¿Pueden interpretarse los resultados electorales del 2D como un triunfo del socialismo? Ciertamente no fue un triunfo. Pero podría serlo.
Haber perdido tres millones de los siete que en el 2006 votaron por Hugo Chávez es sin duda una excelente oportunidad para una necesaria re-flexión sobre las imposibilidades y posibilidades del movimiento revolucionario venezolano.
Movimiento que en los últimos tiempos ha venido practicando una metodología deductiva que, en honor a la verdad, es suicidaria. Se habla de deducción cuando se va de lo general a lo particular; cuando las cosas nacen de arriba para abajo; cuando se parte del Estado, del Gobierno, del Partido, para llegar a las bases.
¿Es ésta la mejor metodología para afrontar un socialismo fundado en las bases sociales? Seguramente no.
Es deductivo un Partido que, desde antes de su nacimiento, ya posee una suerte de órgano disciplinario. Y lo es porque a pesar que, hasta este momento sólo existen aspirantes al mismo, su ente disciplinario está constituido por figuras que parecen tener un rango de aspirante mayor: parecerían ser aspirantes al cuadrado.
Es deductivo un Comando Zamora “apadrinado” en los comandos regionales por figuras del alto gobierno. Comando que parece ir de lo general a lo particular al proponer nombres desde la centralidad del poder.
Es deductiva aquella lógica que prefiere darle buenas y gordas cifras al Ejecutivo, en lugar de darle fuerza y protagonismo a los movimientos de base. Me explico: es el caso de las exorbitantes cifras oficiales que manejamos de Consejos Comunales instituidos, de Cooperativas creadas, de simpatizantes del PSUV inscritos. Es también el caso de avenidas Bolívar, Lecuna y Universidad, llenas a más no poder, sin que ello refleje necesariamente una verdadera participación revolucionaria.
Me pregunto entonces: ¿El Estado, el Gobierno, el Partido, ciertos “líderes”, han opacado el quehacer de los Consejos Comunales, Cooperativas, aspirantes al PSUV y otras organizaciones de base?
Sí la respuesta fuese no, acaso siete millones de ciudadanos hubieran votado a favor de la reforma. De ser la respuesta sí, se tiene que comenzar desde ahora mismo la instauración de una metodología inductiva.
Es inductiva una lógica que vaya de lo particular a lo general; que recupere los movimientos de base que surgieron al calor del “Caracazo”, del triunfo democrático de Chávez en el 1999, del 13 de abril del 2002, de las necesidades y prioridades propias de las comunidades.
Una lógica inductiva implica reevaluar el liderazgo de figuras desgastadas y deslegitimadas del ápice del chavismo, que nada tienen que ver con la figura presidencial la cual – sería un error politológico decir lo contrario – sigue teniendo un liderazgo indiscutible.
Una lógica inductiva quiere decir, asumir la ardua responsabilidad de hacer surgir de ahora en adelante los cuadros de la revolución desde lo particular, desde las bases, dejando de un lado la tentación de extraer cuadros de instancias deductivas, sean éstas Estado, Gobierno, Partido, grupo cercano a...
Ahora más que nunca el socialismo debe ser coherente con los dos aspectos esenciales de la reforma propuesta: el Poder Popular y la Geometría del Poder.
Más de cuatro millones de venezolanos al votar sí apoyaron dichas alternativas sociopolíticas. Es entonces responsabilidad del socialismo aplicar un Poder Popular a partir de la reintegración de las bases en las decisiones, mecanismos y responsabilidades del poder. Es también responsabilidad de la revolución llevar a la práctica una Geometría del Poder opuesta a la centralidad de un poder que, debiendo ser popular, muchas veces es monopolizado por un centro hecho de figuras más que conocidas.
Incontables conjeturas pueden hacerse sobre el 2D, pero algo resulta claro: la revolución no se deduce desde el ápice del poder. La revolución se induce desde las bases.
Ciertamente no pueden interpretarse los resultados electorales del 2D como un triunfo del socialismo. Pero vaya que podría serlo.
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