Sobre el socialismo y la sinceridad

En cuanto al Socialismo

Lo más resaltante y significativo que ha vivido Venezuela en estos últimos años nos lleva ha pensar sobre la inmensa potencialidad que tienen los pueblos del mundo, a la hora de asumir con entereza el compromiso consigo mismo, la libertad y su correspondiente autodeterminación. Por mucho tiempo, gracias al inevitable codiciar de sus riquezas, se le pretendió a este pueblo venezolano sistemáticamente contaminar y corromper. Era necesario para las sanguinarias demandas de los que se consideran los amos del mundo, que quienes, según ellos, “accidentalmente” se presentaban como los simples “custodios” de estas riquezas, jamás lograran conciencia de su soberana autodeterminación y dominio. Por décadas se invirtió en una sofisticada y bien acabada estructura para su ideotización, se le haría ver y juzgar que por naturaleza y por razones divinas, el venezolano, era flojo e incapaz de no sólo reconocer su propia idea de bienestar, sino mucho menos el de poder imaginar administrar lo que “equivocadamente” le habían sembrados bajo sus pies. Los cuantos que desde nuestras propias riberas reconocieron esta manipulación fueron precisamente los que más le sacaron provecho, tanto así nos odiaban y se avergonzaban de no poseer la supuesta hidalguía anglosajón, y,  a causa del apetito febril de unas fáciles monedas en el bolsillo, terminaron siendo los que mejor nos condenaban a nuestra, supuesta docilización.

A partir de la religión, la escuela (y su positivismo), los medio de comunicación social (cine, televisión, radio y medios impresos); comenzaron ha bombardearnos sobre las ventajas, posibilidades y confort del poder. Cualquiera fuesen los caminos de llegar a él serían recomendables sí, aun en nombre de los desposeído y las causas justas de la humanidad, se comenzaba a gozar de lo que tanto se despreciaba, la verdadera causa de la exclusión y la injusticia social. Tanto nos lo repitieron y de tan variada forma, que el esmero empleado logró impactarnos e inocularnos el supuesto erógeno placer de creer que el liderazgo se afianza a razón de un consumismo que se convalida a razón de tantos “favores” y “sacrificios” ofrendados a la patria, una nueva forma legitimar la opulencia de sus correspondientes y corruptos modos de vida “revolucionaria”.

En cuanto a la sinceridad:

Ahora bien, sobre la sinceridad convendría discurrir la anecdótica e interesante etimología que la historia nos da del término, la cual nos obliga ha remontarnos a los tiempos donde la civilización helénica gozaba de pleno esplendor. Por aquellos tiempos la misma utilidad de las herramientas, sobre todo jarrones y vasijas, continuamente eran mayormente apreciadas y codiciadas a razón de las formas estéticas que alcanzaban, muchas veces a desmedro de las mismas razones utilitarias que le conferían el ser. Cuan alto había alcanzado el desarrollo y maestría de la técnica que los ceramistas frecuentemente procuraban temerarias formas de lograr lo sublime, muchas veces a costa de sacrificar su propia longevidad, al quedar seriamente agrietadas. Al respecto, los menos escrupulosos, simulaban las huellas de su fracaso con una especie de cera. Los más atentos y conocedores demandantes, al saber esta impropia manera de ganarse la vida y reputación, exigían de los ceramistas sinceridad (sin-cera). Pues bien, mucho del actual debate sobre la postura, impostura y cordura que ha originado la necesaria discusión sobre el Partido Socialista Unido mantiene tras de sí mucha “cera”, muy poca sinceridad por parte de algunos de sus interlocutores. Consabido y poco discutido es que “algunos” por no desprenderse del “racimo de cambures” que atesoran  bajo el brazo pretenderán todo, menos faltar al romántico discurso que les han proporcionado tan buenos dividendos, incluso, tanto es así que ya comienzan ha tirarle piedras a la misma “mata”. Pero lo indigno y poco ético del asunto se torna aberrante cuando vemos como antes de ni siquiera comenzado el debate “nadie” se atrevía hablar sobre los hechos dolosos o de corrupción de algunos connotados dirigentes, aun cuando la máxima de cualquier pretensión socialista, sí se trataba de ello,  nos lleva no sólo a salvarnos de malas actitudes y aptitudes sino de combatirlas abierta y gallardamente. Sobradamente sabemos que más que afuera es desde adentro, donde quiere erigirse el PSUV, donde existe sobre todo la falta de sinceridad, convendría, por el posible futuro de lo que tanto necesitamos, no perder la vista de quienes, ya “castamente” plegados, comienzan a echarle leña a la candela para prolongar su festín.

waldo.munizaga@corpomaracaibo.net




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Waldo Munizaga


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