lunes, 17 de mayo de 2010
Ideas y medidas claramente contrarias al ideario y la
práctica socialdemócrata y más propias del liberalismo (como las de los
400
euros o el cheque bebé, la eliminación de impuestos y la creencia de que
bajarlos es bueno para las rentas más bajas y para el conjunto de la
economía),
leyes ambiciosas pero sin financiación adecuada (como la integral de
violencia
de género o la de dependencia) y errores garrafales en la previsión de
la
coyuntura y en el reconocimiento de la crisis han ido haciendo mella en
su
liderazgo a lo largo de los últimos meses y lo están llevando al
desastre en
las últimas semanas. Incluso alguna encuesta indica que Zapatero tiene
en estos momentos peor valoración que la que tenía Aznar en plena guerra
ilegal de Irak. Ya es decir.
Pero los errores de Zapatero en política económica y social no han sido
solo puntuales. Me
parece que a lo largo de su periodo de gobierno hay otros muy graves de
fondo y
que pueden llevar a su partido a un desastre electoral sin precedentes
si no
cambia de rumbo, algo que no sería nada bueno para los sectores sociales
más
desfavorecidos si solo representa una derrota del PSOE que no venga
acompañada
de una regeneración de su propio partido y de las organizaciones de
izquierda.
Con independencia de los coyunturales que ha ido cometiendo
en estos años últimos, los errores principales que yo creo que ha
cometido
Zapatero en el plano socio económico son los siguientes.
El primero, no ser consciente de que un gobernante con
limitaciones en el liderazgo personal, sin gran capacidad de análisis e
intelectualmente limitado necesita a su lado equipos muy potentes. Todo
indica,
por el contrario, que Zapatero ha decidido siempre a partir de sus
propias
intuiciones o de las de un grupo muy reducido de personas, muchas veces,
sin
que sus propios ministros o equipos más amplios de asesores supieran por
dónde
iban los tiros. Eso explica que se hayan tomado decisiones como las que
he
mencionado y que meses más tarde ha habido que abandonar, o que haya
sido tan
torpe y actuado tan equivocadamente como lo ha hecho frente a la crisis,
careciendo a estas alturas de la mínima credibilidad que necesita un
gobernante.
El segundo, el haber recurrido, cuando lo ha hecho, a
equipos en donde los liberales predominan de modo absoluto. En el campo
económico y social se ha desprendido de socialdemócratas o socialistas
coherentes como Jordi Sevilla, Jesús Caldera o Cristina Carbona, entre
otros,
para preferir los consejos de liberales como Miguel Sebastián, David
Taguas
(que de la Oficina económica de ZP pasó significativamente a la patronal
de la
construcción) y, en general, de los que forman la plantilla de esta
última.
¿Cómo se puede pensar que es posible hacer política socialdemócratas
cuando la
doctrina en la que uno se inspira es claramente liberal?
En tercer lugar, creo que Zapatero ha cometido el error de
creer que se puede llegar lejos en política social dejando que la
política
económica se oriente fundamentalmente a salvaguardar un marco productivo
predominantemente dominado por el mercado desregulado y la
especulación. No parece que Zapatero
haya tenido en cuenta que cuando es así, o se incurre en un coste muy
grande
que hay que financiar convenientemente (con políticas fiscales a las que
ha
renunciado) o simplemente se diseñan medidas que luego no se pueden
llevar a la
práctica, lo que tarde o temprano hace que la gente se frustre y pierda
confianza en el gobierno que las ha vendido como grandes avances
sociales.
Basta hablar con las docenas de miles de familias que están pendientes
de las
prometidas ayudas a la dependencia para confirmar lo que digo.
El error estratégico de Zapatero en este sentido fue el no
haber aprovechado la etapa de expansión para promover el cambio
productivo que
ha querido fomentar justo cuando la crisis echaba por tierra la
posibilidad de
impulsarlo con éxito. No puede decirse que en este aspecto cambiara el
rumbo
anterior que sobre todo había fortalecido el Partido Popular en la etapa
de
Aznar sino que lo reforzó.
En cuarto lugar, Zapatero no parece que haya calibrado bien
que la política socialdemócrata que yo creo que él sinceramente ha
querido
llevar a cabo es muy difícil que pueda ser aplicada cuando en Europa se
establece un corsé tan rígido orientado, precisamente, a dificultar esas
políticas. Yo creo que el error en este campo de Zapatero ha sido el no
haber
actuado con más beligerancia, sobre todo en los años de expansión,
contra estas
políticas europeas que tanto daño han hecho y que han coadyuvado a que
la
crisis ahora sea tan grave. Al revés de ello, las ha suscrito fielmente y
ha
hecho suya la cantinela de la estabilidad, del 3% de déficit y de la
necesidad
de rebajar impuestos, lo que le ha atado de pies y manos y ha hecho que
ahora
sea esclavo de sus propias decisiones anteriores.
