Nos atrevemos a decir que el tiempo llegó para tener nuestra propia organización internacional de comercio, nuestro definido cuerpo militar latinoamericano; nuestro tribunal sudamericano de justicia, el mismo que nos permita juzgar a los que incurren en delitos en nuestra Centroamérica, el caribe y el sur de este continente americano.
Sobra decir que nuestro continente latinoamericano es nuestra gran nación. En realidad, sólo los millonarios interesados y sin conciencia (la mayoría de ellos no la tiene), piensan que el paraíso está ubicado en Estados Unidos o en alguna parte de Europa, lo cual como es lógico pensar, es más falso que una moneda de dos caras.
Continuando en la idea, debemos cerrar de una vez por todas esas “venas abiertas” de nuestro continente y de la cual muy bien escribió Eduardo Galeano. ¿Es que acaso nosotros no podemos crear nuestros propios métodos de reducción de los gases que afectan el planeta? ¿Los Estados latinoamericanos no pueden limitar las conductas de las voraces transnacionales en nuestros territorios? ¿Por qué debemos permitir militares que no hablan nuestro idioma en nuestra geografía? ¿Por qué? Correa sigue teniendo razón, pues debemos pensar en nosotros mismos. Tenemos MERCOSUR, el Alba, Petrocaribe, casi una moneda regional con el Sucre, sabemos coser, sembrar, preparar alimentos, también soldamos, construimos viviendas, cantamos, bailamos, vestimos nuestras tradiciones, creamos, diseñamos, tenemos muchos investigadores científicos, tecnológicos y profesionales a granel, sin contar con los miles que se han ido porque hemos fallado en pagarles mejor, es decir, hemos dejado que nos roben a nuestros profesionales y eso no es mentira.
Entonces, demos el gran paso, ocupémonos de nosotros mismos, desarrollemos todo el potencial que tenemos y protejamos a nuestra Latinoamérica, pues de lo contrario, el barco se hunde, pues los desarrollados están enceguecidos y han manipulado a buena parte de la humanidad y les hacen creer en el mercado, el negocio, las ventas, el mejor vendedor de la semana, la belleza de la cuadra, el tipo más musculoso del mundo, el superhéroe, el mejor auto, el viaje a la luna como lo más maravilloso de la existencia humana y toda esa gran farsa, la cual viene siendo aderezada por las grandes campañas publicitarias y la torcedura de las noticias, a los fines de vender un mundo que no existe, pero que deja dividendos a los dueños de las grandes transnacionales de los alimentos, las armas, los licores y las drogas.
Como dice Rafael Correa, el joven Presidente de Ecuador, comencemos a pensar en nosotros y, para quienes escribimos, el mensajes es que nos olvidemos de que ellos existen, nos apropiemos de nuestra geografía y comencemos a generar nuestro propio desarrollo, autóctono, de esencia nuestra, muy moral y terriblemente diferente a lo que ellos han hecho.
Con el presidente ecuatoriano tenemos una pequeña diferencia: no podemos cuestionar paradigmas porque están demasiado cuestionados y hace muchas décadas que mostraron sus verdaderas realidades.