Venezuela y toda la América Latina después de más de tres siglos de colonización requerían un proyecto para el surgimiento de una nueva realidad económica, política y social. Sin embargo, después de la independencia a pesar de la alta significación de la ruptura colonial con respecto a España, a pesar de algunos cambios ocurridos en el plano jurídico, la realidad económica, política y social pocas transformaciones estructurales presenciaron: 1) La Propiedad Territorial: La economía sigue siendo predominantemente agrícola y pecuaria, pero antiguos y nuevos dueños seguían monopolizando la tierra. 2) La Mano de Obra: Aun muchos años después de la independencia siguió existiendo esclavitud en América Latina (En Venezuela fueron liberados en 1854; 33 años después de la Batalla de Carabobo), pero aun siendo liberados permanecieron diversos mecanismos de esclavitud disfrazada, puesto que los esclavos, ahora hombres libres pero sin tierra tuvieron que ir a trabajarla, ahora sin la obligación de los dueños de garantizarle vivienda, salud, educación, a él y a su familia. Como sí lo era en la esclavitud, donde el esclavo a igual que un animal debía ser protegido por el dueño. Sumado a esto, tenemos los endeudamientos hereditarios de los trabajadores (asalariados) con el hacendado, que imposibilitaban la ruptura del trabajador con su trabajo y lo ataban a él y a sus descendientes a una esclavitud disfrazada. 3) En lo Político: A pesar de reconocerse en las mayorías de constituciones “la igualdad ante los ojos de Dios”, lo cierto es que el poder político siguió concentrado en una elite, fundamentalmente la de los antiguos blancos criollos, que para elegir y ser elegidos había que contar con propiedades, títulos, saber leer y escribir que sólo eran privilegios de muy pocos. 4)Social y Cultural: Como es lógico este marginamiento de las mayorías de la propiedad territorial y el poder político, manifestaban la polarización social entre quienes no tenían nada y quienes lo tenían todo. Los pobres, los campesinos contaban con muy pocos derechos civiles y un casi nulo derecho a la educación. 5) En el plano de nuestras relaciones internacionales: si bien rompimos con España entramos a una era de dependencia económica con las nuevas potencias mundiales en el siglo XIX con respecto a Inglaterra y en el siglo XX con los EEUU.
Con lo anteriormente señalado, no pretendemos disminuir la importancia histórica de la gesta emancipadora, pero es necesario reconocer que en América ésta fue fundamentalmente beneficiosa para una elite: la oligarquía criolla, mucho de los cuales perseguían aumentar sus poderes y para nada le convenían cambios estructurales en la sociedad americana. A ello se debió la resistencia de parte de nuestros humildes pobladores en participar en esta lucha que pocos beneficios le ofrecía y esto fue causa a su vez de fracasos iniciales de la independencia; igualmente la traición, la no solución a problemas vitales para estas mayorías, como era la libertad, la igualdad y el derecho a propiedad, produjeron durante buena parte del siglo XIX, revueltas, motines y revoluciones, que nuevamente dieron pie a nuevas traiciones. La Guerra Federal (1859 – 1863) es una manifestación de estas desigualdades sociales que fueron nuevamente truncadas.
Sí hacemos un rápido vuelo por nuestra historia, observaremos cómo a pesar de los largos años transcurridos en gobiernos dictatoriales, democracias representativas, discursos y reformas que prometieron cambios en esta realidad se quedaron en la nada. La mayoría de la tierra sigue estando en muy pocas manos y a pesar de los avances en los aspectos sociales y políticos, sólo una minoría usufructúa el poder, el 80% de la población se encuentra en estado de pobreza. No es casual que desde la época colonial hasta nuestros días sólo un selecto grupo representado por un 20% de la población goza de un bienestar social mientras la mayoría ha vivido en la indigencia.