No soy objetivo, porque no soy objeto, soy subjetivo, porque soy un sujeto, este pensamiento anónimo, es pertinente para sustentar el papel fundamental de la subjetividad y el sujeto, en mi constructo teórico de Salud Mental Colectiva Decolonial como el encuentro entre las tres grandes subjetividades del ser humano, la subjetividad del Ser, del Amar y del Tener-Estar, subjetividades como espacio de realización de la ideología como la Plusvalía Ideológica (Ludovico Silva), Cárcel Ideológica (Slajov Zizeck) y la Psicopolítica (Byung Chul Han), ideología como manera de enmascarar, invisibilizar la dominación, la imposición y la alienación, creando falsa conciencia como subjetividad, que nos hace sujetos "no conscientes" de opresión, dominación, alienación y alineados, con opresores conquistadores y colonizadores del pasado, mediante la colonialidad, en la actualidad élites políticas, económicas y gobiernos que ejercen el poder mediante democracias electorales autoritarias, o democracias hegemónicas neo imperialistas, neofascistas, genocidas creado la "falsa conciencia" de libertad ilusoria, como expresión de alienación personal y colectiva de pueblos enteros, convencidos que viven en países soberanos, democráticos y en libertad.
La subjetividad e intersubjetividad como categorías de la Salud Mental Colectiva Decolonial podemos definirlas como acumulado de vivencias, experiencias, conocimientos en el devenir de la humanidad y sociedad, subjetivadas a través de mediaciones capaces de crear conciencia crítica transformadora para superar desigualdades, injusticias y exclusiones de los pueblos, o crear ideológicamente falsa conciencia, para naturalizar, normalizar esas desigualdades, injusticias y exclusiones, reproduciéndolas socialmente, de generación en generación. De lo que se trata es de descubrir y descifrar, como "otros poderosos": ayer conquistadores y colonizadores, hoy élites políticas, económicas, gobiernos, movimientos sociales y partidos", se encargan de enajenar y alienar pueblos enteros sin recurrir a represión política, económica o social abierta, sino a través de violencia simbólica política, académica y del ser mediante la plusvalía ideológica, cárcel ideológica o psicopolítica.
Para Carlos Marx en el desarrollo de su obra magna de economía política El Capital, la plusvalía es una categoría fundamental: como el valor excedente generado por el trabajador, pero apropiado por el capitalista en el proceso de producción. El trabajador, al vender su fuerza de trabajo, produce un valor mayor al del salario que recibe, permitiendo la acumulación capitalista. La plusvalía se presenta de dos formas: plusvalía absoluta, obtenida al extender la jornada laboral y plusvalía relativa, mediante el aumento de la productividad sin incrementar el salario. Ludovico Silva, en 1970 amplió el concepto de plusvalía al terreno ideológico. En su análisis, la plusvalía ideológica se refiere a la producción y circulación de ideas en el sistema capitalista que sirven para legitimar la explotación económica. Según Silva, la ideología no es un mero reflejo de la estructura económica, sino una producción activa que genera un "excedente ideológico y simbólico" que refuerza y reproduce la dominación de clase. Esta plusvalía ideológica es el resultado de la relación entre materialidad y conciencia, donde la cultura, los medios de comunicación y la educación desempeñan un papel clave en la reproducción del sistema capitalista y en la consolidación de la hegemonía burguesa.
Este excedente ideológico y simbólico para Ludovico Silva, apoyándose en el Psicoanálisis freudiano, se produce en el preconsciente, con la producción de ideas y representaciones culturales, mediante los medios de comunicación, la educación y la cultura, naturalizando la plusvalía, reforzando la hegemonía cultural y la reproducción del sistema de dominación, moldeando una conciencia social falsa, para que los explotados y dominados, acepten el orden político, económico y social imperante y la reproduzcan. La plusvalía ideológica, permite una comprensión más profunda sobre cómo la ideología opera en la reproducción del capitalismo. Mientras Marx centró su análisis en la explotación económica, Silva amplió la crítica marxista al campo de la ideología, la subjetividad y conciencia, mostrando que la explotación no solo ocurre en el proceso productivo, sino también en la construcción de las subjetividades que sostienen el sistema y garantizan su continuidad histórica.
