Ante las ambiciones de los políticos que pretenden seguir aferrados al poder, supongo que las apetencias personales sea uno de los temas principales tratados en el I Congreso Extraordinario del Psuv.
De todos modos, hay dos propuestas formuladas (que no son mías), sino de Antonio Aponte, autor de la columna “Un grano de maíz”, que no tienen desperdicio, a mi juicio, es lo mejor que se ha planteado sobre las medidas que pueden tomarse, para acabar con la codicia desenfrenada que tanto daño hacen al proceso revolucionario.
Aponte coloca sobre la mesa que “los delegados al I Congreso Ideológico no sean candidatos en las próximas elecciones a cuerpos deliberantes, ni candidatos a puestos directivos dentro del partido”. Cree que así la Convención será terreno para la discusión de ideas y no espacio para la disputa de apetencias.
Acerca de las elecciones a diputados, propone que la vanguardia socialista, que es el Psuv, puede dar un gran salto en la construcción de un nuevo parlamentarismo, de una nueva manera de elegir y dar una señal al pueblo de lo que nos diferencia de los oligarcas.
En criterio del columnista, “los candidatos electos en las listas del Psuv deben renunciar a sus privilegios en la Asamblea. No recibir dinero y garantizarles, de la forma más modesta posible y apoyándose en los Consejos Comunales, la satisfacción de sus necesidades. No tener derecho a secretaria, asistentes, guardaespaldas, etc. Las casas regionales del partido proveerán de una modesta oficina a los diputados y sus viajes serán reducidos al máximo. El parlamento dejará de ser así un medio de vida, para transformarse en un medio de servir a la sociedad, en un verdadero instrumento socialista”.
Si los delegados, directivos del Psuv y todos esos políticos son revolucionarios de corazón, no creo que tengan dificultades con esas medidas, que son sólo ejemplos de convicción, desprendimiento, en fin, de pasión por este proyecto socialista que defienden a voz en cuello, pero que más que de garganteo requiere de acciones concretas y convincentes, para enfrentar con honor y dignidad a esos opositores corruptos que ahora abrieron otro frente de batalla con la intervención bancaria.
Por eso apoyo a Aponte y me sigo pronunciando en función de dar paso a los nuevos liderazgos, a dirigentes descontaminados (sin vicios), electos por la base de forma transparente, desvinculados de amiguismos y de compromisos como en la IV República.
Tales planteamientos serían interesantes para el Zulia, donde los dirigentes de siempre, tienen dos conejos sobre la parrilla. Luego de apuntalar a las personas de su entera confianza a delegados -ya sabrá Dios bajo qué condiciones -, dan vueltas sobre las brasas a sus aspiraciones a diputados y a la Alcaldía de Maracaibo, provocando malestar en esa militancia revolucionaria pura capaz de dar la vida por Chávez, pero que deben llenarse de dolor e impotencia ante esa pugna por el dinero y el poder dentro del partido.
(*)Periodista
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