El 6 de diciembre de 1998 el pueblo venezolano vota en contra del neoliberalismo y apoya a quien hasta entonces era un militar desconocido, el protagonista del alzamiento militar de febrero de 1992, Hugo Rafael Chávez Frías, quien estuvo preso por dos años y fue perdonado por el gobierno de Caldera y salió a la calle y en cuatro años pudo conquistar la mayoría del apoyo popular y llegar al poder que no pudo obtener por la fuerza.
Chávez llega al poder con un discurso nacionalista enfrentado al neoliberalismo, sin embargo la muerte del neoliberalismo en Venezuela ha sido un proceso permanente pero nada fácil. Este gobierno con el proceso constituyente, los referéndums, y los consejos comunales transformo totalmente la pasividad política. No hay la menor duda que en los diez años de este periodo presidencial llega a su fin el predominio del Pacto de Punto Fijo, entran otros actores nuevos a la palestra pública.
Desde la aprobación de la nueva constitución se abren canales de participación y de poder popular, se crean las misiones para dar respuestas a los excluidos y la reivindicación del estado docente y el sector cultural como punto de partida inicial para transformar la sociedad venezolana. Evidentemente, en Venezuela mas que la lucha entre chavistas y oposición, esta en juego la lucha por imponer dos modelos societales distintos; un modelo económico social de carácter popular y otro donde se imponga el dominio del mercado sobre el resto de la sociedad. Más de dos décadas de neoliberalismo en América Latina ha dejado claro los resultados nefastos de este modelo.
Este gobierno ha hecho demostraciones de defensa del Estado Nación, de frenar los intentos de desquebrajar las instituciones nacionales y fundamentalmente lo ha hecho de “cara a fuera”, logrando imponer una política internacional reconocida por todo el mundo en defensa de la autonomía nacional y promover la integración latinoamericana y tercer mundista, como único mecanismo de los países pobres para enfrentar los desmanes del avasallante y violento proceso de globalización.
Como se demuestra fundamentalmente con el fortalecimiento que ha tomado en los últimos años la OPEP, sin cuya existencia el mercado petrolero seria una total anarquía. En Venezuela desde 1999 comienza hacérsele un cerco al neoliberalismo, pero fundamentalmente en el orden político. Todavía en la Constitución de ese año queda claramente constituida la defensa de la propiedad privada y a pesar de los avances de la reforma social todavía es una Constitución para una sociedad capitalista.
En lo mas de nueve años que tiene el presidente Chávez en el poder no es hasta el 2005 cuando por primera vez aviso de la posibilidad de enrumbar a Venezuela por el socialismo del siglo XXI. Hasta esa fecha era un discurso nacionalista con profunda vocación humanística y cristiana, pero ecléctico. A pesar de unas reformas legales hasta ese momento el proyecto de gobierno no estaba claramente definido, había ya un discurso anticapitalista pero no estaba constituido el proyecto de país.
La intención de llevar a el país hacia El Socialismo del Siglo XXI se hace también enmarcado en un contexto internacional , las voces contra el neoliberalismo se venían gestando durante toda la década de los 90, desde el Chile que repudia a Pinochet y retorna a la democracia, pero mas aún antes los evidentes fracasos del neoliberalismo para enfrentar la pobreza y la exclusión social , ante la caída de la unión soviética que en un primer momento legitimó la idea de un capitalismo triunfante y de las bondades de un proceso de globalización pero cuyo avance violento produjo repudios a nivel mundial. Desde manifestaciones sociales y militares como las producidas en Venezuela y Brasil, pero también ante el surgimiento de movimientos populares y campesinos como el zapatista y redes mundiales cada vez más crecientes que utilizando los propios medios de la globalización, como son las redes informáticas, se convirtieron en el mayor obstáculo a la aplicación del neoliberalismo.
El resurgir del nuevo nacionalismos, de defensas a las particularidades culturales y el respeto a lo multicultural se convertirían en barreras de carácter simbólico-cultural, aparentemente inofensivas, pero que luego irían tomando pasos en el escenario político mundial hasta convertirse hoy en un verdadero frente no solo contra el neoliberalismo, sino lo mas importante contra el sistema capitalista.
En ese contexto surge la realidad actual venezolana, pero también ese contexto ha sido modificado, perneado por las propuestas que desde Venezuela se hacen a favor del respeto a la soberanía, en defensa del estado nacional, las identidades culturales, de nuestra materias prima, y sea el caso mas elocuente la reivindicación de la OPEP, la necesaria integración entre los países del tercer mundo, ante un mundo con pretensiones hegemónicas y unipolar y una política exterior nada ecléctica, nada vacilante, frente al capitalismo, contra el imperialismo.
Mas que el liderazgo del presidente de la república a nivel mundial es innegable el impacto de lo que esta sucediendo en Venezuela en el resto de los países y fundamentalmente de nuestros vecinos latinoamericanos.
