I
¡Gloria al bravo pueblo ecuatoriano! ¡Gloria a los dignos soldados del Ecuador, hijos de Bolívar, Sucre, Manuela y Eloy Alfaro! ¡Y gloria al valiente Rafael Correa!
¡Salve, oh Patria, mil veces! ¡Oh Patria!
¡Gloria a ti! Ya tu pecho rebosa,
gozo y paz, y tu frente radiosa
más que el sol contemplamos lucir.
Fue ese mismo valor y orgullo patrio, tan bien plasmado en la letra del Himno Nacional del Ecuador, el que, desde temprano, nos auguraba que el jueves 30 de septiembre la canalla se estrellaría contra el pueblo ecuatoriano, contra su pueblo enarmas, inspirado por el ejemplo luminoso de todos sus libertadores y libertadoras.
Debo reconocer que el pueblo ecuatoriano le quitó al nuestro el récord de hacer trizas la pretensión oligárquica e imperial de doblegar nuestra decisión de ser libres: en menos de doce horas las ecuatorianas y los ecuatorianos, encarnando un solo y heroico coraje, derrotaron la aventura golpista y escribieron una de las páginas más bellas de nuestra historia contemporánea. Pero cuánta alegría y cuánto orgullo de que así haya sido porque, no lo olvidemos, la fracasada intentona, manufacturada desde Washington, no sólo buscaba desplazar al Gobierno de Correa del poder, sino golpear al ALBA y a la Unasur.
Hay que llamar las cosas por su nombre: lo ocurrido en Ecuador fue un intento de golpe de Estado contra un Gobierno legalmente constituido y que ha sido ratificado popularmente una y otra vez. ¿Quién puede creer en una asonada policial por reivindicaciones salariales? Ya no hay duda de ello: otras fuerzas, otros intereses ocultos actuaron y siguen actuando en la sombra contra la Revolución Ciudadana. Tras bastidores, en primer término, están las cloacas mediáticas de Ecuador, con el abierto apoyo de sus pares en todo el mundo: CNN, por ejemplo, hablaba el 30 de septiembre de un golpe de Estado “constitucional”.
Sin duda, los guiones tienden a repetirse, y al igual que pasó conmigo en el 2002, a Rafael Correa se lo redujo a la condición de Presidente secuestrado. Yal fracasar el plan A, que era el golpe de Estado, como lo ha recordado el propio Correa, se activó el plan B: el magnicidio. Gracias a Dios y al espíritu de Bolívar, no pudieron consumar su siniestro objetivo.
Lo digo con toda responsabilidad: Washington ha desempolvado el viejo expediente de los golpes de Estado para dar al traste con aquellos gobiernos que no se le subordinan. El imperio sabe que por la vía electoral sus fuerzas satelitales y cipayas tienen todas las de perder.
Una vez más la Unasur ha demostrado que no nació para hacer política simbólica: supo actuar, en esta difícil coyuntura ecuatoriana, con la misma voluntad política y la misma determinación que en septiembre de 2008 para abortar el golpe de Estado que estaba en desarrollo en Bolivia. El hecho de que todos los presidentes nos reuniéramos en Buenos Aires en horas de la noche del mismo 30 de septiembre, para ofrecerle todo nuestro respaldo al Gobierno de Correa, es una clara señal, para la derecha, de que el golpismo fascista ya no tiene vida en la América del Sur.
Quiero recordar, con el cantor del pueblo venezolano, Alí Primera, esa tradición traidora de la oligarquía ecuatoriana y latinoamericana que segara la vida del Abel de Nuestra América:
Pero en Berruecos un día
afinó la puntería
escondida la traición
todavía no te vengamos
pero el pueblo va trochando
en busca de la canción
que se eleve victoriosa
como hermosa mariposa
convertida en tricolor.
Es la canción que se elevó victoriosa este 30 de septiembre como hermosa mariposa convertida en el tricolor ecuatoriano. Para Rafael Correa toda nuestra admiración por el coraje principista que demostró exponiendo su vida. Por mantenerse firme y no ceder ante presiones y chantajes. Por hablar claramente, luego de ser liberado, cerrándole todos los caminos a la impunidad.
Un solo canto se oyó y se oye, desde Caracas hasta Buenos Aires:
¡¡Alerta, alerta,
alerta que caminan
Manuela, Sucre y Bolívar
por América Latina!!
II
El que tenga ojos, que vea; el que tenga oídos, que oiga. El domingo 26 fue una demostración más del carácter democrático, no sólo del Gobierno que conduzco, sino de nuestra República Bolivariana.
El hecho de que el 66,45% de los electores y las electoras inscritos en el Registro Electoral expresaran su opinión y voluntad en unas elecciones parlamentarias —algo inédito en nuestra historia, debo enfatizarlo—, es una prueba más que contundente de la solidez de nuestro modelo democrático y, al mismo tiempo, es la mejor refutación a la permanente campaña mediática de que vivimos en dictadura. A esto se suma el hecho de que nuestro organismo electoral constituye en sí mismo un poder autónomo e independiente. Con esto quiero decir que no está subordinado ni depende de otro poder.
