Veamos un hecho
pasado en el siglo XIX, con un calcado al presente en el siglo XXI:
“Las concepciones revolucionarias de Bolívar encontraron resistencia
en algunos de sus colaboradores, entre ellos, Santander, quien fue reflejo
fiel del espíritu legalista. Para él, un proceso revolucionario no
hubiera sido jamás producto de un ideal popular, sino el resultado
de una disposición jurídica. Obstaculizó a Bolívar con este leguleyismo
mientras convino a sus apetencias personales de poder. Tan pronto
aspiró a la Presidencia de Colombia lo echó todo por la borda. Su
fetichismo legalista fue suplantado por toda clase de maniobras, conspiraciones,
acuerdos y componendas para salir airoso. Santander no era la persona
política más idónea para dar curso de alto vuelo al proyectado Congreso
Anfictiónico de Panamá. Desde época bien temprana, comenzó Santander
a reiterar sus simpatías por el Gobierno de los Estados Unidos. No
es de extrañar el cambio en la composición de los integrantes del
Congreso de Panamá, sacándola del ámbito, exclusivamente hispanoamericano
planteado por el Libertador Simón Bolívar” (Francisco Pi Vidal “Bolívar
Anti-imperialista”). Algo similar podría ocurrir actualmente con
la UNASUR, y no es de extrañar en el presente además, que pruebas
científicas demuestren un posible envenenamiento de Simón Bolívar
en Colombia a propósito de la exhumación reciente de sus restos.
La presencia
indigna del Canciller colombiano Luis Alfonso Hoyos (inhabilitado en
Colombia de por vida como político por manejos dolosos de fondos públicos
y hombre cercano de Álvaro Uribe ) ante el espacio de la
OEA panamericanista, para atacar las políticas internas de Venezuela,
va más allá de una denuncia basada en “presuntos o supuestos”
montajes de fotografías y videos satelitales a las FARC y ELN
en nuestro territorio, hechos que por cierto, demuestran el espionaje
del cual somos víctimas los venezolanos. El terreno se está montando
para intervenir de manera “justificada” a Venezuela, pues el petróleo
en el Medio Oriente pierde garantía de suministros frente a posibles
nuevos conflictos provocados por el “Tío Sam”. La tierra
de Bolívar rica en “ese petróleo” necesario para suplir, se ve
rodeada de bases militares norteamericanas que rondan con su luz amarilla
atentos a la verde; 7 bases en Colombia, en Costa Rica, Honduras,
Panamá, Haití y en amplias zonas del Caribe cercanas a Venezuela.
Sin caer en
la xenofobia contra nuestro hermano “Caín”, pues el carácter bonachón
de los venezolanos es xenófilo cual “Abel”, debemos recordar que
bajo la diplomacia colombiana basada en la traición, en 1891 con la
complicidad de la Reina de España se arrebató una media luna de territorio
a Venezuela. Es así como el laudo arbitral emitido por la Reina Regente
María Cristina y el Ministro de Estado Carlos O’Donnell, despojó
a Venezuela de más de 200.000 kilómetros cuadrados de territorio.
Otorgando a Colombia un extenso territorio entre el Amazonas y La Guajira.
El consejo federal de la Confederación Helvética sentencia en contra
de Venezuela, confirmando lo ya decidido en el laudo español irrito
que se basó en el apoyo que brindaba Venezuela a Cuba por su libertad..
La política colombiana actual basada en una alianza guerrerista peligrosa: “Colombia-EEUU-Israel”, es un contaminación que se hace eco en otros países latinoamericanos arrodillados al imperio yanqui para tratar de enfrentar y dividir la unión de las naciones progresistas. La ruptura de las relaciones diplomáticas de Venezuela con Colombia, están fundamentadas y más que justificadas ante el bochorno e irrespeto ignominioso de un vocero colombiano descubierto en su discurso como copia fiel de los apátridas venezolanos, al querer imponer en su discurso de la OEA una intervención contra los venezolanos, mientras exponía asuntos internos exclusivos de Venezuela. Venezuela tiene años tolerando desde Colombia ataques contra su pueblo, territorio y gobierno. Llega la hora del respeto merecido y heredado de un pasado digno libertario. La patria bolivariana reclama a sus hijos el nacionalismo necesario para la defensa de su suelo.