Se quiera o no aceptar el proyecto político venezolano ha producido modificaciones hasta en la política exterior norteamericana, que ha visto disminuir su papel preponderante en la región, donde una década atrás parecía contar con puros aliados e incondicionales y donde Cuba era visto como excepción, como un fenómeno extraño.
Hoy, en buen parte como consecuencia de las radicales medidas neoliberales, la situación social y política en América latina se ha revertido, en algunos casos en proyectos políticos claramente antagónicos como son el caso de Venezuela, Bolivia, Ecuador y Nicaragua, pero también en la mayoría de otros países, que aunque con moderación han puesto freno al neoliberalismo y a las pretensiones hegemónicas de los Estado Unidos. Hoy por el contrario son excepciones los gobiernos incondicionales a la política exterior Norteamérica y defensores del neoliberalismo y en países como México, Colombia y Perú la población ha marcado claramente su posición y son evidentes los vientos de cambio. Al decir de Heinz Dieterich: “El renacimiento de una praxis liberadora que avanza hacia la sociedad postcapitalista se manifiesta en múltiples rebeliones y movimientos populares que abarcan desde el Zapatismo en México, el Movimiento de los Sin Tierra (MST) en Brasil, la revolución bolivariana en Venezuela, el levantamiento indígena-popular-militar en Ecuador y el “argentinazo” del 20 de diciembre, hasta las protestas de Seattle y Génova.”1
Actualmente el gobierno ha iniciado una política de participación popular a través de los Consejo Comunales, que a nuestro modo de ver son el tronco sobre el que será posible construir el socialismo, nuestro socialismo. En cuanto al régimen político, Chávez ha sido un constante crítico de los 40 años de democracia, a la que no duda en calificar de “democracia chucuta”, por su carácter meramente representativo y que beneficio solamente a una elite. Su propuesta desde la campaña electoral y puesta de manifiesto en la Constitución de 1999 ha sido la de la democracia participativa y protagónica, la transformación radical de la estructura del poder, enfrentada a la política de descentralización administrativa ejercida por los últimos gobiernos que le precedieron, que solo representaba darle poder a los gobernadores y alcaldes.
La propuesta del Presidente Chávez ha sido el rescate del poder central del ejecutivo nacional en las políticas públicas pero otorgándole poder directo al pueblo a través de la figura de los Consejos Locales de Planificación y más aún los Consejos Comunales. No hay dudas sobre la estabilidad económica y política de Venezuela: un crecimiento del 8% anual, inflación controlada, inversiones publicas y privadas, en lo político hay total estabilidad y un gobierno recién legitimado con un 67% de la mayoría que asistió a los comicios electorales del 3 de diciembre del 2006. Se han nacionalizado empresas emblemáticas como las de comunicaciones, siderúrgicas y cementeras, algunas empresas estatizadas han pasado al control de los trabajadores, como centrales azucareros y papeleras, se ha establecido una política firme contra el latifundio, muchos de ellos han sido intervenidos, se ha enfrentado a los especuladores y acaparadores con una legislación que deja claro que el gobierno puede expropiar industrias y servicios en los que considere se perjudique la estabilidad de la nación. Pero estas políticas están en estado de desarrollo, a pesar de los buenos deseos existe la tradicional fuerza de resistencia, los innegables casos de corrupción y deficiencia gerencial que atentan contra los cambios. Pero sin la menos duda en Venezuela se ha iniciado un proceso revolucionario socialista, que no esta copiando ningún modelo y es el producto de los aciertos y errores de los venezolanos.
Todo esto sin pretensión alguna de negar las demostradas desviaciones de muchas sociedades que se autodenominaron socialistas y cuyo fracaso y engaño ha servido para alimentar la campaña de terror que hoy se lleva contra el proceso venezolano dentro y fuera del país. Tampoco pueden ocultarse los errores, contradicciones y desviaciones que en este proceso socialista-bolivariano se han producido. Pero consideramos que la discusión sobre este proyecto socialista no sólo atañe a los venezolanos, es un debate mundial: continuamos con el sistema capitalista predominante, que ha demostrado históricamente que solo produce riqueza para unos pocos y más pobreza, explotación, racismo, exclusión para la mayoría.
Ya no son solo las voces de los humanistas, los socialistas, grupos ecológicos sino connotados científicos, muchos de ellos miembros de las más prestigiosas instituciones científicas del mundo desarrollado, quienes han advertido que al ritmo de producción capitalista actual la vida sobre la tierra tienes los años contados. Ya no es la amenaza del Apocalipsis por un mundo inmoral.
No, es la palabra de quienes siendo pagados para continuar el desarrollo del modelo imperante han tenido que reconocer que de seguir la carrera de consumo de recursos naturales y producción de contaminantes, muchas de las especies, entre eso la humana, tendrán dificultad para subsistir en las próximas décadas.
Ya no se trata sólo de denunciar la explotación capitalista, de lo que se trata es de enfrentar la destrucción del mundo.