¡Guerra ya contra los infiltrados!

No sé cuándo llegará el momento en que se haga una revisión severa de la lealtad de esa gente que, aunque se beneficia del proceso revolucionario, se encuentra enquistada en diferentes instancias del Gobierno nacional torpedeando el proyecto socialista que lidera el presidente Hugo Chávez.

Pienso que se debe comenzar evaluando a los políticos que han fracasado en los cargos de elección popular, precisamente, por ejercer con un discurso revolucionario en el que no se sacan a Chávez, al Che Guevara y a Fidel Castro de la boca, pero que en la práctica se comportan más adecos que Rómulo Betancourt o más copeyanos que Rafael Caldera. Sus funciones la signa el amiguismo, el cobro de comisiones y no les importa que el pueblo continúe supeditado a ser el marginado, el asalariado y el explotado de siempre.

Deben averiguar también a esas personas que ocupan altos cargos en la administración pública y empresas del estado. Muchos se tratan de esos que aplauden a rabiar al comandante, pero que están en contra del proceso y respaldan a los empleados adversos en sus ataques a la revolución, mediante la ofensiva que los enemigos tienen trazado para salir de Chávez.

En consecuencia, tenemos instituciones con fachadas rojas rojitas, en las que se entra y si por casualidad se menciona al Presidente, lo miran a uno que pareciera querérselo comer vivo. Maltratan y hacen desplantes al pueblo.

Situaciones como estas hacen un daño enorme al proyecto socialista, producen descontento. Hasta los verdaderos revolucionarios se indignan. Saben que esas acciones forman parte de la estratagema utilizada para hacer la vida imposible al máximo líder revolucionario, pero igualmente molesta el hecho de que el Gobierno nacional no los enfrenta con la dureza del caso.

No quiero plantear cacería de brujas. Rechazo “el quítate tú para ponerme yo” y estoy en contra de los carnés políticos y de la listas Tascón. Sé lo que es estar sin trabajo, pero veo contradictorio que haya revolucionarios desempleados queriendo hacer sus aportes al proceso y no pueden. Por un lado, los opositores cumpliendo lineamientos de los enemigos no le dan acceso y, por otro, tienen los cargos ocupados desde la IV República y son inamovibles.

Creo que se debe decretar la ¡guerra ya a los infiltrados! Y no me mueven encuestas las cuales afirman que Chávez pierde popularidad, porque estimo que en este país aún no ha salido un contendor para el comandante, sin embargo, opino que la situación planteada con los oportunistas, causan gran malestar en el pueblo bolivariano que se ve en desventaja, burlado e impotente ante un contrario que luce crecido e intocables en el propio terreno revolucionario.

*Periodista


albemor60@hotmail.com


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Alberto Morán*


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