intereses, por encima del bienestar del colectivo.

Por eso les cuesta borrar del pensamiento ese pasado y dar un paso al frente en favor del Psuv, que precisamente revierte tal modelo y entonces podríamos tener una organización pluralista, en función de la gran mayoría.

Ese grupo de dirigentes enmascarado no quieren unirse. Les gusta dividir, intentan romper esa mole en que se ha convertido el proceso revolucionario, para hacerlo débil, penetrarlo y fracturarlo.

Pero están descubiertos. Son bolivarianos disfrazados y no han entendido lo que expresa el alcalde Di Martino en su carta pública: “La historia común y reciente de solidaridades y acompañamientos en momentos de dificultades es un eslabón fraterno que, en las presentes circunstancias, obliga generosamente a hacer un llamado a la unidad, a la discusión creativa sobre el rol pedagógico y el desprendimiento generoso que tiene el deber de demostrar el dirigente político en Venezuela, para consolidar el proceso bolivariano”.

“Que no haya dudas del daño que produce para la soberanía del país y para la historia que queremos construir, el enfrentamiento entre los sectores progresistas, incluidos partidos, intelectuales y organizaciones sociales”.

Más adelante expresa en su misiva: “La presente generación venezolana de líderes políticos y sociales tiene la misión trascendente de implantar un genuino y original esquema de acción e influjo hacia el colectivo. La misión es, fundamentalmente, educadora: formar el hombre nuevo que propuso el Ché Guevara, íntegro, férreo en su honestidad, principios de solidaridad y respeto”.

Provoca transcribir la carta completa nuevamente. Lamento carecer de espacio, pero allá aquellos que no quieren subir al tren de la revolución, donde desde hace ocho años ya se encuentra a bordo el pueblo venezolano.

albemor60@hotmail.com


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Alberto Morán


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