Ahora bien, el proceso electoral y sus resultados nos permitieron despejar, no sólo las dudas y los llamados “escenarios”, sino también el horizonte político nacional de cara a esta segunda década del siglo XXI, en cuyo marco se ha comenzado a desarrollar el tercer ciclo de la Revolución Bolivariana (2009-2019).
En efecto, no se concretaron ni el mejor ni el peor de los escenarios. La Revolución colocó la vara bien alta, pero no pudo obtener los dos tercios. Esto tendremos que evaluarlo con un profundo sentido autocrítico.
Por su parte, la contrarrevolución no pudo —y vaya que lo trataron y lo pregonaron sus variopintos dirigentes— quitarle al pueblo la mayoría en la Asamblea. Y esto, hay que decirlo, les va a costar caro. Sólo que se darán cuenta una vez les pase la borrachera por su “triunfo”, muy parecida por cierto al aquelarre que montaron en el salón “Ayacucho” de Miraflores, aquel tristemente célebre 12 de abril de 2002.
Así que, con todo lo que tengamos que revisar, rectificar y relanzar (las 3R pero ahora al cuadrado), la Revolución Socialista sigue su marcha. Hemos obtenido una nueva victoria. ¡Y esa victoria se cobrará!
Ni habrá pacto con la burguesía ni habrá desenfreno revolucionario.
Seguiremos avanzando y construyendo el socialismo, al ritmo y a la velocidad que impongan las circunstancias, entendidas estas como la síntesis entre las condiciones objetivas y las condiciones subjetivas.
Pero quiero que me lean bien todos y todas: ¡Nada ni nadie detendrá la Revolución socialista, democrática y bolivariana!
Dentro de nuestro ejercicio crítico y autocrítico hay un elemento que cobra la mayor importancia: la distancia que se pudo comprobar entre el impresionante nivel de convocatoria durante toda nuestra campaña electoral, y la traducción de éste en votos efectivos. Ello exige una mayor afinación de nuestra estrategia para la trascendente batalla electoral de 2012.
Ahora bien, compatriota que me lees, mirémonos en el espejo ecuatoriano: la derecha va a usar sus espacios en la Asamblea con el único objetivo de sabotear y desestabilizar. Ya se ha puesto en evidencia, queriendo dar la impresión de que es mayoría y proyectándose así mediáticamente. No vienen los diputados de la contrarrevolución a trabajar por nuevas leyes, menos aún por Venezuela: “Vamos por Chávez”, han gritado. Su ambición es liquidar definitivamente a la Revolución Bolivariana. A la contrarrevolución le hablo; incluso, si me lo permiten, les aconsejo: no se vayan a equivocar de nuevo, sobrestimando sus fuerzas y subestimando las nuestras. Les pudiera salir muchísimo más caro. Mejor aprendan a bailar joropo, al compás del arpa bolivariana.
Y a los revolucionarios y revolucionarias les hablo:
Se impone el más vigoroso relanzamiento de las tres “R”, pero al cuadrado: su aplicación a fondo es decisiva para generar las condiciones que nos permitan obtener una victoria aplastante en las elecciones presidenciales de 2012, que serán también para gobernadores y alcaldes. ¡La fórmula de ahora es 3R2! Tendremos que despejarla…
Igualmente debemos propiciar un amplio debate interno de cara a la que fue nuestra bandera en la campaña electoral: ¡El pueblo pa’ la Asamblea! Esto tenemos que traducirlo, con eficacia política y calidad revolucionaria, en nuestra divisa y en nuestra praxis. Llegó la hora del pueblo legislador en ejercicio.
III
Tal y como lo hice saber vía Twitter este jueves, hemos acelerado la reubicación de las familias damnificadas, guiados por el supremo sentimiento del amor y de la solidaridad para quienes están urgidos de socorro y ayuda. Continúan las lluvias, y los pronósticos no son nada alentadores, por lo que debemos mantenernos en alerta y ser previsivos procediendo con los desalojos donde la inminencia del peligro obligue, manteniendo el contacto y la comunicación directa con nuestras comunidades quienes son las que nos pueden dar mejores luces al respecto.
IV
Mañana lunes 4 de octubre arranca el nuevo año escolar 2010-2011. Bien lo dijo el Libertador: “Llámese a la escuela sociedad”.
A partir de mañana, con el inicio del año escolar, sigamos haciendo de toda la Patria una escuela y pintemos sus aulas de pueblo. Vamos todos y todas: estudiantes, educadores y educadoras, padres y representantes, trabajadores y trabajadoras, comunidades. Vamos todos y todas. Cada año escolar, en tiempo de Revolución, debe entenderse como una batalla por nuestra definitiva Independencia.
Digamos con Bolívar, estudiantes y educadores, padres y madres, todas y todos:
“Las naciones marchan hacia el término de su grandeza con el mismo paso con que camina la educación. Ellas vuelan, si ésta vuela; retrogradan, si retrograda. Se precipitan y hunden en la oscuridad, si se corrompe o absolutamente se abandona”.
¡Patria socialista o muerte!
¡¡Venceremos!!