¿Qué otras diferencias existen entre las fases contrapuestas del proceso de circulación?
El ciclo M – D – M arranca del polo de una mercancía y se cierra con el polo de otra mercancía, que sale de la circulación y entra en la órbita del consumo. Su fin último es, por tanto, el consumo, la satisfacción de necesidades, o, dicho en otros términos, el valor de uso. Por el contrario, el ciclo D – M – D arranca del polo del dinero para retornar por último al mismo polo. Su motivo propulsor y su finalidad determinante es, por tanto, el propio valor de cambio.
En la circulación simple de mercancías ambos polos presentan la misma forma económica. Ambos son mercancías. Son además, mercancías de la misma magnitud de valor. Pero, cualitativamente, son valores de uso distintos. El intercambio de productos, el cambio de diversas materias, en que toma cuerpo el trabajo social, es lo que forma aquí el contenido del movimiento. No así en la circulación D – M – D. A primera vista, este ciclo parece absurdo porque acaba donde empezó. Ambos polos presentan en él la misma forma económica. Ambos son dinero, y, por tanto, valores de uso entre los que no media ninguna diferencia cualitativa, pues el dinero no es, como sabemos, más que la forma transfigurada de las mercancías, en la que se borran todas las huellas de sus valores específicos de uso. Cambiar 100 bolívares por algodón para luego cambiar ese mismo algodón por 100 bolívares, es decir, cambiar, dando un rodeo, dinero por dinero, una cantidad de dinero por otra igual, sería, evidentemente, una operación absurda e inútil. Las sumas de dinero sólo se distinguen por su magnitud. Por tanto, el proceso D – M – D no debe su contenido a ninguna diferencia cualitativa entre sus dos polos, pues ambos son dinero, sino simplemente a una diferencia cuantitativa. El proceso acaba siempre sustrayendo a la circulación más dinero del que a ella se lanzó. El algodón comprado por 100 bolívares se vende, por ejemplo, por 100 + 10, o sea, por 110 bolívares. La fórmula completa de este proceso es por tanto: D – M – D’, donde D’= D + ΔD, o lo que es lo mismo igual a la suma de dinero primeramente desembolsada más un incremento. Este incremento o excedente que queda después de cubrir el valor primitivo es lo que yo llamo plusvalía. Por tanto, el valor primeramente desembolsado no sólo se conserva en la circulación, sino que su magnitud de valor experimenta, dentro de ella, un cambio, se incrementa con una plusvalía, se valoriza. Y este proceso es el que lo convierte en capital.
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