Los próximos 22, 23 y 24 de mayo tendrá verificativo la consulta nacional para demandar la renuncia de Felipe Calderón Hinojosa a la presidencia de los Estados Unidos Mexicanos, cargo que ostenta de manera ilegítima y fraudulenta. Este será un acto que, independientemente del vacío informativo de que ha sido objeto, reviste la mayor importancia para la construcción de un México nuevo, que sea capaz de brindar justicia, paz y bienestar con dignidad para sus habitantes.
El objetivo de este esfuerzo es el hacer patente, a los ojos de todos, la decisión de un muy importante número de mexicanos de repudiar un régimen de gobierno que, además de incumplir sus compromisos de campaña electoral, se caracteriza por haber provocado el más severo deterioro de las condiciones de bienestar de la sociedad nacional. Independientemente de ser un ejercicio no contemplado en la ley y, por tanto, sin capacidad de que sean aplicados sus resultados, el hecho mismo deberá impactar en la adopción de un propósito común de los sectores mayoritarios de la ciudadanía: participar en la transformación afirmativa de la realidad nacional.
Es una convocatoria de grupos de la llamada sociedad civil, integrados en las redes sociales de diversa composición. Participan los sindicatos independientes y agrupaciones de productores del campo; estudiantes de las instituciones de educación superior, tanto públicas como privadas; profesionales, empresarios de la industria y el comercio, amas de casa, maestros, burócratas, incluso algunas corrientes progresistas del PRD sin que, por ello, sea un acto partidista. El movimiento que encabeza AMLO no participa de manera oficial por elemental congruencia: no puede reclamar la renuncia de Calderón a un cargo que no se le reconoce; no obstante, sus simpatizantes en lo individual también estarán presentes. Lo importante de la configuración del grupo convocante es que no se le puede encajonar en una intencionalidad política diferente de la enunciada, en términos de respetar la particular inclinación de los distintos organismos participantes.
Para su operación. Los organizadores colocarán mesas de recepción en todas las capitales estatales y en las principales cabeceras municipales del país y permanecerán durante tres días, ofreciendo las mayores facilidades posibles para la participación ciudadana, tomando en cuenta que el ejercicio no cuenta con más recursos que los de la patriótica disposición de los ciudadanos participantes. El pequeño esfuerzo individual para acudir a expresarse en las mesas, es ese granito de arena que hace las grandes obras. No permitamos que la desidia y la poltronería deje pasar esta excelente oportunidad de expresarnos. Es importante acudir e invitar a otros a que lo hagan.
Conforme pasan los días, las semanas y los meses, las causales del repudio a Calderón acumulan puntos, especialmente en lo que se refiere a la descomposición del entramado social. La desaparición de Fernández de Ceballos y su tratamiento oficial son una muestra de ello (no deseo que le quiten la vida, pero qué agradable es su ausencia); se levanta una gran alharaca por el suceso, pero se guarda un silencio sepulcral y mediático respecto de la huelga de hambre de más de noventa electricistas que protestan por la extinción criminal e ilegal de su fuente de empleo y vida. Los españoles premian a Calderón “por su liderazgo carismático que ha fortalecido la cohesión social” y aquí pretendemos castigarlo precisamente por lo contrario; allá le premian la obsecuencia a los dictados e intereses de las empresas españolas, aquí le reclamamos lo mismo. Se celebra el segundo centenario de la iniciación de la Guerra de Independencia, al tiempo que el premiado se solaza en malbaratar los recursos nacionales y la soberanía. Se conmemora el centenario del inicio de la Revolución Mexicana, pero el espurio se esmera en reconstituir las condiciones que la provocaron; Cananea reivindica su vocación de resistencia y de ser sede de la insurrección ante la injusticia. Electricistas y mineros resisten ante el embate del régimen que pretende sojuzgarlos y someterlos a la indignidad del trabajo esclavo; los demás aguantan para conservar lo poco que les queda; los muchos que ya perdieron el empleo se guardan de cualquier expresión que los marque para no volver a trabajar.
Así están las cosas. Los que amamos a México no tenemos más que aplicarnos a erradicar las causas de tanto sufrimiento, comenzando por la defenestración de Calderón y la caterva de privilegiados que lo acompañan. Para luego es tarde.
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