No hay duda, la Venezuela del 2007 no es igual a la de 1999 cuando fue aprobada la actual Constitución Nacional enmarcada en la ideología capitalista y socialdemócrata de la Constitución de 1961; y de la democracia representativa que, según la repetida frase de Abraham Lincoln, es “el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”. Definición trasnochada por cuanto pone a un lado el concepto de soberanía popular.
En la democracia lincolcolniana no es el pueblo el que gobierna, en su defecto lo hace un intermediario que se arroga la soberanía popular. Las preposiciones “por” y “para”, contenidas en la frase, indican eso: la sustitución del pueblo por un intermediario ajeno a la soberanía popular, que es intransferible. En la democracia directa el enunciado debe ser, “el gobierno del pueblo y con el pueblo”, frase que define las conquistas habidas en la Revolución Bolivariana en cuanto al poder popular se refiere. Ese cambio ocurrido en ocho años es lo que recoge o reconoce la actual reforma constitucional con la creación del Poder Popular, para instituirlo como el verdadero motor del proyecto revolucionario. Si las mayorías nacionales asimilan el sentido real que tiene la creación del Poder Popular, la Revolución Bolivariana tendrá nuevos impulsos para avanzar hacia la meta propuesta del socialismo auténtico.
Otro gran cambio ocurrido en estos ocho años está en la Fuerza Armada que, de instrumento al servicio de los intereses de la oligarquía y el imperialismo para mantener el dominio y la sumisión, se pasa al campo contrario y se constituye en baluarte de la soberanía popular que radica en las mayorías nacionales de obreros, campesinos e intelectuales progresistas. Al desaparecer la división entre civiles y militares para fundirse en la fuerza cívico / militar, se produce otro cambio importante recogido en la actual propuesta de reforma.
El tercer gran cambio que recoge la actual reforma constitucional, está en las relaciones de producción que, aun cuando tibias, permiten avanzar un poco más hacia el socialismo auténtico que nada tiene que ver con el socialismo con apellido de “siglo XXI”.
Los cambios propuestos en la reforma constitucional, sin caer en radicalismos, establecen un nuevo “plan de transición” necesario para el avance del proyecto socialista de revolución pacífica.
Luego de esta brevísima reseña sobre tres aspectos de la reforma constitucional que recogen cambios habidos en ocho años, no hay duda sobre la necesidad de actualizar la Constitución para adecuarla a los nuevos tiempos y continuar el avance en forma pacífica, mientras la contrarrevolución y el imperialismo con sus permanentes agresiones no agudicen la lucha de clases. ¿Alguien puede negar esta nueva Venezuela, que rescata la soberanía popular como motor de la historia? ¿Esta nueva Venezuela que con su avance camina en el filo de agudos, necesarios y decisivos enfrentamientos políticos, económicos y sociales?
leonmoraria@cantv.net
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