Ante los incesantes llamados formulados por el presidente Hugo Chávez a la militancia para evitar el divisionismo, se hace imperioso colocar sobre la mesa las principales causas de esa fragmentación en el Zulia.
La primera es que con el poder y los privilegios que tienen los diputados en Venezuela, tenemos delegados aprovechando la notoriedad del I Congreso Extraordinario, a fin de candidatearse a las parlamentarias, provocando indignación dentro del Psuv y, a mi juicio, con razón. Ya entre los nombres que baraja la prensa están los de los políticos de siempre: Mario Isea, Raffic Souki, Noelí Pocaterra, Gian Carlo Di Martino, Rodrigo Cabezas y otros que como María de Queipo, pretenden repetir, mientras para los nuevos líderes que se esperaba surgieran libres de las ataduras del amiguismos en las elecciones, el camino luce tortuoso.
La historia se repite. Por lo visto no se escucha el clamor del pueblo, ni siquiera a Chávez llamando a la unidad. En los comicios a delegados, se dieron golpes de pecho diciendo que se abría paso a los liderazgos emergentes, pero por debajo cuerda hacían tremenda brecha para imponerse. Y allí están las pruebas. El mismo grupo sigue moviéndose alrededor de las candidaturas y controlando la posibilidad de los rostros frescos que la base reclama, en lugar de apoyarlos desinteresadamente en un ejemplo de solidaridad y desprendimiento en vías al Socialismo del Siglo XXI.
La segunda manzana que en Maracaibo produce discordia es la elección de alcalde. Hay revolucionarios que aspiran presidir el ayuntamiento y de no ser posible, que sea un delegado amigo, para eso los apuntalaron a la Convención Ideológica y apelaron a kinos y tubos en una votación llamada “gran fiesta democrática”, pero que en el Zulia definitivamente puyaron los pasapalos.
Existe la certeza de que alcalde rojito que gane y haga su labor de la mano de Chávez, pasará mucho tiempo en el poder, pero entonces ahora los aspirantes ven en esos comicios el último chance, y mantienen una guerra interna por imponerse mientras que otros están como en el juego del cuartillo de la arepita: que no es aquí que es allá, sino el ayuntamiento, las parlamentarias o viceversa.
Así como en el pasado, cuando en cada período se rotaban los candidatos para que todos tuvieran oportunidad de llenarse, pero en este proceso esa no es la prioridad y con la reelección continua nadie garantiza el “ahora me toca a mí”.
Creo además imposible convertir esos dirigentes egoístas en el hombre nuevo que exige Chávez y por ende ocurre lo que dice el periodista y experto del balompié Ciro Contreras: hay futbolista que no les importa que el equipo pierda, si ellos pueden hacer un gol, y esa es una táctica perversa que igualmente en política hace un daño enorme, sobre todo, al proceso bolivariano.
*Periodista
albemor60@hotmail.com