Mi amigo Germán Hernández es un hombre que lleva en la sangre la revolución bolivariana que lidera el presidente de la República, Hugo Rafael Chávez Frías.
Nunca antes había participado en algún evento político, hasta que Chávez asumió el poder e inició este irreversible proceso al que se entregó en cuerpo y alma.
Me consta que no se da por vencido. Forma parte del batallón 5139, denominado Rafael Urdaneta, ubicado en el sector 4 de la Chamarreta. Funcionan en una enramada de este sector a la que se llega a través de vías intrincadas y polvorientas. Apenas es aspirante a militante y no se ha perdido ninguna de las asambleas.
Pero en la última tertulia de la que participamos, le escuché lamentarse: “Son más fuerte que el odio”. Y no es para menos. Luego de poner atención a su preocupación, creo que debo hacer una advertencia, una especie de SOS al pueblo bolivariano, así como a los dirigentes revolucionarios que colaboran en la conformación del Partido Socialista Unido de Venezuela (Psuv).
Les cuento: los políticos de la IV República tienen gente en los recién creados batallones, que pujan para colocar los voceros de su preferencia y se corre el riesgo de tener un partido revolucionario filtrado y controlado por las viejas estructuras partidistas.
Comprendo que la situación no es fácil. Lo del Psuv o, mejor dicho lo del pueblo, es una labor titánica, pues cara vemos mas no corazones.
Me explico: podemos tener a un chavista de la boca para afuera, pero en el fondo es un cuartorepublicano, que obedece a intereses distintos a la revolución. Y ese tipo de dirigentes es difícil de detectar. Además, particularmente pienso que ya hay muchos con estas características enquistados en el proceso.
Otro hecho que me llama poderosamente la atención es el sitio donde funciona el batallón Rafael Urdaneta. Germán Hernández habló de una enramada sin sillas. La gente tiene que reunirse prácticamente en la calle.
Entiendo que esos no son obstáculos para un revolucionario de corazón, pero me inquieta tal situación, sabiendo que existen otras instalaciones que bien pudieran albergar a esos batallones.
No es cuestión de comodidad, sino de funcionabilidad. ¿Cómo se hace una reunión sin sillas en una enramada con piso de arena? Si no hay se podría entender, pero cuántas veces no han utilizado inmuebles como escuelas, canchas, por ejemplo, para efectuar eventos políticos de envergadura.
Del mismo modo, aplican la clásica operación morrocoy. La gente se reúne temprano y tiene que permanecer horas esperando hasta que se instale la asamblea.
Me disculpan mis amigos lectores, pero hechos como esos más bien parecen indicar que están diseñados, para que la gente deserte de los batallones.
Uno hasta podría imaginar, presumir, hacerse una hipótesis cualquiera, según la cual, esos sitios pudieron haberse escogidos por personas que obedecen a los interese de esos políticos del pasado, que se niegan a admitir que perdieron sus privilegios.
Sin embargo, no hay que rendirse y entender que esa dirigencia anclada de la IV República es como el cardón guajiro: no la marchita el sol.
De modo, que hay que continuar, pero sin dejar de considerar que esas estructuras del puntofijismo pueden estar haciendo un trabajo silencioso en la base de los propios batallones.
Comparto la opinión de Germán Hernández, quien cree que la única forma de combatir tal situación es asistiendo a esas asambleas aún con todas las adversidades que se presenten.
Con la inasistencia triunfan los detractores del proceso. Solo haciendo acto de presencia se continuarán derrotando. Hay que fortalecer el Psuv, que es lo mismo a decir, Pueblo Socialista Unido de Venezuela.
Por eso, no se puede dejar contaminar con los vicios del pasado. Esta es una buena oportunidad que nos presenta la revolución que lidera el presidente Chávez y, por eso, mi llamado de alerta, para enfrentar e intentar descubrir a esas pirañas de la política tradicional que rehúsan fenecer.
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