El inhabilitado señor Hoyos cayó en uno, incinerándose en una farsa solo posible por los retorcidos adláteres del número 82, según la lista imperial de políticos relacionados con el narco tráfico. Tal vez veamos a este Capo de capos junto a Noriega, pues La Casa Blanca se las hace ver negras a colaboradores en desgracia. El locuaz embajador cacareó por todos los hoyos de su gallináceo ser a ver si pujaba una mentira creíble en una sesión que tuvo más parecido a un tribunal de patarucos dóciles, encabezado por el inefable adefesio de Insulza. Todo un show mediático bajo el auspicio de un organismo internacional que nació, mire qué ironía, luego del asesinato de Jorge Eliecer Gaitán, ordenado por la oligarquía colombiana.
Don Varito 82, cuyo prontuario político ya es público y notorio, desde sus pininos de corrupción, su consanguinidad y afinidad narco traficante hasta su irrefutable “mecenazgo” paramilitar, tiene la espada de Bolívar clavada en el alma. Su tormento es acudir al triunfo de la causa independentista de los Pueblos y que a pesar de todos sus esfuerzos por detenerla, siempre haya salido a luz pública todas las tramoyas, mentiras, difamaciones y manipulaciones de las que se valió en su rastrero empeño de ser favorito del imperio.
Su mayor logro es haber fomentado en Colombia el crimen como política de estado, dado las copiosas pruebas de lo antes dicho junto a los escándalos de narco, paradiputados y personeros de su gobierno. Su vehemencia de hacer la tarea asignada por Washington lo llevó a la audacia – como en su oportunidad le dijo Néstor Kirsner- de tratar de desacreditar a países hermanos durante la entrega de prisioneros por parte de las FARC y de bombardear luego el territorio de Ecuador.
Este asqueroso narco político, en alianza con la godarria colombiana, sus medios de comunicación y una cúpula militar nefasta, todos ávidos de logros contra la guerrilla y los movimientos progresistas de Colombia, planificaron los mal llamados falsos positivos. Si analizamos el término, nos daremos cuenta que en ese puñado de letras se sintetiza la misión y visión de quienes gobiernan ese país. Tomar a jóvenes provenientes de los barrios más pobres, llevarlos bajo engaño a los sitios donde los asesinaron, tildarlos de terroristas y presentarlos como caídos en enfrentamientos con el ejército, se convirtió en práctica para maquillar de avance su incapacidad de controlar espacios ocupados por la guerrilla. Las investigaciones periodísticas que hasta ahora se han hecho, señalan a los falsos positivos como procedimientos comunes pues se tienen evidencias de que fueron realizados en muchas brigadas del ejército colombiano
El valor de las madres pudo más que la perfidia estatal. A pesar de las amenazas y con el alma en vilo, algunas de ellas lograron desenterrar a sus hijos y la verdad. El caso más aterrador es el de la Macarena, donde acudió esta semana una comisión de eurodiputados y certificó el hallazgo de una fosa común con cerca de dos mil cadáveres. Pero existen cosas más atroces: de acuerdo a otras investigaciones periodísticas y a denuncias hechas por familiares, los paramilitares cuentan con hornos crematorios para arrojar a los campesinos; hay indicios de que los han arrojado vivos. Como ya sabemos, son capaces de descuartizar con moto sierras.
Ese es el inframundo de Don Varito 82. Su sino está marcado por fosas comunes que se irán abriendo para reclamar el genocidio que cometió contra el Pueblo Colombiano. En su desespero apela a un mentecato estridente como Hoyos sin prever que las fraudulentas pruebas presentadas hablan mal de él y no de quien pretender atacar. No se resigna este roedor de la Gloria Bolivariana, este abominable engendro del mal, que su trascendencia en la historia sea como genocida, ni se conforma con que la impronta de sus gestiones serviles para el imperio sean siete bases militares que mancillan una tierra que Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar y Palacios liberó hace casi dos siglos.
En Agosto, ya sin la investidura de presidente, forajido pero príncipe de un paraestado criminal, pudiera tornarse más peligroso en cuanto utilizable por Santos, quien sabe caminar entre la hez sin mancharse.
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