Finalmente, me da la impresión de que ni Zapatero ni sus asesores han contado con algo esencial: las políticas socialdemócratas de bienestar (que en tantos aspectos han sido positivas y proporcionado mejores condiciones de vida a millones de personas) son siempre el resultado de un pulso ganado al capital y a los grandes poderes financieros e industriales. Nunca se conquistan como algo gratuito frente a estos últimos y mucho menos en esta etapa neoliberal en la que tienen una fortaleza tan extraordinaria. No hay manera de que los gobiernos las lleven a cabo si no cuentan con suficiente y explícito respaldo social. Y cuando la sociedad está desmovilizada y sin fuerza son materialmente inalcanzables en la práctica. El error de Zapatero ha sido el de destruir la capacidad movilizadora de su propio partido. Con ZP el partido socialista ha alcanzado el máximo nivel de gubernamentalización.
Realmente, no existe el partido
socialista, todo lo
decide su dirección y dentro de ella Zapatero. Basta oír a la derecha e
incluso
a los propios dirigente socialistas: solo hablan de lo que hace o
deshace ZP,
olvidando, porque él mismo parece haberlo olvidado, que detrás de él hay
más de
10 millones de votantes y miles de afiliados de un partido que es (o que
debería ser) la inteligencia
y la fuerza colectivas que lo sustentan. Si Zapatero se hubiese
encargado de
hacer ver que detrás de él hay tanta gente y tanta fuerza, en lugar de
desmovilizar y desarmar a su propio partido, la derecha no se atrevería a
decir
de él las cosas que dice. Pero ha renunciado a la fuerza y al apoyo
social, ha
dejado la calle y la movilización ciudadana a la derecha y ahora no le
queda
otra cosa que aguantar él solo el chaparrón, arrastrando en el naufragio
a su
propio partido.
Es verdad que esto es algo que no solo practica Zapatero
dentro de su partido, sino que se reproduce hacia abajo a todos los
niveles
(antes de celebrarse el congreso andaluz, el presidente de la Junta de
Andalucía reclamaba un partido y una ejecutiva hecha “a su medida”, una
auténtica aberración política y democrática pues, en todo caso, son los
gobernantes quienes deberían estar hechos y actuar a la medida de su
partido).
Pero lo cierto es que quien ha encabezado ese proceso y quien lo ha
llevado a
su máxima y más paralizante expresión ha sido José Luis Rodríguez
Zapatero como
secretario general del PSOE.
La socialdemocracia no puede basarse, como ha ocurrido con Zapatero,
solo en la imagen de un líder, por muy necesaria que ésta sea. Cuando la
socialdemocracia se limita a confiar en el poder de una imagen de
marketing,
cuando no crea y fortalece una ciudadanía que suscribe, defiende y se
moviliza
por los avances sociales de las políticas socialdemócratas, y que cree y
hace
suyos sus valores y aspiraciones, la socialdemocracia (como en realidad
cualquier otra política que se disponga a enfrentarse a los poderes
establecidos) fracasa estrepitosamente. Así es necesariamente porque
desmovilizar a la sociedad que
puede apoyarla significa que no se va a tener fuerza frente al poder
económico
para llevar a cabo las políticas socialdemócratas.
Ahora, como ocurre siempre que la socialdemocracia fracasa,
Zapatero está de rodillas a los pies de los poderes económicos: la
ciudadanía
que confiaba se pregunta para qué sirve que gobierne un partido
socialista si
la política que aplica es la de la derecha. Y por eso le da la espalda.
No es bueno que la socialdemocracia española se hunda y que los miles de socialistas que honestamente quieren transformar la sociedad dejen de tener influencia y capacidad de decisión, pero para evitar el desastre es imprescindible que tomen nota de la lección. Es necesario que sean conscientes de que no se puede transitar sin peligro por cualquier camino y que quien alimenta a un cocodrilo es muy posible que termine devorado por él.
COMENTARIOS
Solo hacer una observación, estoy de acuerdo con los ideas de base del artículo, estoy convencido y creo que las políticas sociales deben de primar en una sociedad justa, pero poner como ejemplo a Jordi Sevilla y Jesús Caldera, es algo ilarante, todavía esta muy fresco en la memoria aquel espisodio con el tipex de Jesús Caldera o el desprecio a la economía de Jordi Sevilla con sus dos tarades (asi nos va con esos conesjitos), ... desgraciadamente para todos nosotros no veo políticos a la altura de las cirscunstancias.
Saludos
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Observo que algunos atacan a las políticas de Zapatero o del PSOE en general por ser socialdemócratas. Pero ¿alguien se puede creer que el PSOE ha sido socialdemócrata alguna vez?. Veo que algunos también confunden la democracia cristiana con la socialdemocracia en algunas cuestiones que aquí se han dicho.
Lean el blog de Vicenç Navarro o las políticas redistributivas que se han aplicado en Suecia o en Finlandia durante tantos años y sabrán lo que es la socialdemocracia, no se guíen por lo que ha hecho el PSOE para saberlo.
Ya lo dijo el mismo filósofo Rubert de Ventós "Ya no somos ni socialdemocratas" aludiendo a una anécdota biográfica de Carlos Marx:
http://www.elpais.com/articulo/opinion/somos/socialdemocratas/elpepiopi/20080406elpepiopi_5/Tes