La Ideología de Slavoj Zizek, tiene influencias filosóficas de Hegel, Marx, Lacan y Althusser. Su concepto de ideología va más allá de la "falsa conciencia", la ideología como estructura de la realidad misma, la repetición y la interpelación ideológica. Sus categorías claves son: Cárcel ideológica, es decir, la ideología como un sistema cerrado que estructura la percepción de la realidad. Sujeto ideológico, el sujeto no es libre, sino una construcción de la ideología. Subjetividad la concibe desde la división del sujeto en el marco del deseo lacaniano y su papel en la reproducción ideológica. Dictadura democrática como paradoja del liberalismo autoritario, donde la democracia se convierte en un instrumento de control para dominar e imponer. Libertad ilusoria, la libertad en las sociedades capitalistas es una construcción ideológica que enmascara la verdadera dominación.
Las semejanzas en el pensamiento ideológico de Ludovico Silva y Slavoj Zizek consisten en que: Ambos ven la ideología como un sistema de producción de subjetividad, de relación entre ideología y estructura económica y la crítica a la idea de "falsa conciencia" como algo superable con mera conciencia crítica. Entre las diferencias podemos señalar: Zizek enfatiza el papel del inconsciente y la repetición simbólica en la ideología, mientras que Silva hace énfasis en el preconsciente y en la explotación simbólica del capitalismo, Zizek se apoya en Marx, Hegel y Lacan, mientras que Silva mantiene una base marxista con influencias gramscianas. En Zizek, la ideología es casi inatrapable; en Silva, puede combatirse con herramientas críticas y filosóficas.
La relevancia actual de Ludovico Silva y Slavoj Zizek, la encontramos en la importancia fundamental que ambos otorgan a la Ideología en la construcción de subjetividades que mediante la falsa conciencia y percepción de la realidad, configuran subjetividades sujetadas, alienadas que reproducen el orden político, social y económico de dominación. El impacto de sus ideas en el pensamiento político y filosófico contemporáneo, abriendo líneas de investigación para comprender e interpretar los procesos de subjetividades alienadas que dominan a nuestros pueblos, a través de ideologizaciones que generan falsa conciencia y subjetividades alienadas, para comprender, interpretar y transformar, las realidades globales que vivimos y con ello cambiar el curso de realidades históricas coloniales, colonializadas e imperiales.
Otro Filósofo contemporáneo que abre caminos, para entender las subjetividades alienadas y la dominación, es Byung Chul Han, filósofo y ensayista surcoreano, residente en Berlín, con influencias de Marx, Foucault, Deleuze, su análisis crítico de la sociedad contemporánea, especialmente en cómo la tecnología, el neoliberalismo y la cultura de la productividad afectan la vida y la subjetividad humanas. Sus ideas principales como la crítica a la transparencia, cómo la transparencia se convierte en un ideal que invade todos los aspectos de la vida, generando una cultura de exhibición y vigilancia, en lugar de fomentar la confianza; la transparencia excesiva erosiona la privacidad y convierte las interacciones, relaciones sociales y vínculos afectivos en efímeras y superficiales. Todo debe ser visible y, por ende explotable y controlable, limitando así la autenticidad y la profundidad en las interacciones, relaciones sociales y vínculos afectivos.
En Psicopolítica, Han describe cómo el control en la sociedad actual no se da tanto a través de la represión, sino mediante la autoexplotación (subjetividad sujetada, colonizada y colonializada). Las personas mediante la libertad ilusoria de Zizek se convierten en empresarios de sí mismas, tratando de mejorar y optimizar constantemente su rendimiento. En este contexto ideologizado, la conciencia personal y colectiva de las personas, se sometan voluntariamente a una presión constante de éxito, lo cual resulta en "problemas de salud mental", (no enfermedad mental), que afectan su bienestar generando ansiedad, depresión y agotamiento, como mecanismos naturales de defensa, que si se prolongan en el tiempo, resultan en un malestar crónico, que sin intervenciones psicológicas personales apropiadas e intervenciones sociopolíticas eficientes, con la finalidad de minimizar las desigualdades sociales, la injusticia y exclusiones, van a provocar diversas enfermedades orgánicas y mentales.
