Los auténticos marginados

Desde los tiempos bíblicos y hasta más atrás los líderes y parlanchines sociales han tomado a los pobres y miserables como bandera para su ascenso y figuración personal. Todos han abogado por estos pero ninguno de ellos ha ido al fondo causal de ese grueso segmento poblacional.

Lo cierto fue que ni siquiera el superdotado Jesús con poderes divinos logró averiguar dicha causa y se limitó a condenar a los esclavistas en su condición de ricos, pero no como explotadores.

Después de Jesús, esos líderes jamás han aportado nada en concreto más que su labia que por lo general sólo revela copismos, clonismos y adulteraciones de informaciones de terceros que él recopila y memoriza para la configuración de sus convencionales discursos.

Con los casos políticos como el argentino peronista, en América se consolida la figura del populismo, una extraordinaria versión del socialismo chimbo, de la adulteración del Socialismo Científico. Su ejemplo se ha multiplicado sobre la base de que la pobreza y los miserables de estos países lejos de
reducirse se han multiplicado más allá de los pronósticos maltusianos con cada nuevo gobierno asumido por esos farsantes y tartufos megasociales.

La versión venezolana de los pobres y miserables los identifica como marginados o excluidos. Estos son la base política y electoral del presente gobierno. Este ha resultado ser tan populista como el que más pero majaderamente bautizado como revolucionario y socialista, de un socialismo hecho en casa a la medida del tren burocrático y populista que ya lleva en el poder una década y que planea seguir así sin que ni tan siquiera uno de sus miserables y pobres, de sus marginados y excluidos, haya podido salir de su misma y paupérrima condición que ya afrontaba cuando el Presidente Chávez
fue electo como tal.

Es que si a ver vamos, sin apasionamientos por el poder político, los verdaderos y auténticos marginados o excluidos son precisamente los asalariados. Como sabemos, estos consumen su miserable vida con un salario que jamás podrá satisfacerles sus cotidianas necesidades. Su vida se les va al lado de la bonanza exhibida por sus patronos y por cuanto comerciante y banquero se mantenga en ejercicio.

Los asalariados serían quienes menos deberían tener problemas económicos, habida cuenta de que trabajan y viven para trabajar, razón de gran peso por la cual, por derecho y sin líderes populistas ni parlanchines, se hacen acreedores a una vida más digna y menos miserable, y menos dependiente de esos auténticos farsantes y aprovechadores de oficio.

La exclusión y marginalidad social donde se hallan los asalariados se manifiesta por la permanente situación en rojo que ofrece su patrimonio cada semana, cada quincena, cada mes y cada fin de año. De poco sirven los ajustes salariales de los Primeros de Mayo.

De poco o para nada sirven las regulaciones de precios de los bienes de la básica, como tampoco han funcionado eficazmente el oneroso tren burocrático ni las leyes del trabajo que sólo han servido para encarecer el impuesto que religiosa y obligatoriamente pagan los asalariados.

Recordemos que los impuestos que pagan los patronos son rebajas a sus ganancias y estas provienen del trabajo impago que hacen aquellos, y que representan el origen de su capital y riqueza así como de la pobreza y marginalidad de los verdaderos marginados y excluidos de estas sociedades burguesas.

marmac@cantv.net




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Manuel C. Martínez M.


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