De Socialismo se viene hablando desde principio del siglo XIX y llegó a su mayor auge a finales de ese mismo siglo y toda la mitad del siglo pasado. Todos los partidos optaron por incorporar a sus respectivas denominaciones el término socialista. Desde los partidos comunistas hasta los nazi-fascistas pasando por los partidos social- demócratas y social-cristianos.
Sin duda que el término es atrayente porque le ofrece a la población una suerte de panacea para los inveterados males que viene arrastrando la humanidad desde su existencia. Pero ni siquiera en Marx –padre de la criatura- se encuentra un desarrollo del
sistema socialista. En “Crítica al programa de Gotha” Marx se limita a definir el socialismo como el modo de producción que le exige a cada quien según su capacidad y le retribuye según su trabajo. Esto es todo, lo cual es moneda corriente bajo el capitalismo.
La obra de Marx se centra en desentrañar las características del capitalismo entre éstas el concepto de valor. Mientras para los ideólogos escolásticos o metafísicos o idealistas el valor está determinado por la escasez, para Marx y los materialistas dialécticos el valor lo determina el trabajo socialmente necesario contenido en los bienes y servicios.
En el “Manifiesto del Partido Comunista”, Marx y Engels le dedican un tercio en señalar el carácter revolucionario del capitalismo y para la época personas y mercancías se transportaban en barcos y ferrocarriles movidos a vapor. Ni la electricidad, el teléfono, el petróleo habían sido descubiertos. En los sesenta años más recientes el modo de producción capitalista ha producido avances científico-tecnológico inimaginables. El hombre ha ido a la luna y con un pequeño auricular nos comunicamos con cualquier punto del globo terráqueo.
La burguesía hizo su aparición en la escena mundial en 1789 cuando la toma de la Bastilla. Han transcurrido 220 años apenas. Los modos de producción esclavista y feudal ocupan más de seis mil años de donde deduzco que si no se produce el diluvio universal recogido en la Biblia, al capitalismo le queda un muy largo, pero muy largo camino que recorrer. Los hombres de pensamiento, es decir los filósofos sociales deben ocupar su ocio en lograr que personas interesadas en el progreso social universal ocupen el poder político en sus respectivos países con el objeto de morigerar los aspectos negativos del modo de producción capitalista porque la existencia de éste no depende de la voluntad humana sino del desarrollo de las fuerzas productivas.
Caracas, 24 de agosto de 2009
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