Bajo el gobierno de Santos

Las relaciones de Venezuela con el gobierno y la oligarquia de Colombia

A partir de la reunión efectuada en Santa Marta entre los presidentes de Colombia y la República Bolivariana de Venezuela, se han despertado muchas esperanzas y buenos deseos en ciertos sectores sociales de ambos países. Nosotros en particular, si bien consideramos positivo esta distención en las relaciones diplomáticas, creemos que se trata de una tregua motivada por la intervención del bloque empresarial colombiano, agobiado por la severa crisis  interna que vive ese  país.  La meta de la oligarquía colombiana para garantizar el éxito y la expansión de su proyecto colonial interno ha sido siempre,  desde el siglo XIX, la anexión del territorio venezolano el cual ella considera le pertenece. En esto han variado sus métodos pero no los objetivos.  

En los actuales momentos, para mantener la vigencia del proyecto político conjunto de la oligarquía santafereña y de la narco-oligarquia uribista, estas deberán contener la lucha de clases y la revolución social, la cual hara erupción  cuando se abra la más mínima rendija  en la lapida funeraria bajo la cual sepulto a Colombia  la macabra dictadura de clase, enmascarada bajo la llamada Política de Seguridad Democrática. Al fracasar su larga guerra genocida contra los movimientos populares,  entregaron a Estados Unidos la soberanía del país bajo el pretexto del Plan Colombia, plan que no ha funcionado, al mismo tiempo que fraguaban con Estados Unidos, España e Inglaterra el derrocamientote su Némesis, el gobierno de Presidente Chávez, objetivo que casi lograron en 2002. Por ahora conservan en Bogotá, como un as bajo la manga para negociar eventualmente con el gobierno bolivariano, el dictadorzuelo apátrida Carmona Estanga y sus comparsas escuálidas. Venezuela tiene en su suelo, como contraparte,  5 millones de colombianos que envían mensualmente remesas en dólares a sus familiares que se  han quedado en Colombia sumidos en la miseria, remesas que contribuyen a paliar la crisis en que vive actualmente el 40% de la población colombiana desplazada, desarraigada y desempleada.

El gobierno bolivariano, con un fuerte apoyo popular y la acertada dirección de nuestro presidente, sigue siendo un hueso duro de roer. La opción de la intervención militar Usa-colombiana ha sido frenada por el poder disuasivo de la Fuerza Aérea Bolivariana, una de las más poderosas de América Latina, y la preparación de nuestras fuerzas terrestres y navales. Muy importante también, nuestro país  tiene gran fortaleza  económica, una población revolucionaria organizada y con conciencia política, un prestigio y una  influencia política y económica en el foro mundial que crece a pesar de la orquestada campaña mediática negativa -nacional e internacional- financiada por el imperio USAmericano.. 

El régimen uribista ha logrado aislar a Colombia de la comunidad suramericana, salvo los casos de Perú, Chile, Panamá y Honduras estrechando cada vez más los lazos de sumisión a las oligarquías transnacionales que gobiernan y controlan la política de los Estados Unidos e Israel. Dentro de este contexto, el uribismo considera que la distención con Venezuela es vista como un retroceso estratégico de las intenciones expansivas de la oligarquia colombiana. Venezuela representa para dicha oligarquía principalmente ventas en dólares y combustible subsidiado, comercio que les permitiría reactivar el obsoleto aparato productivo colombiano que no puede competir internacionalmente con China, Brasil, Brasil y los países de la ALBA por el prospero mercado venezolano.  

Los dólares del narcotráfico representan un capital que  se invierten en aventuras especulativas pero, para superar la fuerte recesión económica, Colombia necesita una economía productiva que mueva la fuerza de trabajo y genere salarios que le permitan a los ciudadanos y ciudadanos consumir y reactivar los ciclos productivos y reproductivos de la sociedad. El uribismo y la oligarquía colombiana, sin embargo, no están dispuestas a sacrificar  y cambiar las rutinas de su modo de vida y de dominación y esperan, como siempre, que los pendejos venezolanos hagamos todo para beneficiarlos a cambio de nada. 

En las actuales circunstancias, si lo que necesita Venezuela es paz, la oligarquía colombiana esta dispuesta a concederla a cambio de nuestra rendición. A decir verdad, Venezuela solo necesita una apariencia de relaciones diplomáticas con la oligarquía de Colombia. Nuestra economía ya se estructurado con la de los países de Mercosur y la ALBA, de China, Rusia y Bielorusia, mas modernas, que nos ofrecen además transferencia de tecnología actualizada, diferente a las baratijas que nos ofrece la industria colombiana. ,Comercialmente, pues podemos suplir la producción que nos ha vendido tradicionalmente Colombia, con la de aquellos otros bloques económicos.  

Debemos terminar con esa falsa imagen de pueblo hermanos representado por la  oligarquía colombiana, la cual nos ha perjudicado profundamente. Los colombianos deben resolver su guerra interna bien solos o con la tutela de UNASUR, si es que los Estados Unidos, el verdadero hermano de la oligarquía, lo permite. Que los comerciantes venezolanos paguen lo que en justicia deben pagar a Colombia, pero que nos dejen vivir nuestra experiencia: que nuestro gobierno no vuelva a cometer los errores anterior que caracterizaron nuestra política hacia Colombia. Nosotros debemos ser hermanos  solo de los pueblos y países que se sientan agradados de serlo. Cuando la dictadura de clase que impera en Colombia cambie, podemos pensar en nuevos escenarios. No olvidar que perdimos el referendo sobre la reforma constitucional porque, entre otras cosas, el Presidente Chávez se involucró excesivamente en la liberación de los rehenes de la FARC y descuido el frente interno. Ahora tenemos una elección legislativa que es crucial ganarla para consolidar nuestra revolución en tanto que la oligarquía colombiana esta interesada en que la perdamos para que gobierne su aliado, la oposición apartida venezolana. Que las comisiones alarguen su trabajo hasta finales de año, es la única manera de comprar tranquilidad. Una vez que ganemos las elecciones legislativas, veremos cual deberá ser el nuevo escenario mundial y regional que al cual se enfrentara la política internacional venezolana. Por ahora, paciencia y astucia.

mario.sanoja@gmail.com



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Mario Sanoja Obediente

Escritor, antropólogo y docente universitario


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