En los últimos 10 años de proceso bolivariano, la derecha ha “patentado” una particular forma discursiva de presentar la realidad del país y sus argumentos; el razonamiento anti-dialéctico y la repetición de “comodines lingüísticos” ha sido el aspecto común de la verborrea oposicionista. Huérfana de un método científico de análisis, la “oh-posición” es rehén de su propia trampa. Incluso, muchas veces la “lógica” de la derecha ha contaminado –lamentablemente- las lenguas y teclados de algunos camaradas, quienes sin percatarse acaban por repetir el glosario de frases y deducciones metafísicas de la “oh-posición”.
Precisamente, este artículo va encaminado a desmontar cada línea del escrito del camarada Nelson Guerra, el cual está relacionado con la polémica del cambio de nombre al estado Vargas, y cuya publicación se hizo el sábado 14/03/2009, en Aporrea.org.
En el primer párrafo del texto, el camarada Guerra afirma: “(…) Ya veo que se tomó [Adán González, yo] el trabajo de identificar y sopesar los puntos débiles de mi exposición para atacarlos y sacar provecho de estos [sic] a fin de tratar de hacerla polvo. De tal manera que no me queda otro remedio que defender mis puntos de vistas [sic] y lo que es más importante aun [sic], responderle y rebatirle sus aseveraciones donde tergiversa [¿?] y deforma arbitrariamente [¡!], lo expuesto en mi artículo anterior (…)”.
Para empezar, camarada, usted mismo se coloca “la soga al cuello” al reconocer que en su “réplica” había “puntos débiles”. Para hacer honor a la verdad, no eran “puntos débiles” sino “agujeros negros” de argumentación metafísica y anti-científica. Solamente dejé en evidencia su profunda inconsistencia discursiva y su desenfreno terminológico; si convertí o no su despliegue textual “anti-Vargas” en polvo, no sabría decirle. Quizás pueda tomar sus palabras como verídicas y asumir que fue así.
Gracias por el cumplido, camarada Guerra, pero para cualquier revolucionario no debe implicar “gran trabajo” el detectar la carencia discursiva de un compendio de tesis o alegatos, bien sea del lado oposicionista o de las filas revolucionarias. El deber es mayor cuando se trata de las fallas de camaradas como usted, ya que la idea es subsanar las deficiencias y elevar el nivel de discusión. No se le puede brindar ningún flanco de ataque a la derecha.
Sus irresponsables acusaciones de que “tergiverso” y “deformo arbitrariamente” sus palabras, las atribuyo a una “rabieta intelectual” muy frecuente en quienes se ven descubiertos en su falta de rigurosidad argumentativa. Cualquier parecido con la perorata de Globoterror y compañía, es mera coincidencia. Al respecto, lo conmino a hacer –camarada Guerra- un severo ejercicio de autocrítica revolucionaria y humana. Me considero una persona seria y frontal; usted sabe que miente.
En el mar de contradicciones que deviene su texto, me limito a traer a colación sólo una de ellas: “(…) Para empezar mi intención no era responderle directamente a usted, ya que eso sería caer en el plano personal [¿?] (…)”.
A ver si nos entendemos, amigo Nelson Guerra, ¿cómo es eso de que no era su intención replicarme directamente, si hizo alusión manifiesta de mi nombre y apellido durante toda su primera “réplica”? A las pruebas me remito: “Nos ha llamado poderosamente la atención un artículo aparecido, en la presente fecha [12/03/2009], en Aporrea.org, donde el Sr. Adán González [sic] plantea sus puntos de vista a cerca [sic] del nombre que debe llevar nuestro estado (…)”. Más adelante, en el tercer párrafo: “(…) Sin embargo, lo que consideramos mas [sic] grave es que el Sr. González [sic] habla en nombre de la “gran mayoría de los ciudadanos del Litoral Central (…)”.
No contento con ello, en el quinto párrafo del mismo ensayo, publicado el 12/03/2009, Nelson Guerra maniobra para endilgarme una posición política que confronto radicalmente, con el simple objetivo de banalizar mis apreciaciones: “(…) En este punto nos animamos a caer en la especulación e inferir que el Sr. González [sic] habla de la burguesía y la derecha tibia o antichavista (…)”. Si lo anterior no ha sido “replicar directamente” a mi persona, camarada, entonces ¿qué es? Además, le recuerdo al amigo Nelson Guerra que ningún revolucionario puede “animarse a inferir” sin tener pruebas en la mano, porque estaría copiando “al carbón” lo que le hemos criticado –desde hace 10 años- a Globoterror y sus secuaces comunicacionales.
Cuando hablo con certeza de la “respuesta precipitada” del camarada Nelson Guerra, fechada el 12/03/2009, lo hago basándome en hechos concretos e irrefutables:
1) Acusa a José María Vargas de “mantuano” y lo descalifica por su clase social, obviando el axioma marxista de la “conciencia revolucionaria”. Tampoco se detuvo a cavilar, antes de utilizar semejante justificación, que Simón Bolívar también era mantuano y que el pretérito juicio de valor en contra de Vargas, podría transformársele en un “boomerang semántico”, como efectivamente lo fue.