En la sociedad del cansancio, Han señala el exceso de positividad, que implica la idea de que cada persona puede y debe alcanzar sus metas, con énfasis en el individualismo y el éxito personal, lo que los lleva a una autoexplotación sin límites. En esta sociedad, la sobrecarga de trabajo y el "hacer por hacer" generan un agotamiento profundo, que no permite a las personas encontrar descanso, placer o sentido real en sus acciones. Han también explora cómo la sociedad de consumo convierte las interacciones, relaciones sociales, vínculos afectivos y el amor en productos desechables. El Eros, entendido como una conexión profunda y romántica, se desvanece en la era de las redes sociales y de la cultura de la satisfacción inmediata. Esto genera una soledad y vacío existencial, así las interacciones, relaciones sociales y vinculaciones afectivas, se vuelven efímeras y superficiales. También Han sugiere que, en la sociedad contemporánea, se elimina la negatividad (como el aburrimiento, el silencio o la resistencia), que son necesarias para un equilibrio psíquico. Esto implica que el "no hacer nada" o el simplemente reflexionar, están mal vistos y reemplazados por la necesidad de siempre estar produciendo o consumiendo. Según Han, esta desaparición de la negatividad impide la introspección reflexiva y la formación de una identidad humana profunda.
Para Han, el capitalismo actualmente, crea un ambiente en donde el bienestar y la salud mental son vistos como un bien de consumo, mercancía. Las personas buscan constantemente la mejora de sí mismas y su eficiencia. En este sistema, la autovaloración se basa en el rendimiento y la visibilidad, haciendo que las personas se alienen cada vez más desde su propio ser. En La expulsión de lo distinto, Han analiza cómo la comunicación digital ha cambiado la forma en que interactuamos, nos relacionamos o vinculamos afectivamente. Argumenta que, al priorizar la rapidez y la eficacia en la comunicación, se pierde la profundidad y la paciencia para interactuar con ideas y personas que son distintas a uno mismo. Esto crea una homogenización cultural y genera espacios de violencia simbólica, donde lo "distinto" es rechazado. Han crítica la concepción moderna del tiempo, centrado en el hacer y el producir.
Para Han, el tiempo debería ser "un tiempo de las cosas", donde cada evento y experiencia tiene su propio ritmo y duración. La aceleración constante impide a las personas vivir y experimentar el mundo de forma significativa. Byung-Chul Han ofrece una visión aguda y crítica de los problemas que enfrenta la sociedad contemporánea, especialmente en lo que respecta a la pérdida de humanidad, de profundidad en las interacciones, relaciones sociales y vínculos afectivos, así como también una identidad singular, bajo las presiones de un sistema que valora la eficiencia y la transparencia por encima de la introspección y la autenticidad. Para Chul Han la Ideología es disciplinamiento de la subjetividad, la conciencia crítica y lo psíquico a través de las políticas neoliberales y el poder digital. La subjetividad autoexplotada y con conciencia "autoempresarial", bajo una libertad ilusoria. Los espacios de subjetivación para Han, son la autoexplotación, la big data y la conciencia, con la paradoja de no darse cuenta que su conciencia es "falsa conciencia" y se hace reproductor del orden político, social y económico que los oprime.
Reflexiones finales, la ideología, subjetividad y falsa conciencia en estos tres actores muestra las siguientes características, en: Ludovico Silva destaca que los medios de comunicación y la educación generan una "plusvalía ideológica", es decir, una ideología que produce sujetos funcionales al capitalismo sin que estos se den cuenta. Slovoj Zizeck afirma que la ideología no oculta solo la realidad, sino que la estructura y define al sujeto como alojado en una cárcel simbólica. Byung Chul Han muestra que el neoliberalismo ha logrado que la explotación sea asumida como una decisión personal de autoexplotación como máxima expresión del individualismo, lo que requiere la coerción de la autonomía, libertad, subjetividad y conciencia crítica del sujeto, para transformar las desigualdades, injusticias y explotación del sistema capitalista, su modelo económico neoliberal y la geopolítica imperialista racista, neofascista y genocida, situaciones que vivimos en tiempos contemporáneos.