Es lógico pensar que si el sistema capitalista se basa en la fragmentación de la sociedad y en la competencia, estas cualidades caractericen a todas las actividades sociales, y destacadamente a la actividad política.
Entonces, sin entender la fragmentación no podemos conocer la política del capitalismo.
En el fondo la lucha entre Revolución y conservadurismo, es la lucha entre integración social y fragmentación social.
De allí que la fragmentación, el egoísmo, el individualismo, sea el más poderoso enemigo de los intentos revolucionarios.
El Libertador luchó toda su vida contra la fragmentación, la historia registra sus choques con Mariño, Piar, Páez, Santander, podría decirse que la historia de Bolívar fue una lucha contra la fragmentación, y concluirse que finalmente sucumbió a ella.
Las Revoluciones que no comprendieron el fenómeno de la unidad, que no entendieron su esencia, fueron derrotadas.
Es bueno tener en cuenta para no errar el objetivo, que si bien la fragmentación se manifiesta en la política, su soporte principal son las relaciones económicas. Los diferentes fragmentos que pugnan en la esfera política, pugnan también en la esfera económica, porque toda lucha política es una lucha de diferentes proyectos económicos-sociales.
Así, a unas relaciones económicas de propiedad nosocial, corresponderá necesariamente una sociedad fragmentada, y una política también fragmentada.
De allí que la Unidad es una cualidad, un arma revolucionaria, y la fragmentación una cualidad y una arma contrarrevolucionaria.
Toda Revolución lleva en su interior las tensiones de varios proyectos socioeconómicos, y una Revolución como la Bolivariana con más razón. Aquí adentro pugnan los proyectos pequeños burgueses y marginales, con los proyectos revolucionarios guiados por la ideología proletaria, hasta los proyectos francamente capitalistas.
Estos proyectos disputan la hegemonía del proceso revolucionario. Al principio la conducción, la hegemonía, la tuvo el proyecto capitalista contrarrevolucionario: recordemos a Miquelena, el golpe, el saboteo petrolero. Después, la pequeña burguesía asumió la hegemonía, y propuso su proyecto de híbrido capitalsocialismo, una mezcla de retórica socialista y de práctica capitalista, este proyecto está siendo aceleradamente desplazado por el proyecto auténticamente Socialista.
Ya vemos cambios drásticos en las relaciones de propiedad, la Propiedad Social de los medios de producción es una meta, y se desechan las formas nosociales propuestas por la pequeña burguesía.
Estos cambios se reflejan en el campo político revolucionario, allí aparecen conductas fragmentarias que mucho daño le hacen a la marcha revolucionaria. La búsqueda de la unidad no ha sido comprendida en su vital importancia. A veces somos permisivos con enemigos de clase de la
Revolución , con frecuencia somos intolerantes con los factores posibles de unidad.
No se justifica que la unidad estratégica, histórica, imprescindible, se rompa por las candidaturas de un pequeño estado o de un municipio, eso es miopía revolucionaria. Así como tampoco se justifica que entre revolucionarios no exista una comisión permanente, de alto nivel y con vocación unitaria, que trabaje por la Unidad.
¡Chávez es Esperanza Socialista!
¡ La Unidad es Revolucionaria!