2) Trata de trivializar mis razonamientos geográficos, parroquiales e históricos, pero no los confronta ni los rebate. Si en realidad son “circunstanciales” y “superficiales”, ¿por qué no lo demuestra científicamente? ¿No será acaso un recurso “à la légère” para huir por “la tangente”?
3) La cereza del pastel queda refrendada con el infeliz paralelismo entre el caso de la parroquia Urimare, antigua Raúl Leoni, y la polémica que hoy nos ocupa. Allí no hay punto de comparación, camarada Guerra. Sería –salvando las “distancias”- como parangonar a Pinochet con Salvador Allende, ¿me explico? Sin “querer queriendo” usted metió la pata.
¿Ya ve por qué me asiste la razón cuando digo que su respuesta fue PRECIPITADA? Mi apreciación está bien sustentada y para nada es consecuencia de la subjetividad metafísica, créame.
Contradicciones van y vienen, y Nelson Guerra esgrime [14/03/2009]: “(…) De verdad que no entiendo como usted puede acusarme de querer, ‘escamotear’ la estatura moral y profesional de José María Vargas, ¿en que [sic] se basa para decir eso? si [sic] a este respecto yo escribí bien claro: ‘De tal forma que honor a quien honor merece. José María Vargas fue un gran científico y médico, un insigne estudioso y hasta sabio [sic]. Tiene entre sus meritos [sic] el haber reformado y modernizado la Universidad de Caracas, actual universidad central de Venezuela [sic], sacándola un poco del obscurantismo en que [sic] se encontraba sumida para la época’ (…)”.
Evidentemente, el camarada Guerra menciona en su texto contados logros del hijo ilustre de La Guaira, aunque después arremete contra José María Vargas y denigra de su solvencia moral al afirmar –prácticamente- que fue un “cobarde”, que no participó físicamente en el proceso de Independencia y que fue un “peón” de la oligarquía. ¡Vaya pirueta semántica, camarada! Según Nelson Guerra, la “estatura moral” puede ser acomodaticia y elástica. Preguntaría yo: ¿se puede ser medio honesto o medio corrupto? ¿Se puede ser medio traidor o medio patriota? Y voy más lejos: ¿puede una mujer estar medio embarazada, camarada? No le dijo “perro” al médico prócer, pero le enseñó el “collar”. ¿Cómo la ven?
En relación con José María Vargas, me permitiré establecer algunas precisiones y reflexiones.
Primero, el sabio guaireño supo ser revolucionario en las áreas donde más se destacaba: las ciencias y la medicina. Los innegables aportes de Vargas a la Nación son públicos y notorios; quizás él estaba consciente de que su máxima contribución sería de esa manera. Haciendo lo que sabía hacer y haciéndolo BIEN.
Segundo, la titánica labor de sanear académica y administrativamente la Universidad de Caracas, fue toda una REVOLUCIÓN para la época. Poner orden en la Universidad era reafirmar nuestra independencia e identidad como pueblo; tal actitud ante la vida lo hacía un bolivariano en la retórica y la praxis: “Moral y luces son nuestras primeras necesidades”.
Tercero, es estrictamente histórico que José María Vargas no se sentía atraído por la figuración política dentro del Estado, sin embargo, la presión de diversos sectores del país, incluyendo la oligarquía, lo obligó a enfrentar responsabilidades que lo colocaron en el “ojo del huracán”. Su reputación y prestigio en las diferentes esferas del quehacer nacional, lo hacían un personaje “de consenso” en la Venezuela del siglo XIX.
Ya volviendo al texto del camarada Nelson Guerra, llama la atención el último párrafo de éste: “(…) En cuanto al posible referendo, creemos en la democracia, aunque es ardua la tarea que tenemos por delante para informar y relatar la verdad histórica a nuestro pueblo. Ya veremos como se decantan las opiniones (…)”.
Ante la ambigua redacción final del camarada y la utilización de la frase “posible referendo”, parece avistarse una reculada semántica inexorable. ¿Qué es eso de “posible”? La consulta en las urnas es un deber de la dirigencia estatal y un derecho de los ciudadanos varguenses. ¿O es que el camarada teme someter la diatriba a la voluntad popular? Pues refresquémosle la memoria, amigo Nelson Guerra: somos REVOLUCIONARIOS y definitivamente las masas deben pronunciarse al respecto, ya que se trata de nuestra identidad como habitantes del Litoral Central.
Exhorto al camarada Guerra a reflexionar acerca de su condición revolucionaria y a rectificar su injusta y airada actitud hacia mis planteamientos. Muy lejos está de mi ánimo el ponerme a “pelear” con otro compatriota, cuando tenemos el enemigo al frente y consagrado a dividirnos, a destruirnos. Hacer uso responsable de la crítica y la autocrítica evitará que los de “acá” terminemos hablando –y actuando- como los de “allá”.
(*) elinodoro@yahoo.com
Tesista de Idiomas Modernos en la UCV
P.D. Le recomiendo al camarada Guerra no utilizar los puntos para los años. Por ejemplo: 1.811, 1.813 ó 1.819. Lo correcto sería: 1811, 1813 ó 1819.